Capítulo 24

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Unos cuarenta minutos después, por fin había terminado de armar la colchoneta inflable para Paulette. Hace unos diez mi hermana y ella fueron a quien sabe donde cuando no prestaba atención a su conversación. Guardando la caja junto con la bomba debajo de la cama de Sophie, me encaminé a mi habitación y pronto recordé que hace casi dos horas le mandé un texto a Cody. Cogí mi celular de la cama, encendiendo la pantalla y verificando si mi mejor amigo respondió.

No lo había hecho. Cavilando por un momento, una sonrisa maliciosa surcó mis labios.

Para: Rubia oxigenada.
Adivina quien está en mi casa justo ahora.

Pulsé la tecla de enviar para luego reírme silenciosamente de mi mejor amigo, el cual dejaría en duda por largo rato en venganza por dejarme botado por los del equipo. Y aunque me alegra que tenga otros amigos aparte de mí, este sentimiento de abandono no se iba de mi pecho por más que tratara de ignorarlo. Bloqueando la pantalla, lo dejé de nuevo en su lugar para ir a la planta baja donde pronto escuché la muy escandalosa risa de mi hermana proveniente del sofá.

Me acerqué dejando caer mi trasero a un lado de donde Paulette se encontraba sentada, la cual reía junto a la loca pelirroja. La primera se giró a mirarme de repente y por un instante me pregunté si no le había dolido el cuello.

―Por Dios, Thaiel. ¿De verdad entraste al baño de chicas? ―Sus mejillas estaban ligeramente arreboladas, como si aguantara las ganas de reír. Le dirigí una mirada fulminante a Sophie por encima del hombro de Paulette, pero esta tan solo me dirigió un guiño en burla.

Quise meter mi cabeza entre los cojines para no responder.

Fue cuando tenía unos quince años y Cody me había retado a beber un montón de soda. En mi prisa por llegar al baño terminé en el equivocado. Una mujer me golpeo con su bolso en la cabeza diciendo que era un pervertido y más.

Al terminar ambas chicas estallaron en risas estruendosas, pero en ese momento un trueno resonó increíblemente fuerte por encima de nuestras cabezas y justo después todo quedo en absoluta oscuridad donde no podía ni ver mi mano, aunque esta estuviera frente a mi nariz. Un grito ahogado de parte de Paulette me hizo dar un respigo en mi lugar.

―Jesús, no. Odio la oscuridad y más cuando hay tormentas.

―No te preocupes, Pau. ―Pidió mi hermana mientras encendía la linterna de su celular, apuntándonos solo para encandilarnos brevemente. ―Verás que regresa pronto.

No fue así, habían pasado más de tres horas y nada que volvía la electricidad, aunque no supe cuando ni como terminaron sentadas en torno a la mesa de centro la cual sostenía un par de velas que ya iban por la mitad con mi hermana relatando historias de terror de las cuales ninguna me causaba el mínimo temor, pero Pau en cambio se encontraba encogida con una gruesa frazada bien enrollada en su cuerpo, mordisqueándose el labio en nerviosismo y mirando a todas partes como esperando que alguna cosa horrible saltara de detrás del sofá para asustarla. Sophie ni se conmovía por la cara aterrorizada de la castaña, por lo que seguía relatando aquella ridícula historia ficticia.

―… y nunca volvió a ser visto. Aunque se dice que, por las noches, sobre todo en las tormentosas como ésta va de casa en casa con un hacha buscando al asesino de su esposa y que al no encontrarlo mata a todas las familias que se cruzan en su camino. Prometió jamás descansar hasta hallarlo, sin importar cuantas personas mueran por su sed de venganza. ―Finalizó Sophie con un tono de voz misterioso y algo tenebroso, lo que hizo que la castaña se abrazara mejor a sí misma.

Le hice una seña a mi hermana para que cortara el rollo de sus historias desde el sofá grande donde me encontraba sentado, pero ya era algo tarde puesto que Paulette seguía con la misma expresión. Mi hermana pareció ligeramente arrepentida luego y trató de calmarla sentándose a su lado con una sonrisa simpática.

―Oye, Paulette. No te asustes que sólo es una historia inventada, ¿sí? No pensé que te asustarías tanto. ―La susodicha relajó un poco su postura y sonrió ligeramente, soltando su fuerte agarre de la frazada para destaparse de esta.

―Lo siento, es que me asusto de la nada por cualquier cosa. No puedo evitarlo. ―Soltó una tenue risa que me sonó a avergonzada, pero Sophie río con ella.

Unos pocos minutos después donde sólo se escuchaba el repiqueteo de la lluvia, un escandaloso sonido de algo cayendo procedente de la cocina hizo que Paulette soltara un agudo y repentino alarido de terror que pudo haberse percibido por toda la manzana. Soltó la frazada para rápidamente correr en dirección del sofá como alma que lleva el diablo y dejarse caer a mi lado atenazándome el brazo con ambas manos, mientras musitaba algo en tono bajo y se apretaba contra mi costado. Sophie me dirigió un vistazo que contenía más confusión que otra cosa, para luego levantarse con la linterna de su celular e ir a averiguar que había provocado aquello.

Mientras tanto trataba de tranquilizar a la castaña que temblaba acurrucada a mi lado, pero al mismo tiempo tenía que apaciguar mi corazón que marchaba a gran velocidad dentro de mi pecho y que esperaba Paulette no escuchara. Puesto que mantenía sus ojos firmemente cerrados sólo logré acariciar su espalda para calmar su miedo.

―Tranquilos, chicos. ―Expresó Sophie desde la cocina mientras percibía la linterna acercándose en señal de que regresaba. ―Sólo es el gato de la señora Clark, seguro trataba de volver a su casa y tropezó con una olla por la oscuridad haciéndola caer, creo que hasta él mismo se asustó. ―La pelirroja traía en sus brazos un gato blanco perteneciente a la vecina al cual le daba ligeras caricias que se notaba casi tan exaltado como Paulette. ― ¿Ves Pau? Nada que temer.

Un momento después volvió la electricidad iluminando toda la habitación haciéndome soltar un suspiro de alivio, y con ello la castaña al notarlo abrió sus ojos lentamente, pero luego notó la manera en que se encontraba casi abrazándome y se alejó en un parpadeo, aunque pude reparar de igual manera el cómo sus mejillas se teñían con un muy lindo sonrojo.

―Lo siento, Thaiel. ―Murmuro sin mirarme, pero una ligera curva en sus labios me hizo querer ladear la sonrisa que estaba aguantando. ―Igual gracias.

¿Acaso morí y fui al cielo sin darme cuenta? ¿o empezaba a sufrir alguna clase de desvarío? Cualquiera estaba bien para mí.

🌼

¡Buenaas, mis nenes y nenas! ¿Qué tal todo? ¿cómo les va?
Sé que desapareci por mucho tiempo y de verdad lo siento pero han sido meses algo rudos);
Sobretodo por la situación de mi país y demás, pero he vuelto con un capítulo que aunque es algo corto es decente.

Espero que les siga gustando, pronto me reportare con más.

Por cierto, Feliz Año 2020. Mis mejores deseos.🌟

All the love.xox

¿Puedes Escucharme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora