Capítulo 8

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El Halcón aterrizó entre las demás naves que habían vuelto a la base, en medio del bullicio creado por los gritos de festejo y júbilo de los miembros supervivientes de la Resistencia. Amigos, amantes y desconocidos se abrazaban y reían de felicidad por haber ganado la batalla contra una muerte segura.

Rey vio a Poe besando con intensidad a una chica, que por su atuendo parecía ser Zorii, mientras el grandullón Chewie levantaba en un estrecho abrazo a la risueña Rose, y Lando daba unas palmaditas en la espalda de Ben, aprobatoriamente.

Poe, Finn y ella se reunieron al fin en un largo abrazo de celebración, que sólo fue interrumpido cuando Poe se percató de la presencia de Ben junto a ellos. El rostro del piloto se puso serio casi de inmediato, y prefirió alejarse con una excusa. Finn sacudió la cabeza, lamentando su reacción, pero pronto pasó a preocuparse por alguien más.

-¡Rose! Tenemos que hablar –llamó a la chica cuando pasó cerca de él.

-Ahora no tengo tiempo, Finn -Le contestó ella, pasando de largo.

-Pero, espera...-Finn salió detrás de ella, argumentando mil excusas más.

Ben los miraba divertido, pero su expresión cambió cuando dirigió la vista hacia el edificio donde había fallecido su madre. Ben ya no tendría la oportunidad de verla una vez más. Entonces fue realmente consciente de que no tenía a ninguno de sus padres vivos. Sintió una profunda miseria por el tiempo perdido, reprochándose haber tardado tanto en dejar el lado Oscuro, y haberles costado la vida a sus padres. ¿Realmente lo merecía? Llegó a pensar en un momento de flaqueza.

Sin que él se percatara de ello, Rey veía su mirada perdida experimentando el mismo caudal de sentimientos que le desbordaban: el miedo a la soledad, el remordimiento, y el sentirse tan desubicado en medio de aquellas gentes, de las cuales sobresalía una o dos cabezas por su gran altura. La mancha de sangre seca en su rostro en lugar de darle fiereza, solo le daba un aire de niño perdido en medio de la guerra, sin rumbo ni expectativas.

El sol salió en ese mismo momento en el horizonte, y sus rayos benéficos atravesaron el follaje del bosque, bañando a Ben en su luz. Rey no pudo resistirlo más, y se acercó hasta él decidida.

-Mi sol, no estás solo, ni perdido –le dijo Rey, tomándole de las manos-. Tú y yo saldremos adelante. Juntos.

Entonces agarró su rostro con las manos, y le hizo inclinarse un poco para llegar hasta sus labios. Así, Rey besó a Ben con toda la intensidad que había estado reservando desde hacía un año, mientras el joven la estrechaba contra su cuerpo, y la luz del amanecer bañaba a todos los miembros de la Resistencia con su calor.

Cuando finalizaron su largo beso, los jóvenes se miraron sin reparar en las miradas y comentarios que algunos les dirigían. Nada les importaba en ese momento lo que pudieran pensar, solo que al fin estaban juntos y a salvo. Ben le dedicó a Rey la sonrisa más amplia y esplendorosa que nunca había visto. Ella sintió su gesto como un valioso regalo, pues nunca antes le había visto sonreír así. En respuesta, ella también sonrió, sin soltar su rostro ni desviar la mirada de sus ojos castaños. Rey acarició su sedoso cabello negro.

-Adoro tu sonrisa, Ben Solo.

-Lo sé. Te gusta casi tanto como acariciar mi cabello –respondió Ben riendo, y agarrándola con sus fuertes brazos para elevarla del suelo hasta su altura y volver a besarla.

***

Su momento de dicha, no obstante, no duró mucho. Acabada la guerra, llegaba el momento de los juicios contra los prisioneros del bando enemigo para comprobar qué nivel de implicación tenían en el desarrollo de los hechos, y su posible condena; Ben Solo era uno de ellos.

Apenas le dieron tiempo para terminar de curar sus heridas, alimentarse y lavarse un poco. El joven encontró algunas de las pertenencias de su padre entre las cosas de Leia, y se puso un pantalón nuevo, una camisa blanca y un chaleco que le había visto llevar a Han en varias ocasiones. Le conmovió que, a pesar de la separación, su madre aún siquiera conservando las pertenencias de su marido, como si tuviera la esperanza de que tarde o temprano volvería a convivir con él.

-No les resulta fácil aceptarme de nuevo -se lamentó Ben a Rey, recordando el rechazo de Poe -. Pero no esperaba otra cosa. Sabía que tendría que enfrentarme a un juicio. Es lo justo.

-A veces lo justo y lo correcto no son lo mismo -protestó Rey-. Ellos no te conocen como tus padres y yo, pero me escucharán. Haré que conozcan tu historia.

Ben acarició el rostro de Rey, agradecido, y esbozó esa sonrisa torcida a la que la joven ya se estaba acostumbrando, y que hacía latir su corazón más deprisa.

-Lo sé.

Después desvió la mirada, apesadumbrado. Intentaba no derrumbarse ahora que sabía que sus sentimientos eran correspondidos por Rey. Pero con las muertes que tenía a sus espaldas se preguntaba si realmente merecía ser feliz. Si él era lo que Rey merecía. Probablemente no, pero eso no cambiaba el hecho de que deseaba estar junto a ella más que nada en el mundo.

-Sé que merecería la muerte, y sin embargo deseo vivir -le terminó confesando a Rey con la voz desgarrada -. Nunca había sentido tantas ganas de vivir, Rey. ¿Es correcto sentirse así después de lo que he hecho?

-Lo es, mi sol -Le reconfortó ella, abrazándole.

Finn, Maz y otros dos soldados entraron entonces en la habitación de Leia para buscar a Ben. 

-Debes venir con nosotros, Solo –le dijo Finn. Un soldado sacó unas esposas por si intentaba escapar. Pero Ben le advirtió con un gesto que eso no sería necesario, y Finn no tardó en reprender al hombre -. Guarda eso.

-Gracias –le dijo Ben a Finn.

-Creo que de habernos conocido en otras circunstancias me habrías caído bien, Ben Solo. Puede que no sea demasiado tarde.

El soldado guardó las esposas a regañadientes, acatando la orden de su superior. Maz se acercó entonces al joven y le hizo entrega de algo.

-Ben, tu madre quería que leyeras esto cuando regresaras –el chico cogió la carta que la anciana le ofrecía, dándose cuenta de que había dicho "cuando", y no "si". Su madre sabía que él regresaría a la luz, y eso le infundó un nuevo valor a pesar de su situación poco halagüeña.

Todos se apartaron un poco para dejarle unos breves minutos de intimidad con las últimas palabras de su madre. Maz se acercó entonces a Rey y le habló en bajo:

-Ese ha sido un movimiento arriesgado, Rey –le comentó la sabia anciana en referencia al beso -. Te has posicionado a favor de Ben, y eso podría afectar a la validez de tu testimonio ante el Consejo.

-No me importa. Lo único que quiero es que Ben sienta que no está sólo, que no le abandonaré.

Maz sonrió.

-¿Ves cómo tenía razón, jovencita? Aquella pertenencia que buscabas no estaba en tu pasado, sino ante ti –dijo enigmáticamente la anciana, mirando al muchacho de rostro melancólico, que leía la carta al borde de las lágrimas.

Cuando acabó, Ben se limpió los ojos y se puso en pie, pasándole la carta a Rey para que ella la guardara. Si hubiera querido, se habría desecho fácilmente de los guardias, pero él sabía lo que tenía que hacer; sabía que si dejaba el lado Oscuro después de todo lo que había hecho, este momento llegaría.  Lo aceptaba.

 Salió de los aposentos de Leia escoltado por los guardias y por Finn, dedicándole una última mirada a Rey.

<<Coraje, Ben>> -le transmitió ella con su mente –. <<Sabes que te quiero>>. Él guiñó un ojo en respuesta, para quitarle seriedad a la situación. <<No más que yo a ti>>.

The rise of Ben SoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora