Capítulo 3

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La oscuridad de aquellas regiones misteriosas era la más profunda y espesa que Rey nunca había contemplado. No había lugar allí para la luz, y por un momento la joven recordó su vida en Jakku, donde los días eran cálidos y luminosos. A pesar de la soledad que siempre había sentido allí, su desértico y solitario hogar era un paraíso comparado con esta pertinaz oscuridad que todo lo rodeaba.

Aterrizó la nave y descendió. El suelo era duro, seco y polvoriento. No había lugar para la vida en esa tierra estéril y anegada por las sombras; ni una brizna de hierba, ni una planta, solo el polvo levantado por rachas de viento, que se metía en los ojos y aumentaba la sensación de angustia y el ambiente irrespirable.

Sólo en un lugar como ese podría haberse escondido un ser tan vil como el emperador. La tierra emanaba su misma maldad.

Rey comenzó su descenso a los infiernos en la guarida de su abuelo. Saber que era su nieta sólo le había provocado rechazo en un principio, y un profundo desprecio después al saber que era el culpable de la muerte de sus padres. Ahora, sin embargo, sólo sentía indiferencia. Literalmente, el único familiar vivo que le quedaba no le hacía sentir nada, como si su corazón fuese incapaz de sentir ni la más mínima curiosidad o sentimiento por aquel hombre. Nada le importaban ni él ni su apellido; ella seguía siendo y siempre sería Rey de Jakku, una chatarrera hecha a sí misma, que había sobrevivido toda su vida por sus propios medios. No había lugar en su corazón para la ambición y el ansia de poder de su abuelo, ni necesitaba de un gran apellido o una alta posición en la sociedad para sobrevivir ni reafirmar su personalidad.

Ayudándose con la luz que desprendía el sable láser de Leia, Rey caminó por los pasillos de piedra negra y desnuda que conformaban la guarida del emperador, hasta hacía poco tiempo desconocida. Sabía a dónde tenía que dirigirse, y estaba lista para atacar en cuanto percibiera el más leve movimiento, pero nadie salió a su paso, como si la evitaran intencionadamente. Entonces comprendió que la estaban esperando; no la detendrían porque querían que estuviera precisamente allí con algún propósito. Bien, ella también tenía uno: destruir a Palpatine, y daría hasta su último suspiro por cumplir con ese objetivo.

Aceleró el paso.

Enormes estatuas de horrible rostro, talladas hacía tanto tiempo que no quedaría ni el recuerdo de aquellos que las mandaron realizar, custodiaban la entrada de aquella especie de templo a la maldad. Rey inspiró profundamente, intentando recoger todo el oxígeno posible, pues si el ambiente en el exterior era malo, aquí era mucho peor. La penumbra era aún más espesa.

Finalmente, ante los ojos de Rey apareció un enorme trono de piedra negra, del que brotaban decenas de puntiagudos brazos, imitando una especie de arácnido enorme y mezquino; un graderío rodeaba el lugar, como en un estadio donde quién sabía quién se habría reunido allí para prácticas en las que era mejor no pensar.

La joven esquivó la boca de un pozo sin fondo, más oscuro que la noche, y se acercó hasta el trono, observando las gradas vacías. Se sentía observada, aunque no hubiera nadie allí aparentemente. Entonces, detectó un movimiento por el rabillo del ojo.

Su respiración se cortó súbitamente, y sus ojos miraron fijos el horror que se había presentado ante ella: Palpatine. El antiguo emperador tanto tiempo dado por muerto ciertamente no tenía el aspecto de ninguna criatura viva, sino el de algo tan grotesco y malvado que solo podía pertenecer al mundo de los muertos. Su piel parecía tan vieja y desgastada como la piedra de su negro trono. Apenas permanecía vivo gracias a una intrincada maquinaria repleta de cables, que le ayudaba a caminar, pues sus piernas ya no se lo permitían. Sus manos dejaban ver los huesos en algunos de sus dedos, por la podredumbre de su carne.

Sin embargo, el odio de su mirada y de su gesto seguía siendo tan fuerte como siempre. Sus labios ennegrecidos, putrefactos como los de un cadáver, hablaron por primera vez.

The rise of Ben SoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora