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- Respóndeme, ¡Por favor! – Rogo angustiado Joshua, temblando ante todas las opciones desagradables que se estaba imaginando, inspirados en las retorcidas cosas que había experimentado últimamente. Jeonghan reacciono, pues se había empezado a angustiar llenándose de preguntas respecto a ese ángel encerrado en una celda que no sabía que había en el sótano de la casa. Notaba el terror en el ángel, siendo esto evidencia de que realmente fue torturado y el causante de esto fue su padre.


- Mi padre falleció hace como un mes y yo estoy aquí solo porque ahora este sótano me pertenece. Yo no sabía que te tenia aquí y no tengo intenciones de seguir lo que estuviera haciendo, así que puedes dejar de mirarme de esa forma, ¿Por favor? – Pidió, sintiéndose extrañamente culpable por todo.


- ¿Murió? Aun se veía tan joven... supongo que al fin se le devolvió todo el dolor que causo. Lamento decirte esto a ti, su hijo, pero esta noticia me hace tan feliz – Esa rota risa del ángel que soltó antes de beber más agua le provoco tantos sentimientos desagradables.


Jeonnghan trago salida y se fijó en Joshua, cuánto daño le había hecho su padre. Los ángeles no podían morir, pero su padre al parecer lo había dañado tanto que se regeneraba lentamente y ahora tenía sus alas medias cortadas y las cadenas estas parecía que con un gancho las traspasaba y sujetaba desde la base de estas, podía ver que tenía los tobillos en posiciones raras como si estuvieran rotos y los dedos de la mano lucían extrañamente limpios, como nuevos, como si... Ante su pensamiento, con temor se fijó en el suelo de la celda y se encontró que lo que antes piso había sido un dedo cortado y a lo largo de la celda, había más y que se notaban que unos eran más antiguos que otros. Su padre le había cortado los dedos al ángel quizás cuantas veces.


- Lo siento, l-lo siento mucho – Sintió un asco y culpa que le retorcía el estómago, repitiendo en voz baja continuas disculpas por cuanto habrá sufrido el ángel por culpa de los humanos – Lo lamento por todo y también por no poder liberarte ahora, porque en tu estado sería un suicidio dejarte salir – Explica con arrepentimiento.


Joshua ríe, pero termina tosiendo y chistando la lengua – Ojalá pudiera morir, porque de esa forma tu padre no me hubiera hecho tantas cosas durante estos años – Jeonghan le miro con una pizca de curiosidad – Aquí uno pierde la noción del tiempo, pero el aburrimiento me hace contar y son entre unos quince y veinte años los que llevo aquí. Recuerdo que tu padre antes de encerrarme, me hizo creer que era alguien bueno porque me dijo que quería un futuro en el que su próxima hija estuviera segura – Añadió algo pensativo, gruñendo de desagrado por ser tan ingenuo.


El humano jadeo con lastima y dolor, porque su madre siempre le contaba que cuando estuvo embarazada de él, juraban que sería niña, pero no fue así. Por lo tanto, Joshua llevaba siendo torturado probablemente desde el año en que Jeonghan nació, unos diecisiete años. Todo ese tiempo encerrado, siendo mutilado, aislado de la vida, ser torturado y que el único ser vivo que veas, sea quien te hace daño.


- Realmente lo siento por lo que te hizo mi padre por tanto tiempo, así que déjame ayudarte, ¿Qué comes? ¿Qué te gusta? ¿Necesitas algo especial para recuperarte más rápido? – El ángel lo miro de extraña manera, pero eso le hizo percatarse de la forma en la que estaba. Aparte de cómo sus alas estaban sujetadas, tenía un grillete rodeando su tobillo y muñeca derecha, así que tras pensarlo volvió a entrar a la celda, provocando que se tensara el cuerpo del de pelo azul que ahora lucia aterrado como por reflejo porque relacionaba a que, si alguien entraba ahí, era para hacerle daño – Joshua, ¿Qué te parece si libero tus alas? ¿O te dolería mucho? – Pregunto con voz suave y con un toque de preocupación.

Remedium meum (JIHAN)Where stories live. Discover now