Capítulo 73

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Dicen que la vida se vive según el filtro con el que la mires.

Bien. No puedo estar más de acuerdo.

Probablemente no hubiera pasado por ciertas cosas que pasé, si el filtro implantado en mis gafas hubiese sido otro que no negro.

No se nace con un filtro determinado sino que somos nosotros quienes nos labramos nuestra propia forma de ver las cosas.

Y lo más fácil es verlo todo negro. Es la excusa del ciego que prefiere no ver para no tener que arrepentirse de lo que ve.

Por eso, no nos tomamos la cosas de la misma forma que los demás, por eso hay cosas que duelen más y cosas que menos.

Dependiendo del filtro que llevemos nos llega un tipo de información u otra. Si te pones el filtro negro, no va a llegarte más que la parte negativa de las cosas, no podrás ver nada más allá del drama. Pero si tu filtro cambia, si eliges otro color de entre la enorme gama de colores, puede que percibas algo diferente, puede que entre tanto drama, entre tanto dolor, puedas ver algo de luz al final del túnel.

Y no. No es tarea fácil la de cambiar de filtro. Es algo que requiere esfuerzo y sacrificio. Una vida entera de dedicación.

Y yo, personalmente, pocas veces lo consigo.

Porque resarcirse en el dolor, escudarse en el "no puedo" es más fácil que enfrentarnos.

*Narra Carlos*

No me lo podía creer.

Aquello no podía ser cierto.

Debía de tratarse de un engaño de mi propia mente. Sí. Debía ser exactamente eso.

Porque si no, ¿Qué sentido tendría que solo quince minutos después de haber dejado a Julia en casa, de haberme confesado que me quería, estuviera ahora abrazada a Rubén en el portal de su casa?

Pude haberme ido. Puede haberme dado media vuelta y haber creído que todo aquello no era más que un simple malentendido.

Pero estaba harto.

De engaños. De mentiras. Incluso de las que yo decía.

Y si había perdido, merecía saberlo.

-¿Es esto una puta broma?- Grité al salir de mi coche a lo que los dos amantes se separaron de golpe.

-Carlos...- Musitó Julia interponiéndose entre Rubén y yo. Como si fuera a pegarle. Por haberme ganado. Por ser mucho más listo que yo. Por no haberla engañado nunca y haberse ganado su confianza.

-Carlos, no es lo que crees.- Dijo Rubén escondido detrás del menudo cuerpo de Julia.

-¿Ah no? Os he visto besandos.-Seguí gritando desesperado.

-¿Qué? No, no estábamos besándonos.- Dijo Julia confundida.

Pero yo no sabía que pensar. Ni siquiera qué creer. Estaba confuso. Roto. Perdido.

Me di media vuelta. No iba a hacer más el ridículo. Aquello no tenía sentido. Les estaba dando la carnaza que ellos querían.

Me giré sobre mis pies y comencé a caminar de nuevo camino al coche.

-Carlos.-Dijo Julia tirando de mi brazo. La escuché recobrar el aliento, por lo que aproveché para hablar yo primero. Ser el primero en mover ficha.

-Podrías habérmelo dicho Julia, que no me querías, que le preferías a él, que le quieres, que te has enemorado, lo hubiera entendido, lo hubiera entendido todo menos esto.- Dije sin fuerzas para mirarla a la cara.

Cien maneras de mirarteWhere stories live. Discover now