Capítulo 2: «Rutina»

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Observaba por la ventana, a la lejanía todo parecía ausente de problemas o preocupaciones más que vivir sus vidas embellecidas de felicidad.

Cuánta envidia le daba.

Por donde cayera su mirada todo posaba paz y tranquilidad, una redundante que sencillamente puede ser alterada, pero, no era el caso.

Además de ellos, también habían sus ciudadanos, otros countries que en ocasiones sabía toparse en medio del trabajo o las reuniones de la ONU, todos en completa felicidad y una sonrisa en sus rostros, era cierto que tenían alguno que otro problema sin embargo, podían revelar que todavía duermen bien.

Este sentimiento de molestia por no ser su caso, siempre lo entristecía.

¿Por qué tuvo que ser un country? Bueno, muchos eran felices, más específicamente: ¿Por qué tuvo que ser Bolivia?

Desearía ser algún, árbol, un animalito, o un ser humano con otra vida.

—Ok... ya me estoy perdiendo —reconoció por sus pensamientos fuera del riel.

Se levantó de su asiento que miraba a su ventana desde lo alto de su oficina de trabajo y se estiró un poco para dejar que sus músculos entumecidos de horas fueran más flexibles.

Con paso lento salió, sin muchas explicaciones a su secretaria tenía que dirigirse a otra junta y así a casa.

Las horas pasaron tardías, los problemas se acumulaban y aún así debía de seguir con el control.

Cuando pudo terminar, totalmente agotado y con un informe que debía ser leído para el día siguiente tratando sobre las futuras deudas dejadas por su anterior jefe, recibió algunos mensajes en su camino, claramente se fijó en el remitente: Chile.

No le puso algún apodo, sólo el nombre era suficiente para que tiemble levemente.

«Boli, ven a mi casa, tenemos que hablar»

Tragó saliva, estaba cansado pero no podía desobedecerle.

Con ello, cambió el rumbo de su conductor.

—No me esperes —mencionó al momento de salir del carro, era consciente que probablemente no sea sólo una charla.

Solía recibir mensajes similares, y siempre significaban sexo.

Miró una vez más la casa del chileno, claro, mayormente era el suyo el que compartían ambos pero el de parche nunca dejó esta estructura.
Ya sea por trabajo o simplemente le daba la gana.

Agradecía en silencio que haga eso.

Tocó la puerta, siendo abierta por su pareja casi al instante, dejándolo pasar.

—Oh, mi Boli, hace mucho no nos vemos estando muy solitos —se acercó al mencionado para abrazarle por el cuello—. En verdad te extrañé~

—Lo lamento Chile, pero tenía mucho trabajo —su acercamiento de mimos lo desconcertó por unos instantes, antes de ser tirado sin nada de delicadeza a uno de los sillones.

—¿Podrías decirme, Bolivia, por qué demonios sigues quejándote de mis tratos? —escuchar su nombre sin ese apodo sólo advertía problemas.

—¿C_como dices? No, yo no dije nada Chile... —trató de retroceder un poco—. Sólo me enfoque en mi trabajo nada má--

Un golpe en su mejilla lo calló, cubrió por reflejo el nuevo moretón volteando a verlo con sorpresa y el tan acostumbrado miedo.

—¡No me mientas! —se acercó y tomó con rudeza su mentón atrapando sus manos—. Nuevamente me estás dando muchos problemas con ONU, qué es eso de decir que ¿Soy un mal esposo? ¿Que siempre te quejas de mis visitas?

—P_pero, yo no... ¡Ay! —la presión de sus manos estaba empeorando—. Por favor Chile, te prometo que no dije nada.

—Maldita perra —lo soltó con brusquedad, y se desabrocho el cinturón que traía puesto.

Bolivia quedó quieto, comenzó a sollozar en silencio.

—Y_yo no dije...

—Boli~, veo que te gustan los castigos —bajó sus pantalones y su bóxer—. Así como te gusta mentir, deberías de usar esa boquita para mejores cosas.

—P_pero Chile...

—Vamos Boli, estarás perdonado si lo haces voluntariamente.

Bolivia seguía negándose con excusas, era suficiente el miedo que tenía al acercarse al chileno antes que pensar con claridad cuál podría ser menos doloroso.

Sin paciencia, el de parche lo sujetó de las piernas en último momento de escape, por lo que su molestia fue mayor, rasguño su piel al momento de arrancarle la camisa que traía cambiando un poco los planes decidió comenzar con las mordidas a su propiedad sin ser delicado en ninguno de sus actos.

Las lágrimas no tardaron en rebosar las defensas del tricolor, para que luego de un beso que le sacó todo el aire aprovechó para meter su miembro en su cavidad bucal casi ahogándolo.

Empezó con las embestidas, obligando al inexperto menor tomándolo de la nuca para hacerlo lo más placentero posible.

Cuando por fin iba a eyacular, mantuvo quieto al boliviano a la espera de su semen para beberselo todo.

Lo soltó al fin, dando unas arcadas por el ansiado aire faltante.

—Ya es tarde. Dormirás aquí —sin más se retiró luego de puestas sus ropas inferiores, contento de ver a Bolivia tomando su cuello con expresión de dolor por el ardor.

Al verlo le señaló el mismo sillón a su lado.

—Demonios —miró la hora, y pudo moverse cuando Chile al fin desapareció de su vista.

Era muy tarde, esperaba completar su trabajo levantándose temprano.

Al menos hoy no lo violó.

Por alivio al recordarlo expresó una sencilla sonrisa, pero se dio palmadas en el rostro «¿En qué estaba pensando?».

Comenzaba a ser su rutina, no debía agradecer nada, no tenía porqué hacerlo.

¿Por qué no se iba y ya? Todos pensarían que sería lo mejor.

Pero no. No podría dejarlo por más que quisiese.

Tocó su pecho al recordarlo, el dolor siempre incrementaba en ese sitio y sinceramente prefería los abusos a este dolor que oprimía su corazón.

¿Hasta cuánto podría resistir?

Sin embargo, esto ni siquiera empezaba.
Y estaba consciente de eso.

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