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Pasaban las semanas y las cosas se sentían cada vez mejor; habíamos descubierto el hobby de ver películas malas de diferentes géneros y criticarlas o burlarnos de ellas.

Pero cuando tu suegro interrumpía una de las películas al llamar a tu esposa volvía incómodo verla.

- ¿Ahora mismo?- preguntó ella al teléfono y me volvió a ver.- ¿Dos horas? Bien.- preguntó y colgó

- ¿Está todo bien?- pregunté moviendo unos mechones de su cabello detrás de su oreja.

- Tengo que hacer un vuelo de emergencia a Nueva York.- ladeó el labio parándose.

- ¿Asuntos del hotel?- pregunté viéndola, me paré para acompañarla a la habitación sabiendo que tendría que ayudarla.

- Si, hay que ir a firmar unas cosas para la apertura de la nueva sede.- comentó yendo al armario.- ¿Me alcanzas mi maleta?- pidió viendo la parte alta, tomé la que siempre usaba cuando volaba.- No, la que es más pequeña.

- ¿Más pequeña? ¿Cuanto tiempo te vas a quedar?- fruncí el ceño dejándola en el suelo.

- Vuelvo mañana, posiblemente al almuerzo.- respondió.- Ni siquiera voy a ir en avión, voy en metro.- tomó un par de cosas para empacarlas.

- ¿Metro? Eso es un milagro.- sonreí.

Habíamos usado el metro antes para ir a Nueva York pero específicamente para visitar museos cuando a Kim se le antojaba en fines de semana.

Y sorpresivamente, la primera vez que fue en metro a esa ciudad fue gracias a que yo se lo insistí por que ella quería ir en auto pero a mi me daba demasiada pereza manejar hasta ahí.

- Si, no tengo ganas de volar.- hizo una mueca doblando ropa.- ¿Quieres ir conmigo?- preguntó volviéndome a ver.

- Mañana tengo que trabajar, cielo.- denegué recostándome en la pared.

- Tú te lo pierdes, guapo.- se encogió de hombros viéndome pero sin dejar de empacar sus cosas, sonreí.

- Me gusta cuando me dices guapo.- ladeé la cabeza.

- Varios meses casados y más de dos años de relación, sé que te gusta que te diga guapo; eres muy narcisista como para que no lo haga.- dijo con notable suficiencia en su voz.

No era algo nuevo, desde que habíamos comenzado a salir me llamaba así, pero creo que nunca había expresado realmente lo mucho que me gustaba que me dijera así, lo que no esperaba es que dijera es que era muy narcisista como para que me gustara.

Sabía que era muy narcisista, pero no por eso me gustaba que me dijera guapo.

- ¿Me haz psicoanalizado, rubia?- ladeé la cabeza frunciendo el ceño.

- ¿Qué puedo decir? Mi marido trabaja recogiendo muertos y eso de alguna manera tiene que afectar su cerebro, me gusta leer psicología en caso que necesites hablar con alguien.- argumentó, sonreí un poco.

No sabía que ella hacía eso, no tenía ni idea quhe leía sobre psicología por que sabía que, de cierto modo, ver todas esas cosas todos los días veía afectaba en cierto modo, pero posiblemente no tanto como ella creería.

Eramos entrenados para eso en la universidad.

- Eso es dulce.- me crucé de brazos.

- Soy dulce en general, cielo.- me guiñó el ojo.

Ponía bastante en tela de duda eso pero no comentaría nada en contra por el bien de mi vida.

Aunque no es como que mi vida dependiera de ello, no quería que se enojara conmigo antes de irse.

Hey, imbécil [Hey 1] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora