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Capítulo 33: Los cuernos que me pusiste.

- Muy bien, Kimberly, te ves bien. Llenaré tus papeles de salida y mañana te daremos de alta.- dijo el doctor Rogers.- Tenemos que darle indicaciónes para que se cuide. Al parecer la músico terapia funcionó.- el doctor me sonrió antes de irse.

Kim me sonrió alargando su mano a mi, la tomé con la sonrisa contagiada.

Kim había pasado dos semanas en terapias para asegurarse que su cuerpo volviera a ser el mismo antes de estar una semana en coma.

Había tenido terapia para volver a moverse, volver a hablar (cosa que no terminaba de entender por que estaba hablando con normalidad antes de la terapia). Pero me alegraba mucho que luego de dos semanas de estar prácticamente viviendo en un hospital, al fin le dieran la salida.

- Papá quiere que regrese a Miami.- soltó con sus dedos entrelazados con los míos.

¿Qué se fumó ese hombre?

¿Como carajos piensa que se va a llevar a Kimberly.

Acabamos de volver, no voy a dejar que se la lleven.

Hablo como si pudiera evitarlo. La verdad es que si se la quiere llevar no hay mucho que pueda hacer al respecto.

- ¿Y tu quieres irte?- ella negó con su cabeza.- Díselo.

- El problema es que el doctor me dijo que tenía que quedarme con alguien que me cuidara, y sé que en Miami está Brenda que siempre me vigilaría.

- Te podrías quedar conmigo.- ofrecí tratando que no se la llevaran.

- No querría molestarte.- dijo algo tímida...

Un momento.

¿Kimberly Hoffman siendo tímida conmigo?

El mundo se va a acabar.

- Recién volvimos y no quiero arruinar las cosas. Aparte tu trabajas y no quiero que llegues cansado y tengas que soportar a un parásito en tu departamento.

Y ahí vamos de nuevo con el bajo autoestima provocado por el novio que la golpeaba. Ella se creía a si misma un estorbo gracias a lo que ese imbécil le decía.

No deberían existir tipos que le hagan ningún tipo de daño a una chica.

- ¿Bromeas? Llegar a mi casa, ver a la chica que amo en pijamas con porte de vagabundo.- ella soltó una risita.- Será divertido, intentémoslo.

Me gustaban esos momentos en, el hospital había literalmente vuelto a unirnos, ahora pasábamos mucho tiempo juntos, al punto que yo acaparaba casi todo su tiempo de visitas.

Si, Lexa no está muy felíz conmigo por eso.

- ¿Me amas?- preguntó con una sonrisita en su hermoso rostro.

- Con todas mis fuerzas.- respondí.

Me miró mordiendo su labio, posiblemente ocultando una sonrisita, cosa que siempre hacía cuando iba a decir algún comentario ingenioso.

- La suma de todas las fuerzas da igual a cero.- informó, sonreí divertido.

Por cosas como esas la amo, cosas que no esperas que diga pero lo hace y termina demostrando lo inteligente que es.

- Entonces no te amo.- fingí indiferencia encogiendome de hombros.

La misma enfermera que había cuidado a Kim entró de nuevo alegremente.

- Hora de comer, Kim.- movió la mesa para que quedara sobre la cama.- ¿Quieres comer, Alan?

- Por favor, Eva.- pedí.

Hey, imbécil [Hey 1] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora