«Capítulo 25»

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—Insisto en acompañarte, Minho —dijo Felix. Le ayudaba a levantarse, aunque el castaño trataba de poner resistencia—. Vamos, apenas puedes andar. El Clan de las Alas...

—El Clan de las Alas no va a matarme en medio de la multitud —dijo Minho, consiguiendo librarse de sus manos—. Y no, sí puedo andar.

Aún le duraba el enfado por la disputa del día anterior, y lo peor es que era consciente de que lo estaba pagando con el mayor. Intentó tranquilizarse y dar unos pasos; la pierna estaba un poco mejor, pero seguía sin poder apoyarse en ella sin cojear. Felix dejó los intentos de sostenerle y abandonó la habitación principal, volviendo a ella con una muleta.

—Aún se conserva en buen estado —se la tendió para que Minho la cogiera—. Vamos, te ayudará en mi lugar.

Minho se estaba comportando como una mula terca; tenía que relajarse y comenzar a pensar en qué era lo mejor para él. Ya más calmado, aceptó la muleta y la ajustó a su altura. El menor le observaba, preocupado.

—Me voy entonces —se despidió con amabilidad, dirigiéndose hacia la entrada.

Felix le adelantó y le abrió la pesada puerta de madera para ayudarle.

—Ya me comentarás. Descansa bien esa pierna.

Tardó en abandonar los callejones mucho más de lo que había previsto y deseado por culpa de la muleta; le hacía retrasarse, aunque sin ella nisiquiera podría dar un paso. Había sido una noche difícil; el dolor se había acentuado, y empezabaa plantearse si la herida no estaba bien curada. La ausencia de calmantes en casa de los Lee hizo que el dolor se prolongara durante toda la noche.

Solo había dormido dos horas al final, cuando ya empezaba a despuntar el día. Apenas podía con su cuerpo, sus ropas estaban sucias y arrugadas por la expedición submarina del anterior día y cojeaba significativamente. Era normal que la gente se apartara de él en el paseo de la playa, en el tren y en la entrada de su antigua universidad.

No podía evitar mirar las avenidas y los edificios con añoranza, pero se centró en lo que debía hacer. Sabía dónde estaba situada la facultad de Jisung porque lo había esperado muchos días allí.

—¿Minho?

Había ido andando absorto en las instalaciones, en el ambiente estudiantil, por lo que no se dio cuenta de que Jisung estaba delante de él, extrañado. Iba acompañado de tres personas, que prefirieron no acercarse a Minho cuando Jisung lo hizo. Minho se fijó en que justo en el grupo de acompañantes de su novio, se encontraba su anterior pareja. Sin ninguna explicación lógica, su rabia aumentó de pronto de forma considerable. Solo cuando sintió las manos de Jisung acariciar su cintura sana rompió el contacto visual con aquel chico para posar los ojos en su novio. Su presencia le reconfortó y tranquilizó.

—¿Qué te ha ocurrido? Tienes un aspecto horrible —Jisung susurró la pregunta para que los otros no lo oyeran; se le veía preocupado.

—No te preocupes —Minho se acercó a su oído—. Es la cicatriz. Ayer me hice daño...

No había terminado de hablar cuando Jisung se dio la vuelta sin soltar a Minho.

—Adelántense, chicos, yo me quedo. Mañana nos vemos —dijo Jisung mientras sonreía, aunque fue una sonrisa forzada.

Mientras sus amigos se estaban despidiendo del menor, Minho hubiera querido discrepar, pero Jisung le dedicó una mirada severa.

—No vas a irte solo, Minho —le cogió de la mano, mirándole de arriba a abajo—. ¿Te has visto? ¡Si casi no puedes mantenerte en pie! Te llevaré a tu casa y...

Wings Flap ➳ MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora