Capítulo 4

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Estaba haciendo el rídiculo. Rápido limpie las lágrimas de mis mejillas y meciedo la cabeza de un lado a otro y sonriendo lo más falso que pude, lo miré.

—¿Quién es Frank, _________? —preguntó nuevamente ahora esperando una respuesta, suspire agachando la cabeza, no quería responder, a algo que ni siquiera yo sabía.
—No lo sé —musité, mi voz salió ahoraga. El suspiro apartando su mano de la mía, cansado de la *beep* respuesta que le daba a cada rato.
—Te pusiste como loca recién y gritabas su nombre a cada rato ¿quién es él?
—Él me tocaba, le pegaba a mi madre, pero no se quien mierda es.

Para cuando Justin iba a responder, su secretaria, Susanne, entro a la oficina avisándole que una paciente la esperaba desde hace rato, afuera. Sequé bien las lágrimas de mis mejillas y viéndome en el pequeño espejo de mi cartera, retoque el maquillaje escondiendo cualquier rastro de lágrimas de mi cara.
—Nos vemos nuevamente el lunes, _______, necesito que aunque sea doloroso, recuerdes quien es Frank —asentí silenciosamente tomando el pomo de la puerta y encontrándome con la sonrisa de Sara tras ésta.

Ella se mantuvo silenciosa todo el camino, ofreció pasar a tomar un café. Había tomado la tan ansiada siesta y quería seguir haciéndolo, pero con sueño, no podía seguir conduciendo.
—¿Qué sucedió, en la consulta? —negué jugando con la etiqueta del vaso, ella suspiro tomándome de la mano.
—Tengo una fobia llamada Afenfosfobia.
—¿Eso que significa? —egunto tomando un largo sorbo de café.
—Miedo a ser tocada. Justin cree que fui violada.

La cara de Sara se transformo, el café salió disparado de su boca, callendo como pequeñas gotas en la mesa blanca. Sus ojos demostraron miedo y puedo suponer que dejo de respirar por un segundo.
—¿Recordaste alguna cosa? —pregunto con temor, un notable temor. Negue con la cabeza confundida, ella sabía algo que yo no— ¿nada?
—No, nada, solo... que alguien me tocaba, pero no sé quién, solo recorde su nombre.
—¿Qué nombre?
—Frank —dije segura, la escuche suspirar fuertemente mientras se pasaba una mano por el cabello quitándolo de su cara.
—¿Segura que no recordaste nada más?
—No, Sara, nada más ¿hay algo que debes decirme?
—No —respondió rápido— ¿qué tal si ya nos vamos? Creo que ya puedo conducir.

En menos de diez segundo, sara se encontraba lista para salir del establecimiendo de café. La seguí a paso lento. Mirando de vez en cuando sus reacciones. Suspiraba nerviosa, apretaba fuertemente el manubrio y pude ver sudor en su frente.
—Sara —la llame, ella jadeo, echándome una rápida mirada— ¿estás bien?
—Si, bueno, tengo dolor de estómago, creo que vodka y café no hacen una buena combinación —respondió con su voz de "no, nada esta bien".

Decidí ignorar su tono, cerrando los ojos y pasando esas ráfagas de recuerdos que me hacian estremecer. Al llegar, se estaciono en frente despidiéndose de mí tan rápido que me extraño, gritandome que me llamaría luego.

Como no tenía nada mejor que hacer, abría el libro "Sexo para dummies" en la sección de "Como tener relaciones para procrear". Bajando el libro a mis piernas, respiré recostando mi cabeza en la cabezera del sillón, pregúntandome a mi misma, si alguna vez podría tener hijos, o simplemente, perder la virginidad antes de pasar a otra etapa, aunque, a este paso, era un enigma.

—¿Recuerdas a John, el sicologo de tu madre?
—Algo, ¿por qué? ¿pasa algo con Katherine? —pregunte asustada, hace tie,mpo no sabía nada de mi madre y lo que menos esperaba, era una mala noticia.
—No, solo, me gustaría que lo fuéramos a visitar.
—Sara —reproche— ¿Para qué? ¿No te basta que visite a un sexólogo, si no ahora a un psicólogo?
—No es por el asunto de tu virginidad, es por el asunto de tu fobia a ser tocada, también, me gustaría que pasaramos a ver a tu madre.
—¿Para...
—Simplemente, quiero que vallamos, necesitas hablar con ellos, la cita esta para el martes, a las cinco.
—Sara, estoy cansada con el asunto del Doctor Bieber y su terapía, como para ir ahora con un doctor para locos —musité, ella suspiró.
—No es un doctor para locos, es un psicólogo, esté sí, común y corriente.
—No iré, asi que deja de insistir, con el sexólogo basta y sobra, ahora, vamos a algún lugar que no tenga que ver con hombres folladores —ella rió suavemente, resignandose a discutir lo del psicologo conmigo.

Poniendo el auto en marcha, conducimos hacia lo que más le gustaba, las compras.
Ropa, ropa y más ropa, además de unos cuantos zapatos y carteras. Las bolsas no caían en el maletero, por lo que algunas, tuvieron que guardarse en los asientos traseros, De veinte bolsas, solo tres eran mías. Comprar no me gustaba, menos no teniendo con que darme el gusto.
—Ya entiendo porqué las cosas van mal con Charlie, te gastas todo su dinero —bromee, ella rió suavemente con un toque de tristeza— chiste malo ¿no? ¿Qué sucede?
—No llegó a dormir anoche. Creo que tiene otra mujer, he sentido perfume de mujer en su ropa.
—¿Te afecta?
—No como creí que lo haria, pienso que realmente las cosas estan cambiando entre nosotros y el amor que alguna vez sentimos, se estaba apagando de a poco.

Suspire acariciando su brazo, jamás había tenido un novio de más de una semana, no podía darle consejos sobre lo que estaba sucediendo en su relación ahora. Así que solo decidi ayudarla con mi silencio.

El lunes, a las diez, Justin estaba sentado tras su escritorio, con una sonrisa y las manos en su pecho, cruzadas, por debajo de la mesa pude ver una pierna sobre la otra y tuve que respirar profundamente para no desmayarme.

Ese hombre era caliente.
—¿Estas mejor? —pregunto luego de saludarme con una ligera inclinación de cabeza.
—Si, no sé que ocurrió el otro día.
—¿Recordaste alguna cosa?
—Nada, intente no pensar en quien era Frank todo el fin de semana —respondí sentándome frente a él.

Sacando una carpeta de uno de los cajones del escritorio, me miro, abriéndola, sacando un grueso sobre de ella.
—¿Qué es eso?
—Aunque no lo creas, llevando tan pocos días de consulta contigo, las ideas se me han acabado y no se como ayudarte, así que, empezaremos con una terapía de ayuda a tu fobia.
—¿Que hay con el sobre?
—Eligirás a mi ayudante —respondió con una sonrisa, esparciendo diez fotos por todo el escritorio.

Diez, guapos, sexys y calientes chicos, de los cuales solo debía elegir uno.

Analice una a una las fotos que estaban frente a mí. Joder, me mordí el labio fuertemente al ver las fotos. Esta definitivamente, era una de las cosas más difíciles que me ha tocado hacer. Quite mi vista de la segunda foto y la dirigi a la sexta. Eran jodidamente parecidos y los más sexies de los diez. Teniendo una pizca de Justin.
—El segundo y el quinto son...
—Mis hermanos —contesto sonriendo e interrumpiéndome. Lamí mi labio inferior mirándolo— Uno es el mayor, de treinta, yo soy el de veintisiete y el otro de veintitrés.

Inmediatamente descarté al quinto y me quede con el segundo, aunque solo eran unos años de diferencia, no quería ser una pervertida, además del caso de que siendo menor que yo, sabía mucho sobre actividad sexual.

—Entonces él —toque la foto, apartándola de todas y pasandósela.
—Su nombre es Jake... ¿ni siquiera preguntarás de qué tratará el procedimiento? —pregunto y yo jadeé sorprendida.
—hum, si —contesté y él rió roncamente guardando las fotos, dejando solo la del elegido.
—Ellos son, algo así como gigolos.
—¿Prostitutos? —pregunté confundida.
—Algo así.
—¿Y para que querría yo un prostituto? No pienses siquiera que perdere mi castidad con uno. Quiero un hombre que sepa pero que no haya sido tocado por mil mujeres, ni que tengo alguna enfermedad de transmisión sexual.
—No tienen ninguna enfermedad —dijo serio— y no, no he pensado que perderás tu virginidad con él, simplemente, te dará unas pequeñas clases de como actuar en la cama.
—¿Cómo actuar en la cama?
—Si, como sacar la ropa a un hombre y como puede sacartela él a ti sin tener contacto directo, ya sabes, para que no te asustes.
—¿Es eso posible?
—Si para él —Justin sonrió— Trabaja en un club muy conocido de la ciudad, quizá alguna vez hayas ido.
—¿Cuál? —preguntó interesada y algo ofendida.
—Bowery Ballroom en la 6 Delancey Street —abro mi boca y un sonido sale de ella, reconociendo el lugar. Una vez había ido con Sara, pero no tenía idea que prostitutos trabajaban allí.
—Lo conozco, he ido un par de veces.
—Y por si te preguntas, Jake no trabaja allí, solo nos juntaremos y analizaremos tu comportamiento, pero no sera con un desconocido, sera con él.
—Si es un desconocido para mi —murmuró.
—Al menos cuando se te haya acercado, tienes a tu favor el haberlo visto ya por una foto.

Tiene razón, así que sigo mirando la foto interesada. El chico era guapo y muy, muy bonito. ¿Cómo es que puede desperdiciar aquello siendo un prostituto? Eso es algo que nunca podré comprender.

La hora de terapía ya ha terminado y hemos quedado de juntarnos el día viernes a las nueve en aquel lugar. Sara decidió acompañarme apenas le dije. La foto la había guardado conmigo, al menos, nos conoceríamos desde antes, aunque la única que hablara en nuestra relación.
Algo realmente penoso.

Virgen a los 25Where stories live. Discover now