Oscuro (Libro #1)

Capítulo 33

— ¡¿Estás loco?! — Chilla por la fuerza de mi agarre — ¡No soy tu puta!

Se suelta de mi cuando llegamos al vestíbulo, a pocos metros del baño de damas. Una pareja pasa por un lado en su camino al interior del restaurante, así que me obligo a contener las palabras por un momento.

— No me hagas enojar más y entra al jodido baño.

— ¿Quién crees que soy? ¿Eh? ¿Qué te hace pensar que puedes arrastrarme al sucio baño para tener sexo? — Se acerca para golpear mi pecho con su dedo índice — Si eso hacías con esa mujer, Camille, no creas que puedes hacerlo conmigo. ¡Olvídalo!

Su gesto me toma tan desprevenido que me quedo inmóvil. Mierda, lo jodí. Ésta era una salida sencilla que terminaría con ella en mi cama y el puto Brian Jules me hizo perder los estribos.

— Lo siento — Balbuceo la disculpa — Estoy furioso por el jodido imbécil que no dejaba de mirarte.

Frunce el ceño por un momento, luego sus cejas se arquean en un gesto de sorpresa.

— ¿Todo este alboroto es por celos? ¿Estás celoso? — Se ríe.

Inhalo y exhalo porque es la única maldita forma de recobrar algo de cordura, pero siento que no lo consigo. Hace mucho tiempo que dejé de controlar mi ira.

— Solo por curiosidad, ¿Cargas condones en el bolsillo? — Señala mi pantalón y niego con la cabeza — ¿Esperabas tener sexo sin protección?

Se ríe de nuevo y yo me maldigo por ser tan impulsivo con ella. ¿En qué momento dejé se pensar con frialdad las cosas?

— Olvídalo, De todas formas no me apetece tener sexo en un baño. Preferiría una cama cómoda y suave, aunque perdiste puntos por no dejarme tomar un postre.

Camina hacia la chica de la entrada para que le regrese su abrigo negro mientras me quedo parado ahí como un imbécil.

— Vamos a mi departamento — Tomo su brazo con cuidado para guiarla al ascensor — No estoy de humor para conducir hasta la casona.

Volteo sobre mi hombro para mirar a Taylor y a Prescott en un rincón, esperando instrucciones. Iremos todos a escala y estoy seguro que al viejo Taylor le gustaría ver a su querida señora Jones esta noche.

Conduzco con lentitud todo el camino de vuelta, con la ventanilla abajo para sentir el aire húmedo y frío despejar mi mente.

Una bomba de tiempo.

Así me llamó Flynn en esa última cita cuando quiso abordar el tema de mi furia contenida. No tengo problemas de ira, estoy seguro. Mi mayor problema es tener que lidiar con inútiles y obstinados.

Estaciono el R8 en su lugar, con Taylor y Prescott estacionando la suv a mi lado. Bajan en silencio para seguirnos de nuevo hasta el ascensor y no me pasan desapercibidas las miradas que le dirigen a Ana.

Por fin, alguien hace su puto trabajo. Prescott se ha ganado un gran bono por su servicio de niñera.

— ¿Quieres tomar algo? — Le pregunto caminando hacia la cocina.

— Si.

Sirvo dos copas de vino tinto mientras Ana se deja caer en el sofá, lanzando el abrigo sobre la mesita del café. Le entrego la copa y me siento junto ella para acariciar su muslo.

— ¿Quieres pasar un buen rato? — Deslizo el vestido hacia arriba — Me encantaría saber qué tipo de bragas llevas esta noche.

— Eso sería divertido — Bebe un sorbo de la copa — Si las llevara puestas.

Casi me ahogo con el trago por la sorpresa. Una jodida sorpresa que me provoca excitación y enojo. ¿De verdad no lleva nada?, y lo que es más importante, ¿Cómo mierdas se le ocurre salir así de la casa?

— Entonces... — Mis dedos se mueven más arriba por sus piernas — Creo que eso se merece un castigo.

— ¿Oh, si? — Muerde su labio inferior con fuerza — No estoy segura de querer ser golpeada, pero si quiero lo que viene después de eso.

¿Sin azotes?

Ruedo los ojos cuando recuerdo lo que digo sobre ser azotada o recibir órdenes. ¿Sexo vainilla? No estoy del todo seguro.

Me recuesto sobre ella, exactamente entre sus piernas para poder morder su cuello. Quiero meter las manos en las jodidas tiras negras que eligió para cubrir sus pechos y morderlos.

— Alto ahí — Se ríe y empuja mis hombros — Consigue el condón ahora.

¿Condones? Maldita sea, ¿Cómo puede ser que lo olvide de nuevo?

Con el poco control que me queda, me levanto del sofá para ir a mi cuarto de juegos por los preservativos y tal vez algún accesorio inofensivo. ¿Una fusta? Tendría que atarla primero.

Vuelvo a la sala, Ana sigue sentada en el sofá bebiéndose ahora el resto de mi copa. Le muestro los empaques metálicos antes de sentarme junto a ella en el sofá.

— Ven aquí, quiero saber si de verdad no llevas bragas.

Tiro de su mano para que se siente a horcajadas sobre mis piernas y deslizar mis manos curiosas por debajo de su vestido. Jadeo por sorpresa de comprobar que es cierto.

— Jesús... — Exhalo extasiado.

— Déjame ayudarte con esa camisa — Se toma su tiempo para deshacerse se ella mientras acaricio sus nalgas — ¿Me quieres arriba?

Sus ojos azules grandes y brillantes me dejan mudo, así que solo asiento para que sepa que quiero que me monte. Me enderezo apoyando mi espalda en el respaldo para liberarme del molesto pantalón y boxer.

— Vamos nena, sabes lo que quiero — Jadeo en su oído.

Tomo los extremos de su vestido para sacarlo por encima de su cabeza, dejándola desnuda y llevando solo el pequeño collar de consideración.

Antes de que vuelva a olvidarlo, coloco el condón sobre mi miembro erecto y Ana se acomoda en el lugar correcto para dejarme entrar.

— Así nena...

— Christian... — Ella gime bajito.

Estira los brazos para apoyarlos sobre mis hombros y comenzar a moverse arriba y abajo con energía. No hay nada que pueda impedir que por fin logre mi cometido está noche.

Y esta noche lo obtendré de todas las maneras en que me sea posible. La dejo llevar el control sabiendo que no resistiré mucho, así que ella deberá terminar antes de que yo lo haga.

Sus manos se aferran con fuerza a mis hombros antes de gemir mi nombre con fuerza. Antes de que se desvanezca en mis brazos, tomo su cadera para darme a mi mismo el mejor orgasmo hasta ahora.

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