Adrien Agreste y Marinette Dupain-Cheng son dos adolescentes con una vida más o menos normal.
Pero hay algo de ellos que nadie sabía. Son Ladybug y Chat Noir... los héroes de París.
La situación en la que se encontraban parecía que no iba a dejarlos...
Una vez que Marinette me contó que había comenzado a escribir este diario desde que habíamos empezado a ser pareja, no pude evitar pedirle si podía yo también escribir en él. Me parece emocionante que los dos escribamos ahora sobre nuestros momentos juntos, para que en unos años los podamos leer y acordarnos de lo bien que lo pasamos.
Pero bueno, creo que ya es hora de hablar de lo más importante. Y es que aunque pareciera increíble, mi padre nos había dado su consentimiento... ¡Mi Lady y yo por fin éramos libres para estar el uno junto al otro!
Reconozco que, ya los días antes de revelárselo a Alya y Nino, me estaba costando mucho aguantarme el no poder hablar y estar con ella como lo haría una pareja normal. El verla de lejos, no era suficiente...
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Pero por suerte, eso ya se acabó. Tom y Sabine estaban muy contentos con la noticia, y mi padre tampoco iba a poner problema. Y así, los siguientes días los pasamos prácticamente juntos todo el tiempo, llegando incluso a pedirles a Alya y Nino si podíamos cambiar los sitios para sentarnos juntos...
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El resto de nuestros amigos también se alegraba por nosotros, a excepción de Chloé y Lila, aunque eso no nos importaba. Estábamos tan felices por estar por fin juntos, que nada iba a arruinarlo.
Sin embargo, sentiamos que todavía teníamos que dar más explicaciones. Me refiero a Kagami y Luka.
Después de nuestra ruptura, apenas si había vuelto a hablar con Kagami, pero aún así me sentía responsable de tener que contarle todo.
De igual manera, Marinette me contó que Luka había respetado su decisión de elegirme a mí, y por eso necesitaba decírselo directamente.
Así que eso hicimos. Quedamos los cuatro en la escuela después de las clases de esgrima... y se lo contamos. Y admito, que fue más duro de lo que nos pudiéramos pensar...
Al final, nos dijeron que lo entendían, pero ambos tenían una expresión tan seria que no era propia de ellos... ni siquiera de Kagami. De hecho, me dio la sensación de que hablaban entre ellos en el momento que Marinette y yo nos volvimos a dirigir la mirada...
