Capítulo 55

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¿Os he contado que cuando lo dejé con mi ex le escribí una carta por cada día que pasé sin él?

365 cartas. 365 días.

Y en la última, me di cuenta de la susceptibilidad con la que percibimos la noción del tiempo. Lo eterno de unas horas cuando se pasa mal y la velocidad de un año cuando está siendo bueno.

Y justo un año era el tiempo exacto que había pasado desde aquella horrible despedida en el aeropuerto. Un año y medio para ser exactos.

Un tiempo que se clavaba en Julia, un tiempo que se encargaba de recordarle cada día lo que tenía y sobre todo, lo que no tenía.

Había imaginado miles de veces como hubiese sido su vida si hubiera detenido aquel avión. Si hubiera impedido que se fuera.

Probablemente ella no estaría allí.

Probablemente nada de lo que había pasado en aquel año y medio hubiera ocurrido.

Aquella despedida en el aeropuerto, aquella huida fantasma, fue para Julia lo más duro que había hecho en 25 años.

Llegó a su casa, esta vez no con la premura que le apremiaba para dirigirse al aeropuerto. Es más, deseaba que aquél viaje fuera eterno. No tener que enfrentarse nunca más a sus propias circunstancias.

Pero Julia, ya estaba acostumbrada a que las cosas nunca, nunca salieran como ella quería.

Y en esos momentos, el mismo motivo que tenía para seguir luchando era el mismo que le recordaba aquello que intentaba dejar atrás.

Su hijo. El suyo. El de Carlos. El de los dos.

Se moría por verle la carita, por descubrir todo lo que tenía suyo y también de él.

Al llegar al apartamento Julia no dijo nada. Pasó directa a su habitación y exhausta cayó en la cama.

Ninguno de sus amigos dijo nada.

No se atrevían. Ni a preguntar ni a juzgar.

Aquellas fueron las navidades más amargas para Julia.

Las primeras navidades que teóricamente iba a pasar con Carlos, se iban a convertir también en las primeras navidades sin él.

-¡Feliz año nuevo!-Gritó Marilia siendo la primera en tragar la última uva que vaticinaba la llegada de un año nuevo.

Todos los besos y abrazos del mundo llegaron momentos después. Llenos de emoción y lágrimas expectantes de ver qué es lo que pasaría a partir de aquella noche.

-Brindemos.- Propuso Alba.

-Sí, brindemos.- La secundó Miki.

Todos agarraron las copas que aún se mantenían sobre la enorme mesa repleta de comida.

-Abre el champán Marilia.- Dijo Marta mientras recolocaba en fila las copas.

Marilia obedeció y buscó en la cocina la botella amarilla de bebida burbujeante.

Julia compartía en cierta manera la emoción de sus amigos. Pues ese año traería muchas cosas, entre ellas, el nacimiento de su bebé.

Marilia volvió de la cocina con la botella en mano y se dedicó a rellenarlas cuidadosamente hasta el borde.

-Juls, Dave, venid al comedor.- Pidió Marta a sus amigos que conversaban en el salón.

Los jóvenes accedieron y se dirigieron al comedor en el que sus amigos ya sostenían sus copas entre las manos.

Cien maneras de mirarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora