Kojiro Hyuga y Maki Akamine tuvieron un hijo al que bautizaron Tora, pero desde que Maki murió durante el parto, Hyuga se deprimió y decidió dejar a Tora al cuidado de su madre. Pasan siete años y lo ve por primera vez cuando tiene que cuidarlo, ya...
Me quedé mirándolo por unos minutos. No lo puedo creer: ¡está tan grande! ¿A dónde se fue el tiempo? Pareciera que fue ayer que había nacido, y ahora tiene siete años... Increíble.
─To- tora...
Tora se vuelve a esconder.
─¡No te vayas! No tienes que huir de mí. ¿No me reconoces? Soy yo, papá...
Tora apenas me ve y se acerca a mí con timidez. Pobrecillo, se ve tan vulnerable...
─Tora...─ sonrío y le acaricio la cabeza. El pobre se ve más nervioso que un testigo falso. No deja de temblar.
─Soy Kojiro, tu padre. ¿No te alegra verme por primera vez?
Tora asiente con timidez, aunque no sé si está siendo honesto. Tal vez no quiera herir mis sentimientos. Lo entiendo: ha estado toda su vida solo (solamente ha vivido con mamá y mis hermanos). No debe saber lo que es tener un padre, y mucho menos debe percibirme cómo al suyo. Ese pensamiento me quema, me lastima, me destruye...
─Tora, ¿tienes hambre?
─S- sí.
─¿Qué es lo que la abuela te hace de comer habitualmente?
─Pues... me gusta el ramen, los takoyakis y las verduras.
─¿Quieres que te prepare ramen?
─Está bien.
─Muy bien. En diez minutos estará listo─ le vuelvo a acariciar la cabeza y me dirijo a la cocina.
Luego de diez minutos, está listo el plato de ramen.
─¡Tora, ya está lis...!─ lo veo sentado contra la pared. Tiene los brazos en las rodillas y la mirada triste.
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─¿Tora? ¿Qué te pasa?─ lo tomo del mentón y él me mira.
─Nada─ se levanta y toma el plato para irse al cuarto a comérselo.
