Niñez

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Desde este momento en donde todo parece ser constante y mejor percibido, cuando los recuerdos empiezan a llenar la mente y son menos borrosos que los sueños, etapa donde se producen desarrollos significativos que irán marcados por el resto del tiempo que nos queda en la tierra.

Para ser sincera las cosas buenas que hayan sucedido en esa época fueron bastante opacadas con las negativas, considero que soy como una esponja, tan absorbente de lo que sucede en mi entorno, sin embargo las cosas malas fueron se impregnaron demasiado.

En casa siempre mi abuela con nosotros, la verdad siempre fue un apoyo, una mujer tan sabia, fuerte y entregada a la familia, se encargaba de tener a sus hijos unidos y dejarles el legado de la verdadera unión, bondadosa, amorosa, servicial, nunca se quejaba por nada aun si las cosas se ponían muy mal ella siempre tenía las palabras correctas para aplacar los malos entendidos y que se solucionaran los desacuerdos de forma decente, podría decirse que fue más madre que mi madre durante esa época, puesto que ella pasaba del trabajo a casa sobre las madrugadas todos los días, a pesar de existir los domingos en los cuales si estaba, no parecía hacerme feliz pues la mayor parte del tiempo solo eran gritos y regaños, por correr en casa, jugar en el patio o hacer lo que comúnmente un niño sabe hacer, algo inevitable que perturbaba la paz de aquella mujer, yo quería decir lo que pensaba sin embargo cada vez que lo intentaba la cara daba vuelta a un lado, las bofetadas no dejaban de caer en mi rostro y nariz débil que no paraba de sangrar, desde ese mismo instante el silencio fue la mejor forma de evitar molestias hacia mi madre, tengo que aceptar que hasta ahora cuando mi madre alza la mano por algún motivo cuando está cerca de mí, el reflejo de mi rostro cerrando los ojos y escondiendo hacia abajo el mismo aparece instantáneamente, reacción del daño causado y no es fácil dejar de sentir ese temor por las incontables veces que llegaron a suceder.

No recuerdo la llegada aquel sujeto que amaba a mi madre, nos compraba muchas cosas, regalos, juguetes, empezamos a estudiar en escuelas privadas por la ayuda de él y de mi tía que vive en el extranjero, en esos años creo que fue lo más positivo que podía tener pero no calmaba la neurosis de mamá.

Era de esperarse, pues el único de sus hermanos fue drogadicto y alcohólico por muchos años, siempre buscaba a mi abuela para pedir alojamiento, podre de aquella hija que cuidaba solo, vendía, apostaba, pedía fiado y daba todo lo que tenía por unos centavos y comprar su maldito vicio, tenerlo en casa no era agradable, colocaba sus canciones en el radio a volumen cincuenta y gritaba al escucharlas, una tras otra repetía la misma canción, quizá perdió a su mejor amigo y le dolía mucho, entre vómitos, resacas y dolores de cabeza las horas parecían eternas, pero eso no era lo peor, las cosas más crueles surgían cuando llegaba ahogado en alcohol, se agarraba a golpes con sus hermanas, escondidas bajo la cama o encerradas en el cuarto hasta que se fuera, eran las ordenes de mi madre cuando aparecía, escucharla pedir el cuchillo para matarlo y que acabara su tortura solo me hacía pensar sobre ver a mi madre en la cárcel por culpa de otro, la sola idea desesperaba mi afligido corazón.

Cada pelea, cada vez que llegaba, siempre algo desaparecía o se rompía a su causa, generando histeria, ira, miedo que mis hermanas y los demás no toleraban, al menos la persona que era empezaba a ser nuestro padrastro, empezó a ganarse el cariño, confianza y amor, defendía a mi madre, tías y abuela, al igual que a las tres pequeñas niñas indefensas que ya estaban cansadas y asustadas para seguir viviendo de esa forma.

Por unos años a pesar de las cosas malas que sucedían con la familia y mamá, fueron aceptables y un poco comprensibles, no era la mejor niña pero intentaba asimilar los días en el hogar cada vez que estas situaciones opacaban la vida tranquila que anhelaba tener, sin embargo el sentido de la protección no se perdió, hasta que nuevamente la vida decidió volverse cruel.

No volver a callarWhere stories live. Discover now