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Carta
a
Santa
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Ya era viernes, último día que Bakugō tendría que soportar en soledad. Puesto que, luego de que navidad llegara (y con ello su nuevo mejor amigo para toda la vida), sus días no volverían a ser los mismos.

Ya no más miradas de reojo dadas hacia él. Ya no más burlas a sus espaldas.

Al fin todo eso habría terminado.

Sin embargo, algo de lo que escucho en su salida de la escuela perturbó su infinita emoción.

- Santa no existe, tonta -

Katsuki se detuvo en seco al oír aquello.

Miró a un lado al chico mayor de cabello rizado que estaba diciéndole eso a una pequeña chica de brillantes ojos ámbar.

- ¡Si existe! Todos los años mis papás me traen los regalos que él dejó para mí -se defendió la chica, luciendo molesta con la difamación que el chico estaba haciendo de su anciano favorito

Sin embargo, al de cabellos rizado eso no pudo importarle menos, pues sonrió con diversión ante el rostro molesto de la chica- No existe, es solo un cuento que crearon para los mocosos como tú -respondió con fuerza

Katsuki frunció su ceño en su lugar. No le gustaba como sonaba esa declaración. Y mucho menos le gustó lo que vino a continuación...

- Santa es solo una manera de hacer que los niños tontos sientan que la navidad cumple tus deseos -agregó el mayor, mirando los ojos de la chica frente a él comenzar a cristalizarse, lo cual solo lo motivo más a seguir hablando- Pero la realidad es que solo puede cumplir lo que la cartera de tus padres tiene para ti -finalizó

Y Bakugō decidió no seguir escuchando idioteces.

No tenía una razón para creer que un disparate como ese fuera verdad.

¿Qué Santa no existe? ¡Bah! Eso no puede ser verdad.

Y eso mismo lo comprobó cuando llegó a su casa.

El árbol estaba lleno de regalos, de todos los tamaños con papeles de todos los colores.

El cenizo corrió hacia el montoncito con una sonrisa de oreja a oreja.

- Bienvenido -saludó su madre, extrañamente calmada para lo que Katsuki estaba acostumbrado

Pero no le dio importancia debido a la emoción que le daba ver tan pronto los regalos bajo el árbol.

- Santa se adelantó este año -exclamó Katsuki, pensando en la manera en la que el anciano le enviaría su más ansiado regalo

¿Un chico caería en una caja?. Pensó con infantilidad.

Sin embargo, Mitsuki no respondió a las palabras de su hijo como este esperó.

- Hijo... Ya es tiempo de que veas que, en realidad, Santa no es... Real... -murmuró la rubia, acariciando los revueltos cabellos rubios de su hijo con una de sus manos, tratando de mantener un semblante tranquilo y cariñoso en todo momento, dispuesta a aceptar los reclamos de Katsuki luego de que este entendiera lo que acababa de confesarle- Siempre fuimos nosotros, tu papá y yo -agregó Mitsuki

Sin embargo, luego de tan solo un par de segundos, Katsuki asintió, mirando a su madre y murmurando un pequeño "Me lo suponía", lo cual dejo un poco más tranquila a Mitsuki.

- Estoy bien, mamá. No creas que lloraré por algo tan tonto como esto -reclamó Katsuki

Y Mitsuki no tuvo de otra que aceptar lo que su hijo le decía, a pesar de saber, por la manera en que Katsuki miraba los regalos, que no estaba del todo bien.

Pero decidió que dejarle su espacio era lo mejor, así que acarició una última vez los cabellos cenizos de su hijo, murmuró que lo amaba y se retiró de la sala. Permitiendo que Katsuki se fuera a su habitación para tener un momento a solas.

Cosa que este cumplió con pasos apresurados y los puños apretados.

Y es que ¡Ahg!

No estaba bien. ¡No estaba nada de bien!

El rubio miró a su alrededor en su habitación.

No le molestaba que sus padres le hubiesen mentido con respecto a Santa.

No, no era eso lo que en esos momentos lo estaba haciendo derramar gruesos ríos de lágrimas.

Tampoco era el hecho de saber que, posiblemente, le estaban mintiendo con mil y una cosas más.

Claro que no, sus lágrimas iban más allá de una simple mentira.

Estás se debían al dolor. A la desilusión.

Porque, si Santa no existe, entonces su deseo tampoco.

Y saber aquello lo lleva a aceptar el hecho de que no tendrá un amigo.

Ni esta navidad, ni ninguna otra.

Porque solo un milagro navideño podría haber hecho aquello.

Carta a Santa    [Katsuki; KrBk]Where stories live. Discover now