Capítulo 4 «Carga»

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Comenzaba otra reunión, nuevamente se presentaban las miradas de repudio e incomodidad, además de otras burlonas que fueron incrementando desde hace poco.


Los pasaba de largo, pero no podía evitar escuchar sus chismes, sin cambiar lo habitual, la infidelidades que le hacía Chile, su esposo. Podía considerarlo como el pan de cada día.

Llega a su asiento y toma empiezo la reunión.

En el transcurso llega un momento en el que comenzó a sentir dolor, uno muy grande que quemaba internamente su piel, ardía, sus brazos antes verdes se convirtieron en una rojiza viva, Bolivia no pudo evitar gritar del dolor llamando la atención de los demás countries.

Además del latino, el brasilero también se vio afectado.

El de baja estatura cae de su asiento sin lograr escuchar los llamados de algunos que acudieron a su urgencia, sin poder evitarlo, cae inconsciente.

Al paso de unas horas pudo despertar.

—¿Dónde... Estoy? —se sentó como pudo por el ardor todavía presente pero menos doloroso, vio a su alrededor—. Oh, es un cuarto de hospital... Qué considerados ¡Achichiuu! —se fijó en las vendas de sus brazos. Lo habían atendido, agradeció internamente el gesto aunque sonara sarcástico.

Se fijó en la ventana, el cielo estaba nublado pero, no recordaba que al empiezo de la reunión hallan indicios de nubes, era un atardecer despejado. Lo preocupó.

—¿Cuánto tiempo estuve aquí? —se preguntó, para recoger su reloj de mano de la mesita a su lado—. Hm, ¡Carajo! ¡¿Un día?! ¡Ch_Chile me va a matar!

Temblando de pies a cabeza por el escalofrío se levantó totalmente de las calientes sábanas.

Salió del hospital lo más rápido que pudo, consiguiendo sus cosas y sin importarle las advertencias sobre su estado por los médicos.

Llegó a casa al atardecer.

Antes de abrir la puerta tembló y tragó nervioso, se dió valor para sí mismo sabiendo que sólo era su propio engaño.

Dió pasos dentro y justo en la sala encontró al mencionado en el sillón, este le miró con enfado.

—¿Por qué mierda te tardaste tanto para salir de ese hospital?

—E_estaba inconsciente...

—Ya veo... —es lo único que dijo luego de algunos segundos en silencio.

Se levantó de su asiento manteniendo en mayor alerta al tricolor que todavía temblaba, lo cual incrementó cuando se le acercó hasta quedar en frente suyo.

Bajó rápidamente la mirada al suelo y se cubrió con sus brazos maltratados su cabeza encogiéndose en sí mismo, sus temblores eran notorios.

Era débil, todos los countries lo sabían perfectamente. Un país simplemente manipulable.

Pero, en especial, ese miedo, esa mirada de súplica atento a sus movimientos o sus expresiones, una boca que nunca se negaría a su palabra y un cuerpo nada desagradable a decir verdad pese a sus insultos. Era una ternura, ese estado era mucho mejor a todos los cuerpos que deseó probar y lo hizo.

Bolivia era una tentación, una muy grande que le hizo perder la cabeza. Un ser que podía ser abusado, roto y moldeado a todo lo que quisiera. Herirlo siempre superaba su razonamiento.

Era extraño.

El de parche sonrió enormemente. Para lentamente tomar la mejilla con suma delicadeza del pequeño, y poco a poco relajarlo para que pueda verlo a los ojos con suaves caricias, desconcertando al boliviano, dejando de temblar.

Otra vez su corazón comenzó a latir con fuerza por esa muestra de afecto. Se volvió a sentir vivo entre toda mierda.

Chile habló tranquilamente.

—Recuerda esto, Bolivia. Eres uno de los countries que pude conocer tan... fome, con una vida demasiado aburrida y monótona que a muchos les daría asco siquiera vivirla, pero tú eres el peor —su cariño no cambió en ningún momento—. Eres mi pareja oficial, estoy contigo solamente por mis beneficios porque prometiste siempre hacerme caso y nunca protestar... Pero ahora debo ir a carretear*. Por lo que tú castigo se retrasará un poco, pero tranquilo, será uno muy diferente a los anteriores.

De repente lo tiró con fuerza al suelo, ante la sorpresa no reaccionó hasta que un pie aplastó sus entrañas, quitándole aire comenzó a toser fuertemente.

—Entiende que yo estoy cumpliendo la parte del trato, así que siempre haré cumplir la tuya —dejo de presionar y pateó con mayor fuerza su rostro.

—Agh... —sangraba...

Su dolor se intensificó, pero acalló cualquier queja por las reglas.

No notó cuando Chile ya estaba en la puerta todo preparado, pero escuchó claramente lo último.

—Maldita Jolaperra. Ya veremos si sirves para otra cosa para ser me útil.

Cerrando de un portazo.

Cómo pudo volvió a su cuarto. Nuevamente abrió su cuaderno y tomó una pluma, aunque presentía que todavía no era el momento...

Un mal presentimiento...

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Carretear: irse de fiesta, juerga.

N/A: Sólo diré, que hasta a mí me dolió...

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