Capítulo 7 «Libertad»

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Buscó con la mirada a su hermano, imaginó que debería estar con la misma mirada muerta y de asco. Y no fue diferente, el bicolor sólo observaba la violación de lejos.

Sin atisbo de piedad o interés.

Sus ojos se desviaron a los sujetos que arañaban su piel y abusaban de su cuerpo sin nada de delicadeza. Por más que se esforzaba no podía ver sus rostros, sólo reconocía a Chile y Perú.

Percibe su sangre, pero no tiene importancia.

El dolor va disminuyendo o incrementando.

El calor se va de su cuerpo, siente frío.

A lo lejos, Chile está grabando el acto, con una sonrisa contenta.

Ya no serían nada ¿Eh?

Significa que ya no tendrá nada que ver con él.

Eso, eso en parte lo emocionó.

Oh, creo que mostró una sonrisa. Las expresiones de sus dos conocidos cambiaron, están asombrados y desconcertados.

¿Por qué?

¿Por qué sus rostros se están oscureciendo?

{Elipsis}

Abrió la puerta de su cuarto e ingresó, su cojera era evidente y los rastros de sangre todavía palpitantes recorrían desde su parte inferior hasta caer en gotas a su paso.

Se sentó en su cama, manchando sus sábanas.

El dolor prevalecía.

Pero quedó quieto en ese sitio, mirando a la nada.

Se encogió de hombros cubriendo su rostro y apartando sus manos observó el líquido blanquesino en el que estaba embarrado, soltó el aire de sufrimiento y con esmero gritó.

Gritó hasta que se le desgarrara la garganta y al momento de cubrirla entre sus manos por el ardor comenzó a carcajear con mayor fuerza.

De repente volvió en sus sentidos, se lanzó a la ventana a su costado, corrió las cortinas y sujetó la manilla, sus manos temblaron y sus ojos estaban completamente abiertos.

Abrió la ventana y se asomó, era el segundo piso, habían rocas esparcidas por ese patio.

Bolivia sonrió triunfante, agraciado metió su cabeza y se apoyó en un costado.

Notó el dolor en su parte baja.

—No está tan mal.


//Nueva portada. Nueva dirección//

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