Capítulo 5 «Salida»

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Pasaron unos minutos en los que guardó silencio, un silencio total en toda aquella casa que parecía una eternidad.

Sus temblores disminuyeron, guardó el cuaderno de sus manos pálidas y se recostó lentamente, su mente vagando en un mar profundo de temores, cerró los ojos como alma muerta. Su estrés y miedo lo hizo actuar de una forma contraria a lo que realmente desearía.

Escapar.

Al instante descansó y no pensó más en todo, sin embargo no pasó mucho tiempo en el que escucha la puerta de su cuarto ser abierta con sigilo y unas risitas traviesas. El de parche había vuelto y no estaba solo.

Se acercaron al boliviano de sueño profundo. Y sin delicadeza alguna lo sacudió con fuerza para devolverle a la realidad, aquella brusquedad fue suficiente despertando alterado y aterrado al ver al de parche, quién de inmediato cubrió su boca para evitar algunos gritos.

—Callate y baja, te estoy esperando con algunas visitas, vamos a salir un rato.

Salió del cuarto dejandolo congelado.

Exactamente algo no andaba nada bien, para empezar nunca lo acompañaba fuera de casa durante mucho y menos con sus amigos.

Aunque eso era lo de menos, bajó la mirada.

Reguló su temblor de lo sucedido hace unas horas, supuso, pero el presentimiento prevalecía. Sabía que algo iba a pasar, descubriría un cambio radical.

Suspiró y se relajó, nuevamente esa sensación que sólo era sus temores.

Que Chile no era capaz de lastimarlo.
Qué estupidez.

Su cabeza era un lío por esos inútiles pensamientos.

Salió de su cuarto y en el pasillo volvió a ver a su pareja, desvío la mirada para pasar a su lado e ir por las escaleras a la planta baja pero la mano sujetando su hombro lo hizo voltear.

Chile abrió un poco la camisa que se cambió para salir y con la misma sonrisa satisfecha señaló las cicatrices en el cuello del boliviano.

—Ya sabes lo que esto significa así que no me falles —advirtio y lo soltó.

Se acomodó su camisa nuevamente y siguió al chileno

Al bajar se encontró con los "compañeros" con los que salía muchas veces, ya sea por un poco de droga o asistir a algún burdel, no importaba, lo que le preocupaba era la razón de sus asistencia si sólo era un estorbo.

Y esa amenaza.

Quedó sin palabra al verle.
Uno de los countries era alto y de dos colores y ropajes negros quien a corresponder hizo una seña de molestia y asco. Claro, esa mirada inconfundible.

—¿Perú? —murmuró.

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