Capítulo 24

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Historia del Arte es el jodido libro más aburrido del mundo. Lo sé. Estoy obligándome a leerlo para no espiar a la chica en el bikini rojo que se contonea por todo el puto patio.

Respira, lento... Otra vez.

— Pequeña estafadora — Gruño para mí mismo — Lo hace para provocarme.

Lo sé porque sigue moviéndose con la música de la pequeña bocina sobre la otra mesa, con el radio sintonizado en ella. Me mira sobre su hombro y sonríe.

— No la mires. No la imagines desnuda. Mucho menos de rodillas entre tus piernas. Mierda.

Lanzo el maldito libro al otro lado de la mesa y arrojo la toalla de Ana sobre mi regazo. El problema creciente bajo mis shorts comienza a molestarme y dudo mucho que ella se preste a atenderme como me gustaría.

— ¿No piensas entrar al agua conmigo?

Me mira con las manos apoyadas sobre su cadera, resaltando la atractiva curva de su cuerpo. Aún tengo la jodida erección, y esta vista de ella no ayuda en absoluto.

Piensa en tu madre.

— Si... No, aún no. Pero adelántate, te alcanzo en un minuto.

Cruzo la pierna sobre mi otra rodilla y vuelvo a tomar el libro que lancé. Ana hace una mueca con la boca antes de lanzarse hacia el agua clara.

— ¡Mierda! ¡Mi bikini! — Grita cubriéndose el pecho con las manos.

La delgada pieza de tela roja flota en el agua a unos metros de ella, la manotea para alcanzarla aunque creo que lo hace a propósito para llamar mi atención.

— ¿Me ayudas? — Se gira para mostrarme su espalda — No alcanzo a atar los tirantes.

Mierda.

— Claro.

Dejo el libro en la mesa y tomo la toalla en mis manos como si quisiera acercarla al borde de la piscina. Me siento en el borde antes de lanzarme al agua y con la mitad de mi cuerpo sumergido camino hacia ella.

— Se desató — Hace un puchero.

— Lo sé, pero me alegra ver que te diviertes. Podrías salir a nadar un rato todos los días si quisieras.

— ¿De verdad? ¿Podría salir de esa habitación?

— Si, siempre y cuando yo esté contigo.

— Pero... Tú llegas tarde en ocasiones, ¿Y si quiero tomar el sol en la mañana?

No quiero al jodido Taylor comiéndosela con la mirada, pero no puedo decir eso. Elijo con cuidado mis palabras para justificar que solo yo puedo hacerlo.

— Trataré de venir a la hora del almuerzo, sabes que lo que más deseo es pasar tiempo contigo.

Digo y las palabras me queman la garganta al instante. Odio mentir, pero odio más que las cosas no resulten como las planeo.

Y lo que planeo ahora es a Ana desnuda sobre mi cama... Aunque podría tomarla también aquí en la piscina.

— Lo prometo — Beso su cuello antes de dejarla ir.

No me pasa desapercibido el escalofrío que le eriza la piel con mi muestra de cariño. Incluso sus pezones se elevan dentro del triángulo de tela que los cubre.

— Entonces puedo salir si estoy contigo — Dice con el ceño ligeramente fruncido — ¿Y si quisiera salir a cenar?

— Te llevaré cuando sea el momento indicado.

— ¿Y si quiero conseguir algún libro, comprar algo de ropa o comprar mis artículos de higiene femenina?

— Pídelo y lo tendrás.

— ¡No vas a enviar a tu monigote a comprarme toallas femeninas!

— ¿Por qué no? ¡Él hace lo que yo ordeno!

— Pues no lo quiero tocando mis cosas — Cruza los brazos frente a su pecho — Lo hago yo misma o no las acepto.

Pequeña y necia estafadora.

Mantén la calma, Grey. No lo arruines ahora que finalmente comienza a hablar. Ya entenderá con el tiempo que se hace lo que yo ordeno.

— Si te dejo hacer las compras en línea, ¿Es suficiente?

— Depende. ¿Vas a revisar las cosas que compro?

— Si.

Presiona los labios en un gesto de obstinación que comienza a resultarme irritante. ¿De verdad piensa que puede salirse con la suya? ¿Se le olvida en qué jodida situación está?

— Bien.

— ¿Bien? — Repito confundido.

— Si, bien, lo haremos a tu manera — Sonríe un poco y se zambulle dentro del agua clara.

¿Solo así? ¿Gané? Esperaba más reproches de su parte antes de que finalmente aceptara mis condiciones. Supongo que por fin está entendiendo que no tiene muchas opciones.

El problema ahora es que me he comprometido a pasar más tiempo en esta casa. Mierda, ¿De verdad quiero hacerlo? Con lo fácil que sería obtener sexo de Camille a cualquier maldita hora.

Es una lástima que haya perdido el interés en ella.

Y ya que estoy llevando las cosas con calma con Ana, lo mejor que puedo hacer es salir de la piscina y sentarme de nuevo en la silla a fingir leer el puto libro de arte.

— ¿Que te gustaría cenar?

Pregunto cuando sale del agua y se envuelve en la toalla, su piel brilla por la humedad así que aparto la vista como si no me interesara.

— Lo que sea que quieras está bien para mí — Pasa junto a mí sin detenerse — Pero me gustaría ponerme ropa más cómoda.

La pierdo de vista cuando atraviesa las puertas de cristal del patio, y en cualquier otra situación la dejaría ir con tranquilidad. Pero no ahora, cuando el hombre de Welch aún merodea por aquí y mi confianza en él es limitada.

Me levanto para seguirla, mis pies descalzos no hacen ruido mientras me aproximo a ella. Cómo lo sospeché, mira con curiosidad hacia los pasillos y las otras puertas de la casa.

— ¿Olvidaste cuál es tu habitación? — Pregunto en voz alta y ella pega un brinco.

— No, solo... Me pareció escuchar voces.

— No hay nadie aquí además de mi, con quién deberías hablar. Ahora ve a vestirte mientras ordeno la cena.

Voy de nuevo a mi habitación para tomar el móvil y llamar a Jason, cuando un nombre familiar aparece en la pantalla.

— ¡Christian! — Su voz chilla del otro lado de la línea cuando contesto — Cariño.

— Elena — Masajeo el puente de mi nariz — No es un buen momento...

Comienzo a explicar pero me interrumpe.

— ¡Lo sé! ¡Camille me lo contó todo! Dios mío, estoy tan feliz por ustedes. Jamás lo habría imaginado de ti, pero me alegra que hubieras tomado esa decisión y nadie mejor que ella para seguir a tu lado.

¿Que mierda dijo?

— ¿A qué te refieres?

— A Camille y tú replanteando su relación. Lo supe desde el momento en que te vi llegar con ella a tu fiesta de cumpleaños. ¡Enhorabuena, cariño!

Oscuro (Libro #1)Where stories live. Discover now