XI • CELESTIAL Y PURO

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La charla con Mónica no terminó siendo tan terrible como yo esperaba que sería, no demostró en ningún momento que le incomodara estar allí y cuando mi madre se acercó al invernadero Mónica habló con ella siendo amigable muy por el contrario de lo ...

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La charla con Mónica no terminó siendo tan terrible como yo esperaba que sería, no demostró en ningún momento que le incomodara estar allí y cuando mi madre se acercó al invernadero Mónica habló con ella siendo amigable muy por el contrario de lo cómo nos trató su madre. Se terminó quedando a almorzar por petición de mi progenitora y me dio algunos consejos para cultivar Freesia que si se tiene en el cuarto ayuda a combatir el insomnio. Intercambiamos conocimientos sobre plantas medicinales y ella me dijo cuáles eran las que en estas épocas era mejor plantar. Mónica sabía mucho de botánica porque la mamá de Alejo fue jardinera, tenía un invernadero en su casa, pero fue demolido poco tiempo después de que ella falleciera hace unos seis años. Hablamos de esa abuela a la cual no conocí, pero por palabras de Mónica ella si se arrepentía de no haberme conocido y me hubiera contactado de no ser por su esposo, el cual tiene unas ideas un tanto anticuadas. Está del lado de Carolina, la madre de Mónica y me considera una bastarda la cual su hijo jamás debió de tener con mi madre. Algo que me dejó claro la rubia es que ella no estaba en contra de mí, ni me odiaba por nada, tan solo quería conocerme y que a futuro logremos tener una relación de hermanas.

Mónica es uno de los pocos rayos de esperanza dentro de Santo Paraíso.

Pensé en sus palabras toda la noche, intenté valorar los pros y contras de dejarla entrar a mi vida y todas esas variantes me llevaban a un mismo punto. Compartimos sangre, ella dio el primer paso y yo también pude haberla buscado, antes no podía esperar a que ella lo hiciera si yo tampoco lo hice. Mónica dio el primer paso, ahora me toca dar el siguiente, pero aún no estaba lista.

Unos golpes en la puerta de vidrio del invernadero me hicieron detener la lectura que estaba teniendo en aquel momento, leer, hacía que mi cerebro callara esa lucha interna que estaba teniendo a causa de la visita de la rubia ayer. Cierro el libro dejando como marcapáginas un trozo de papel que tenían apuntado las compras de esta mañana en el pueblo. Me levanté de mi silla y fui hasta la segunda parte del invernadero abriendo la puerta para ver a Joshua apoyado en el marco de esta con una sonrisa que iluminaba su rostro.

—Wow transformaste este lugar por completo —exclama entrando dentro del recinto viendo a detalle toda la estructura que había cambiado mucho desde que la restaure y nuevos brotes de plantas comenzaron a crecer.

—Si, desde la última vez que viniste, muchas cosas han cambiado, pero aún faltan hacer cosas cuando lo termine serás el primero que invite a verla —contestó cruzándome de brazos mirando a mi alrededor con orgullo, trabajar en este sitio sin dudas me mantuvo ocupada, o fue una de las cosas porque Federico también me mantuvo entretenida.

—Creo que ese privilegio le gustaría tenerlo Fede, he visto como se miran y luego de verlos en el autocinema no me quedan dudas de que andan en algo —alega el castaño viéndome con los ojos entrecerrados, su sonrisa lo delata y yo no pude evitar reírme ante su rostro. No puedo decir que somos con Fede, pero no negaré que me encantaría que haya algo más que solo sexo entre nosotros, tenemos una conexión que no entiendo, pero me encanta.

PERVERSA CRIATURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora