Capítulo 10

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Una ducha rápida, un par de tragos y ya estoy listo para volver a la habitación de la señorita Steele.

Tengo que reconocer que estaba furioso al inicio por su falta de experiencia, pero saber que soy el primero me llena de una efusividad extraña. Solo yo la he tenido, siempre me recordará.

Seré su principio.

Ni siquiera intento dormir, solo guardo la carpeta que Jason dejó sobre el escritorio y vuelvo a subir las escaleras. Es media noche, pero no puedo contenerme.

Ella duerme tranquilamente envuelta en el edredón, la sábana blanca que antes cubría el colchón ahora está sobre la cesta de la ropa sucia. Lo único que puedo suponer es que la prueba de su virginidad perdida se encuentra ahí.

Aparto las cobijas para meterme junto a ella, pero la sorpresa es mayor cuando descubro que duerme desnuda. No hay obstáculos en mi camino para tenerla de nuevo.

— ¿Ana? — Acaricio su suave espalda.

— Mmm — balbucea adormilada.

— Nena, despierta — Mi mano desciende por la curva de su cadera — Quiero cogerte.

— Es hora de dormir, Señor Grey — Dice con un tono divertido.

Mi mano baja más hasta su muslo, pero ella me da un pequeño manotazo para que me aparte.

¿Qué rayos?

— Ana — Gruño impaciente.

— Christian — Replica en el mismo tono — Ve a dormir.

¡Con una mierda! ¿Dormir? ¡No quiero dormir! Y debería azotarla por su insolencia, luego hacerla chillar cuando la tome por detrás.

Mi mano sigue recorriendo su cuerpo y aprieta con fuerza su seno, hasta que el pezón se endurece bajo mi palma. Me deslizo más abajo, hacia la unión de sus piernas.

— No, déjame dormir — Dice bajito.

— Dormirás el lunes, esta noche eres mía.

Monto su pierna derecha sobre mi cadera para estimularla, no sé si aún está adolorida, pero necesito que esté lubricada para que pueda penetrarla de nuevo.

Me levanto a traer otro condón del bolsillo de mi pantalón y encuentro el juguete que traje de mi cuarto de juegos. Algo pequeño e inocente que me haga recobrar el control del acto.

Así como está, acostada de lado en la cama, entro en ella lentamente. Sus piernas se abren más para recibir mis caricias en su clítoris, y tomo su cabello castaño en mi puño para embestir con fuerza.

— ¿Te duele? — Pregunto agitado.

— No, no... Sigue.

Su piel se estremece visiblemente, sus labios se abren para que los gemidos salgan libres por toda la habitación. Y quiero ser rudo con ella, quiero hacerlo fuerte y golpeando lo más profundo de su pequeño cuerpo.

La empujo para que quede boca abajo con mi cuerpo encime de ella, aún penetrándola. Coloca las manos junto a su cabeza para enderezarse en el colchón, pero mis empujes no la dejan levantarse.

Cuando siento que el orgasmo está cerca de nuevo, tiro de su cadera para que se apoye en sus manos y rodillas.

— Tócate — Le ordeno.

Tiro de su cabello para que levante la cabeza, su mano desaparece de mi vista y se pierde entre sus muslos suaves. Ligeros jadeos se escapan de ella cuando consigue llegar a su punto.

— Vente para mí, nena, quiero escucharte.

Golpeo con fuerza su cuerpo con mi cadera y sus gemidos son más ruidosos. Esta habitación no está insonorizada como mi cuarto de juegos, así que más le vale al bastardo de Taylor estar dormido.

— ¡Christian! — Chilla apretando sus piernas.

El sonido de mi nombre con la intensidad de su orgasmo me llevan al límite. Voy a venirme de nuevo, con fuerza y el cosquilleo en mi entrepierna es la prueba de ello.

Me dejo caer sobre su espalda, empujándola conmigo contra el colchón por mi peso. Sus manos aún están al frente de su cabeza y de está forma ella no tuvo oportunidad de tocarme.

Tomo el juguete que traje y lo engancho a su muñeca. Estiro el otro extremo hasta el cabezal de la cama y vuelvo a engancharlo. La llave está bien resguardada en el bolsillo de mi pantalón.

— ¿Pero qué? — Pregunta cuando tira de su brazo — ¿Qué es esto?

Levanta la cabeza para mirarlo mientras me deslizo fuera de la cama para deshacerme del condón usado.

— ¡Christian! ¡Quítame esta cosa! — Tironea de su brazo.

— No lo hagas, te lastimarás.

— ¡Quítame las malditas esposas!

— ¿No te parece divertido?

— ¡No!

— Pues así aprenderás que aquí se hace lo que yo digo, señorita Steele.

— ¡No estoy jugando, Christian! ¡Quítalas o ya sabrás lo que es bueno para ti!

— ¿Me amenazas? — Pregunto incrédulo — ¿A mí?

Esta vez me aseguro de tomar los pantalones del piso y lanzar el resto de los condones sobre la mesita de noche.

— Será mejor que duermas, Ana. Vendré a verte más tarde.

Salgo de la habitación con solo los boxers puestos y el pantalón y camisa en mis manos. Puedo escuchar sus palabras altisonantes mientras me alejo por el pasillo para ir de nuevo a mi habitación.

Lanzo todo a la silla y me dejo caer de bruces sobre mi cama. ¿Qué más podría hacer con ella? Unas esposas no son nada en comparación con lo que de verdad quiero hacerle.

¿Es muy pronto para tomarla por detrás? ¿Estará dispuesta? Mierda. Tal vez debí seducirla más para que se enamorara de mi o algo para que fuera más sencillo.

Esa pequeña estafadora.

La satisfacción de saber que la tengo justo donde la quiero me hace sonreír como idiota. Jamás olvidaré esos dulces labios sobre mi miembro o sus gemidos cuando tomé su virginidad.

Estoy extasiado. Quiero más. Quiero volver a tenerla.

— ¿Qué mierdas te pasa, Grey? — Me paso las manos por el cabello — Satisface tu deseo y vuelve a lo tuyo.

Pero no dejo de pensar en la situación en la que la dejé. Ahí, esperando por mi. Solo para mis ojos.

— Haré que ande desnuda por mi departamento y la tomaré sobre mi escritorio — Mis pensamientos se arremolinan en mi cabeza — ¡Podría tomarla hasta en el piso! Sobre la alfombra de la sala, ¡En cualquier lugar que se me ocurra! ¡Es mía!

Durante todo el fin de semana...

Oscuro (Libro #1)Where stories live. Discover now