Día 50

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Venus:

Cuando Wade me invitó a su casa esa misma noche no lo dude en ningún momento.

Ya no.

Suelto un gemido al sentir sus labios sobre mis piernas, separando con las manos y hundiendo su lengua por mi entrepierna, cada centímetro que va a avanzando se acerca a una bomba de deseo en mi interior que quiere ya quiere estallar.

Wade prueba de mi provocando que mi clítoris palpite, cierro los ojos y esta vez arremete su lengua contra mi sexo, prueba totalmente de ella provocando que mis manos se aferran a sus sabanas, araño estas y gimo en voz alta, lo escucho reír seguido de decirme lo mucho que me desea, sus lamidas no acaban, peor si se trasladan a mi estómago, mi ombligo se contrae y contengo la respiración.

Estoy desnuda igual que él y también llena de sudor por todos los roces que nos damos, aunque solo hace calentarme más, Wade quiere ir despacio, aunque resulte una verdadera tortura para mí, en especial cuando vuele a trasladarse y comienza a mordisquear mis pezones, a tirar de ellos con las manos y frotar su erección contra mi vientre.

Le aprieto la espalda con mis manos y lo atraigo hacia mí, al llegar a mi cuello, no deja de chupar de el mientras se coloca en posición, me besa el lóbulo y eso..

Joder, eso...

Me vuelve loca.

Cierro los ojos excitada.

Wade... Por favor...

Se detiene de mordisquear mi lóbulo y se inclina para observarme.

Sonríe.—Te deseo, Melocotón.

Lo atraigo hacia mí y nos besamos, al ingresar en mi interior lo aprieto más y ambos jadeamos, paramos por un segundo y comenzamos a movernos juntos, siguiendo el ritmo del otro.

Resulta cansado, agotador y sin aliento, pero es...

No tengo palabras exactas, lo disfruto como nunca, me aseguro que dure y tengo gravada en mi mente cada momento, cada palabra y cada ruido.

Me siento feliz.

Muy feliz.

Esa noche hicimos el amor, no una o dos veces, la realidad es que no importa ni el número exacto, solo lo disfrutamos, estar los dos juntos en ese preciso instante, igual que antes sin pensar en el futuro, al menos por mi parte, ya no me interesaba.

Seré egoísta, pero por primera vez solo quería pensar en mi propia felicidad y no en la de los demás, en ese momento lo haría y al volver estaba dispuesta a dar una conclusión a todo esto.

Mi respuesta era fácil y ya había elegido.

Desde que ingrese por la puerta de su casa, no, desde que acepte venir aquí lo hice.

Elegí a Wade

60 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora