Capítulo 2

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Una parte de Stella todavía creía encontrarse en mitad de un sueño surrealista aún mientras seguía a Bloom a través de calles desiertas, descoloridas, de camino a lo que la otra chica le había dicho que era la "base de operaciones de las Reminiscentes". Si no fuera porque la voz de su acompañante sonaba muy alta y muy real cerca de su oído, muy probablemente hubiera intentado pellizcarse el brazo otra vez, o quizás hubiera vuelto a salir corriendo de allí.

Lo cual, considerando su intento anterior, probablemente no habría tenido un resultado muy satisfactorio.

—Ya verás, te gustará el sitio —iba diciendo Bloom mientras caminaba—. Hay que decir que está un poco vacío a veces, teniendo en cuenta que somos muy pocas, pero puedes tener tu propio espacio si quieres pensar, sin que nadie te moleste. No está mal, ya me dirás —al ver que Stella había reducido un tanto el paso, sumida en sus pensamientos, se detuvo y la observó con una sonrisa divertida en los labios—. ¡Venga, vamos! Yo de ti, andaría más deprisa. No querrás que nos separemos y vuelvan a alcanzarte los monstruos, ¿verdad?

Ante aquella pregunta, Stella dio un respingo y miró a su alrededor con los ojos muy abiertos.

—¿Hay más? ¿Aquí? —casi graznó. Bloom se rió, y parecía tan despreocupada al respecto que Stella no supo si sentirse más tranquila o temer más por su vida.

—No, no aquí, ni ahora. Creo. Pero sí que existen en Reminiscencia, por cientos y normalmente salen de noche. Los que has visto antes estaban siendo controlados por alguien, pero la gran mayoría de ellos actúa por su cuenta. No son precisamente simpáticos.

Stella se sintió temblar, así que apretó el paso para pegarse a su acompañante. Bloom pareció notarlo, porque la miró durante un instante y esbozó una sonrisa que era casi de disculpa, pero no dijo nada al respecto. Anduvieron en silencio durante unos minutos más hasta que Stella hubo ordenado sus pensamientos lo suficiente como para formular una nueva pregunta.

—¿Qué es este mundo? Todo esto... Toda esta locura. ¿Por qué hay monstruos? ¿Por qué hay una loca con súper poderes que me quiere matar? ¿Por qué estoy aquí en lugar de estar... no sé... muerta sin más?

Bloom infló las mejillas, meditando por un momento. No redujo ni siquiera un poco el paso cuando empezó a hablar.

—¿Ves esa cosa gigante que hay en el cielo? —preguntó finalmente, señalando hacia el firmamento con un movimiento de cabeza. Stella asintió, porque la recordaba: era el círculo enorme de polvo de estrellas que había visto en el parque, aquella espiral que giraba sobre sí misma a un ritmo casi inapreciable, y que parecía hecha de pura luz—. Es la Rueda de las Almas. La Rueda, para los amigos. Es... en teoría es a donde va a parar tu espíritu cuando mueres, y donde permanece hasta que se ubica en un nuevo cuerpo, cuando vuelves a nacer.

Si bien Stella se había esperado muchas cosas, aquella no era una de ellas.

—¿Me estás hablando de reencarnación? ¿Eso existe? —susurró, incrédula. Bloom se encogió de hombros, como si aquello le pareciera lo más normal del mundo.

—Precisamente. Eso es lo que habitualmente pasa: mueres, subes a la Rueda y, cuando hay un nuevo cuerpo para ti, tu alma baja otra vez al mundo de los vivos y el ciclo empieza de nuevo. Es un proceso constante. Pero —la otra chica sonrió, girándose para mirarla—, eso no siempre pasa, ¿no? Tú has muerta y no has vuelto a la Rueda, sino que estás aquí.

Stella no pudo evitar poner los ojos en blanco.

—Yupi.

Bloom se hizo la ofendida, deteniéndose justo delante de ella el tiempo suficiente como para mirarla con ojos falsamente acusadores, arqueando una ceja. Probablemente, a Stella le habría parecido incluso encantadora si no fuera porque seguía en medio de una especie de ataque de pánico interno.

Reminiscencia 【SunFire】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora