Capítulo 15: Solo Quiero lo Mejor Para ti.

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Jordan

 Caminando por el área de las cabañas de las chicas, recuerdo el pensamiento que Mina coló en mi mente, su aprendizaje sobre la telequinesis es rápido y gracias a su dominio pude desviar la dirección a la única deidad que puede ayudarnos en estos momentos sin que Perséfone sepa de su existencia, podré ayudar a Mina sin arriesgarnos. Aunque, al lado de Cristál, ella corre peligro, por ahora debo de evitar a toda costa que le pase algo, tengo que advertirle que no se confíe de nadie y, de ser necesario, ni siquiera de mí. 

 A lo lejos veo a Perséfone dirigirse a su cabaña, voy hacia allá con un semblante serio, la diosa me ve a la distancia, dejando la puerta de la cabaña abierta esperando a que la siga.

  —Amor —dice melosa, hay varias cosas que me tiene que aclarar y este no es el lugar indicado para ello —¿Qué te trae por aquí? —planta un casto beso del cuál no me puedo separar, Fátima nos ve desde su cama con un brillo en sus ojos, mientras que Mina nos observa de reojo acostada en su cama leyendo un libro.

  —Tenemos que hablar, mi vida —la tomo de la muñeca y ella falsea en su sonrisa.

  —Podemos hablarlo aquí. No estamos todas, pero las demás no tardarán en venir —intenta zafarse de mi agarre, Fátima suspira de fondo.

  —Yo ya me iba, tengo que hablar con Mina, después de todo, la maestra me pidió que la mantuviera al tanto de su mejoría —Mina forma una mueca y se niega a ir tras la chica cuando esta se acerca a su cama.

  —Las mentiras se te dan tan bien —Fátima toma un color rojo en todo su semblante y la jala de la manga del sweater—. Estoy enferma, no puedes obligarme a pararme de la cama —sonrío ante su actitud, Lena vuelve la mirada hacía mí.

  —Vayamos a la zona de la fogata —susurra y me jala fuera del lugar, de fondo, Fátima y Mina han empezado a discutir. En nuestro camino, nos encontramos a las demás chicas de segundo año caminando hacía la cabaña.

  —Cerca de la zona de fogatas y de acampar no hay nadie —Brenda, otra amiga de Lena, nos guiña un ojo, "Lena" me acerca más a su cuerpo.

  —Gracias, chica —dice pellizcando mis glúteos, gesto que ve su amiga y suelta una risa traviesa. En cuanto las perdemos de vista, le doy un manotazo y ella ríe burlona.

 En cuanto las perdemos de vista, le doy un manotazo y ella ríe burlona

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Perséfone

 En efecto, esta parte del establecimiento está completamente vacía. Gadyefoul se recarga en un tronco lo suficientemente grande para cubrirnos a ambos de la vista de los posibles transeúntes. 

  —Cuéntame todo lo que pasa por tu mente, mi estrella —su seriedad es reemplazada por su nerviosismo, un apodo tan significativo para él es su punto débil.

  —Ya conozco nuestra historia, pero si quieres mi ayuda, necesitaré más que eso. Necesito recordar nuestros momentos juntos, Electra, tú y yo —su mirada y la mía tienen una batalla de emociones. Suspiro exasperada, mejor que lo recuerde por mí y no por ella.

Atlántida: El Renacer del Imperio (I) ©Where stories live. Discover now