«Capítulo 26»

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Durmió con Jisung por la noche y otras dos más.

Jisung se acercaba todos los días a casa de Changbin, pero nunca conseguía hablar con él. Minho, por su parte, aunque iba mejorando, prefería no moverse sin la muleta como acompañante.

Una tarde, decidió salir a dar un paseo; vestido con ropa limpia y las alas escondidas, disfrutó de la brisa y el brillo que traía la primavera. Andaba despacio, asegurando cada paso antes de dar el siguiente, intentando que no le doliera, aunque se sentía mucho mejor. Se le fue la noción del tiempo, y, cuando regresó a la casa, la encontró cerrada, por lo que Jisung no había llegado durante su ausencia. Todo estaba tal como lo dejó.

Se dirigía a la habitación a deshacerse de la mochila cuando oyó un ruido. Había sido muy leve, pero su oído se había afinado durante ese último año. Se dio la vuelta lentamente, con cierto miedo, preparado para defenderse... Changbin estaba apoyado en la pared que había junto la puerta de la terraza, observándole con los brazos cruzados. Minho suspiró aliviado cuando vio que no había peligro, pero no le sentó bien que su compañero se presentara allí sin su permiso.

Se recostó en la pared detrás de él y sostuvo la mirada de Changbin, que se mantenía impenetrable. El veterano levantó las cejas y respiró hondo antes de hablar.

—Mi hermano murió por culpa de un beso —intentaba sonar tranquilo, pero su voz tembló levemente. Minho le escuchó en silencio, y dejó que él terminara de hablar—. Mejor dicho, ese beso le buscó la ruina, y nunca consideré que fuera un niño, aunque lo era, porque todos sabían que era maduro, que era lo bastante listo como para no caer en esas trampas... Sin embargo, cayó.

Changbin agachó la cabeza, tragando saliva. Minho aprovechó aquella pausa para recordar aquel hecho del pasado.

—Changbin...

—Y como él, pueden caer todos. Incluido tú. Y no me apetece tener que clavarte una daga también a ti.

Esta vez fue Minho quien tuvo que agachar la mirada por la culpabilidad; era muy consciente de lo que podía perder, y aún así, cada vez que se lo recordaban, le causaba el mismo efecto.

—Además, no creo que no quieras a Jisung —Changbin empleó ahora un tono más animado—. Al revés. Sé que no podrías estar sin él, y él tampoco sin ti. Por eso no quiero que caigas, porque perderías cosas que te ha costado mucho conseguir —Changbin se agachó y tiró a los pies de Minho una bolsa de deporte de color negro, ya conocida por él—. Aquí tienes tu ropa. Le dije a Jisung que te la traería yo personalmente para hablar de esto.

—¿Él te abrió la puerta? —formuló como pregunta, aunque era evidente la respuesta.

—Así es —Changbin abrió la puerta, sacando un pie al exterior—. Quizá utilicé unas palabras demasiado fuertes, Minho, pero eran necesarias. Incluso la brusquedad era necesaria —se dio cuenta de que Minho no estaba receptivo para ninguna disculpa, por lo que decidió irse—. Estaré en la casa, buscando información sobre... el mismo tema de siempre. Adiós.

Fue un encuentro extraño, y estuvo dándole vueltas hasta que el sonido de Jisung al abrir la puerta le sacó de sus pensamientos. Minho estaba sentado en el sillón, con los codos apoyados en las rodillas y la mirada fija en la superficie de la mesa. El menor le saludó alegremente, pero se quedó inmóvil cuando vio la bolsa de deporte.

—¿Lo han solucionado? ¿Ha pasado algo?

Minho iba a negar, pero terminó encogiéndose de hombros.

—Aclaramos lo del otro día... Bueno, aclaró él. Yo no tenía nada que aclarar, ni que decir.

Jisung se sentó a su lado.

Wings Flap ➳ MinsungМесто, где живут истории. Откройте их для себя