Capítulo 14

346 323 341
                                    

Sabiendo que mis mejillas iban adoptando un color rojizo, baje la mirada. Mis dedos jugaban entre ellos nerviosos. Evan me miraba, lo sabía. También sabía que él sonreía por el mero hecho de haberme hecho sentir nerviosa de nuevo y por hacer que me sonrojara. Eso era como un punto a su favor en un juego imaginario que ambos sabíamos que existía, solo que en este juego no había un ganador o un perdedor. Al menos por ahora.

— ¿Dónde ha quedado la Sav gruñona? —se burló Evan cruzándose de brazos.

Lo miré de nuevo. El reflejo de la luna perfilaba su rostro haciendo que sus ojos fueran más claros y perfectos. Mi ceño fruncido por su comentario hizo que él curvara una sonrisa. Mi mano se extendió hasta su frente y con mi dedo índice le di un leve golpe. La frente de Evan se convirtió en un conjunto de arrugas. Reí por su expresión y volví a mirar al frente.

—Que yo sepa, nadie dijo que tú pudieras agregar cosas a la lista —comenté distraída.

—Sí, pero si ambos vamos a estar conformes con el resultado, ¿qué más da? —lo miré de reojo.

— ¿Insinúas que me ha gustado tu beso? —vacilé encarnando una ceja.

Evan se levantó sacudiendo sus pantalones. Extendió su mano para ayudarme a levantarme. No la acepte, mi pequeño orgullo ahora mismo me lo impedía. Me levanté por mi cuenta haciendo que él riera entre dientes.

—Ah sí, ya veo a la Sav gruñona —se burló. Entrecerré los ojos y lo miré. —Y si, admite que te ha encantado.

—Claro que no —mentí levantándome.

—Bueno... a mí sí me ha encantado —vaciló cruzándose de brazos. —Los tres que nos hemos dado hoy.

Di media vuelta yendo a la fiesta de nuevo. Notaba como Evan estaba atrás de mí por lo que me di media vuelta. Su mirada se elevó rápidamente en cuanto me di vuelta. Me crucé de brazos.

— ¿Dónde mirabas? —pregunté.

Evan curvó una sonrisa e hice una seña con la mano para que adelantara su paso. Suspiré evitando dejar una risa. Me puse a su lado y comenzamos a andar de nuevo. La música de la fiesta se seguía escuchando y ahora más fuerte. Muchas personas arrastraban sus cuerpos ebrios por la zona y no me gustaba nada. Por alguna razón siempre había temido a los adultos ebrios, no a los jóvenes ya que ellos siempre hacían cosas graciosas. Me aferré al brazo de Evan en cuanto entramos a la carpa. Mi mirada intentaba localizar a Jade, pero me era imposible con tanta gente.

Pensé en darme por vencida e irme a casa con Evan, pero temía una llamada de la señora Ginna si no regresaba con Jade. Con un suspiro de resignación me puse de puntas en un intento inútil de conseguir encontrar a mi amiga. Tan solo lograba ver brazos, manos y cabezas. Si algo había aprendido con las técnicas de ligar de Jade, era:

Irse a un lugar apartado para estar con el buenorro. En este caso, su novio.

Y ahora que lo pensaba, ese consejo lo había utilizado con Evan yéndome con él a jugar beer pong.

— ¡Evan! —grité sobre la música. Él inspeccionaba el lugar, no me había escuchado. — ¡Evan!
—grité aún más fuerte, pero él no me miró. Dejando escapar un largo suspiro, golpeé su brazo haciendo que él riera. Fruncí el ceño en cuando él me miró con una risa algo ¿burlona? — ¿De qué te ríes?

—Ya te había escuchado —se burló.

Su juego de hacerme enfadar se estaba haciendo algo habitual y mis ganas de darle un golpe aumentaban más.

—Jade —dije antes de acabar con el poco orgullo que me quedaba. —Hay que encontrarla.

—A mí se me hará más fácil encontrarla —me miró de arriba abajo. —A ti no tanto —explicó refiriéndose a mi estatura lo cual era obvio ya que yo le llegaba por debajo del hombro.

Perfecta Destrucción. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora