SNOWY Ⓓ [COMPLETA]

Capítulo 4.

4 | Series animadas.

No pude evitar asustarme. La llegada de esa carta suponía que mi mamá había llegado a saber mi ubicación y podría presentarse en cualquier momento en mi puerta. No me molesté en leer la carta. La guardé en mi armario y volví con Aaron.

Estuvimos hablando un poco de Sana. O sea, de las cosas que ella hacía, pero eso no me ayudaba. Si hablaban mucho de ella, yo perdía el sentido. No lo sé, tal vez el dolor me llegaba más fuerte cuando estaba solo. Luego, él se marchó.

Eran las cinco de la tarde cuando decidí ir al gimnasio. Cuando escapamos del pueblo, una de las cosas que más me ayudaron a no sobre pensar lo sucedido, fue hacer ejercicio. Sabía que era mejor desquitar toda mi rabia de esa manera.

Me puse mis audífonos y, por una hora, hice ejercicio sin parar. Me sentía tan frustrado en ese momento. Tantas cosas pasaban por mi cabeza. Yo sabía bien lo que me sucedía cuando pasaba por momentos malos, pero no quería volver al psicólogo. Esa vez no quería dejarme llevar por mis sentimientos.

Pero siempre tenía a Sana en mi mente. El recuerdo de alguien que no está siempre queda impregnado en los momentos, lugares y personas que estuvieron a su lado. Así que, cuando vi a Franco, pensé en ella, y me acerqué.

—Ejem. —Me aclaré a garganta y le toqué el hombro—. ¿Crees que podamos altérnanos?

—Hola, —me miró con sorpresa, pero con una mescla de alegría al mismo tiempo, lo noté por la forma en que sus ojos se abrieron y se iluminaron—, pensé que habías dicho que no te gusta a venir en las tardes.

—Otra casualidad. —Él esbozó una sonrisa y a mí se me contagió. Dejé mis audífonos a un lado mientras me sentaba en el suelo a esperar que él acabara—. ¿Recién llegas?

—No, la verdad ya estoy por acabar. Por mí no hay problema en compartir. —hizo un par de repeticiones más, se hizo a un lado y me dejó tomar su lugar—. ¿Así que ya terminaste el trabajo?

—¿Qué trabajo?

—Me dijiste que tenías que volver a casa por un trabajo de la Universidad.

—Ah, ese. —Ni para mentir servía del todo. Tomé un espacio entre repetición antes de contestarle—. Sí, ya lo he terminado. Esta mañana, con lo de preparar las palabras para el funeral y todo eso, no pude venir.

—Escuché que la policía está haciendo varios interrogatorios. —Él se había acomodado en el suelo y me miraba atentamente subir y bajar las mancuernas—. Les hicieron a varios de mis amigos que eran cercanos a Sana.

—¿A ti ya te hicieron?

—No. Mis amigos dijeron que estaban interesados en hablarme, pero no me han buscado. —Por lo que era su novio y pensaban que tenía información valiosa para saber sus acciones—. Tal vez mañana me toque hablar con ellos. ¿Por qué harán esto?

—Tengo entendido que ella huía.

—¿Huyendo? —Vi como las cejas se hundían de confusión—. Pero ¿de qué?

—No tengo idea. —Dejé caer las mancuernas al suelo y moví mis brazos para deshacerme del amortiguamiento—. Por eso están investigando, para ver si tienes idea de porqué lo haría.

—Es raro.

Nos quedamos en silencio mientras nos turnábamos. A veces yo le contaba y le daba ánimos para terminar las repeticiones. Yo hacía meno que él. Mi cuerpo no estaba tan entrenado como el suyo. Hasta que yo terminé. Me despedí de él con la mano y él lo hizo con una sonrisa dibujada en el rostro. Ojalá poder sonreír de manera genuina más seguido. Salí del establecimiento.

(***)

Cuando estuve dentro de la ducha tuve una gran opresión en el pecho, sentí mi piel grasosa y resbalosa, no había explicación para ello, sólo era un sentimiento dictado por mi mente, era como si estuviera sucio, pero cuando mis manos tocaban mi piel se sentía natural. Todo eso me estaba haciendo alucinar. Me estaba volviendo loco.

«El dinero, debes entregar el dinero».

Después de darle el dinero al padre de Sana, me había quedado sin qué darle a mi acosador.

Salí de la ducha, me cambié y me puse a revisar las redes sociales. No sé por qué me torturé en entrar en el perfil de ella. Miles de mensajes puestos sobre el muro de Sana. «Has dejado un hueco en mi corazón que nadie podrá remplazar jamás» o «No hay que estar triste, sino feliz porque tengo un ángel que me cuidará» eran los que más se repetían.

Bah, quién va a querer cuidarlos, se fue para no sufrir más, no para cargar con más mierda. Es raro, ¿sabes? Nunca conoces lo que sucede realmente. Es inevitable pensar que las personas se van sin saber siquiera cuánto las quisiste.

Tuve que cerrar la computadora para que la rabia no me atacara con más potencia. Escuché mi celular sonar, era un número desconocido, pero contesté.

—Ya he terminado de ver el primer capítulo —dijo. Reconocí en seguida que se trataba de Franco. Sentí una especie de alivio con solo oírlo. Cerré las páginas de mi computadora para ponerle atención a él—. Y debo decir que el de la gema del espejo es buenísimo.

—Lapislázuli es la gema más bonita que vayas a encontrar —aporté. Pero estaba satisfecho de que él aceptara que el capítulo estuviera bueno. Eso me daba la razón y tener la razón me hacía bien.

—Sí, no negaré que eso es verdad. El dibujo es muy bonito. Quedé enganchado. Aunque no voy a levantar lo que dije de Steven... es insufrible, fastidioso e inmaduro.

—Es un niño, ¿qué esperabas?

De pronto él dejó salir una carcajada.

—Bien, creo que he sido muy duro con él.

—Demasiado.

—¿Qué tal el tuyo?

—Te voy a ser sincero: no lo he visto. —El silencio se extendió por la línea y sentí mucha culpa por decirlo—. Pero no te preocupes, me pongo en ello en este mismo instante, puedo llamarte cuando acabe.

—No, vamos a verlo juntos.

—¿Por llamada?

—¿Por qué no?

Abrí mi computador y abrí la página para ver el primer capítulo de Hora de Aventura. Media hora después, me estaba riendo junto con Franco de las cosas que veíamos. Vimos otro y luego otro y así. No podíamos parar. Era bueno que la noche pasara tan rápido. Era como si tuviera alguien a mi lado y así no me sentía solo. Era bonito reír después de todo lo que había pasado. 

¿Qué impresiones tienen hasta el momento? ¿Qué les va pareciendo? ¿Hay algo que les esté causando más intriga? Comenten que leo todo.