Capítulo 17

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Al llegar a su casa me quité mi sudadera. La mirada de Evan no se despegó de mí en ningún momento.

Opté por lanzar mi sudadera hacia él, cubriendo su rostro.

—Mucho mejor —reí pasando a un lado de él.

Evan la agarró y se la quitó de encima. Su ceja se alzó.

—No sabes la gracia que me hace —habló con una sonrisa y dejó la sudadera colgada. Di unos pasos en dirección a su habitación, pero él me lo impidió. —Espera un minuto —tartamudeó y me hizo un gesto con las manos para que no me moviera del sitio.

Entró en su habitación cerrando la puerta. El sonido de unos cajones abriéndose y cerrándose con rapidez me hizo preguntarme si estaba ordenando la habitación o estaba escondiendo cosas. Volvió a abrir la puerta con una sonrisa satisfecha.

—Ya está.

Entré y vi cómo todo estaba en su lugar y no había rastro de desorden, estaba segura que solo había metido sus cosas a lo loco, pero estaba bien, yo era igual.

— ¿Qué has hecho? —pregunté frunciendo el ceño.

—Nada —comentó sentándose en la cama. Miré a mí alrededor esperando encontrar alguna anomalía.

—Sav —Evan llamó mi atención. Lo volví a mirar.

Iba a sacar tema de conversación, pero el teléfono me interrumpió. Evan me miró con atención esperando a que respondiera o al menos nombrada el nombre de la persona al otro lado de la línea.

— ¿Sí?

— ¡Savannieeee! —la voz risueña de mi amigo John, uno de los compañeros de mi clase de baile me hablaba. — ¿Cómo estás? —sonreí.

—Muy bien, John.

— ¿John? —Evan enarcó una ceja. Lo miré y me di media vuelta. Evan se dejó caer a la cama.

—Me alegro, cariño —él rio con su afeminada voz. —Te cuento, ¿estás ocupada? —miré a Evan, que se encontraba con una almohada en la cara.

—No, nada ocupada —respondí. Evan gruñó dándose un golpe con la almohada y yo reí bajito. Era increíble con qué facilidad se estresaba.

—En cuatro días comienza el entrenamiento para el recital... —chasqueó la lengua. — La entrenadora dijo que habías sido selecciona, ¿lista?

—No estoy preparada, John...—al decir eso Evan se levantó de golpe y me miró a los ojos susurrándome si era una pregunta sexual a lo cual mordí mi mejilla para no soltar una carcajada.

— ¡Oh, vamos! —me interrumpió. —Estás más que eso, además —añadió. —Ya te he apuntado para los ensayos. No faltes. Te quiero.

Colgó.

— ¿Y quién es ese John? —preguntó Evan, dejando a un lado la almohada.

Lo miré. Su pelo ahora estaba desordenado, su ceño fruncido le hacía parecer el chico misterioso que muchas veces me he planteado que era. Su frente era un conjunto de pliegues. Evan estaba a la espera de una respuesta satisfactoria para él.

—Un amigo —decidí hacerlo sufrir. Me senté a su lado.

— ¿Un amigo? —repitió él. — ¿Qué clase de amigo, Sav?

—Un amigo, no lo sé, como tú y yo —le dije encogiéndome de hombros.

—Nosotros somos novios, no le conviene mantener una relación parecida a la nuestra, contigo —espetó. Los ojos de Evan me miraban con una pizca de frialdad.

Perfecta Destrucción. ©Where stories live. Discover now