CHAPTER 3

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Ashley se deja caer en el asiento de enfrente y quita todo lo que trae encima. — ¿Qué tal tu fin de semana cariño? — Ashley es mi mejor amiga desde la secundaria a la que íbamos juntas en San Diego, meses antes de que yo llegara a Los Ángeles ella se tuvo que mudar aquí. 

Trabaja en LA Corporation, al igual que yo, es más, ella me ayudo a conseguir un puesto dentro de LA. — Primero hablemos de que tal te fue a ti, que hay del instructor de yoga.

— Pues no pudimos salir, tuvo que dar una clase — Ashley comenzó a salir con su instructor de yoga hace un par de meses. — Pero que tal te fue a ti, Matth estuvo muy emocionado por la presentación a la que fueron.

— La presentación estuvo ¡Genial! — intento no pensar en la mirada azul verdoso de Cole, pero no lo consigo, sus ojos quedaron grabados en mi mente. Después de un momento de reflexión decido contarle mi encuentro con el guitarrista — He conocido a un chico anoche, el guitarrista del grupo.

— ¡Cuéntamelo todo! ¿Es guapo?

— Más bien irritante, insoportable e irritante — arrogante, cretino, idiota, son solo algunos adjetivos que podría darle.

— Has dicho irritante dos veces.

— Vale, sexy entonces — se echa a reír.

— ¿Vas a volver a verlo? — dice recuperándose.

¿Quiero volver a verlo? No me había planteado esa pregunta hasta ahora, por supuesto que quieres verlo, ¿Podría acaso soportar su actitud arrogante otra vez? — Me ha bastado tener que soportarlo toda la noche — me siento mal al mentirle a mi amiga de esta forma. Pero al parecer ella no nota mi mentira y ríe un poco por mi comentario.

— Pero, ten cuidado. Los músicos como el sólo buscan pasar una noche, no caigas en su juego — tomo un trago de agua y me pierdo en la vista de la calle, doy un suspiro al recordar cómo me trato Cole anoche.

— ¿En qué piensas?

— En mi piano — digo sin mirar a mi amiga.

— ¡¿Volviste a tocar?!

— No, solo que, la presentación de anoche me trajo muchos recuerdos de las veces que tocaba el piano mientras componía. — específicamente un piano fue el que me ocasiono el problema con el pelinegro.

— Lo recuerdo muy bien, nunca entendí por qué dejaste de tocar y componer.

— ¿Recuerdas la beca de la escuela de Artes? — Ashley asiente — Mis padres me dijeron que nunca iría a ella, ser compositora me dejaría en la ruina, ellos querían que tuviera el típico trabajo de oficina.

— Pero ellos no tienen el deber de decidir por ti ahora, si tú quieres volver a tocar solo, hazlo. — las palabras de Ashley me causan escalofríos, y me imagino tocando el piano nuevamente. Tengo muchas ganas de tocar mi piano, hasta siento un cosquilleo en los dedos.

[...]

El día transcurre con normalidad, pero mi único deseo es volver a casa y tocar mi piano. Sin embargo, mi computador tiene otros planes para mi está noche, no deja de hacer extraños sonidos, al parecer tendré que llamar a mantenimiento. Lanzó un gruñido al aire y Matthew se acerca para ver que sucede.

— ¿Que pasa Chris?

— Parece que el computador se dañó.

— Déjame ver — se acerca y revisa los cables por debajo de la mesa, podría ser solo una mala conexión — Has un descanso veré que puedo hacer.

— Eres un amor — me guiña el ojo antes de salir.

Me siento muy bien de hacer este descanso, estaba a dos segundos de patear el pequeño computador, mi paciencia tiene sus límites. — ¿De qué sirve tener máquinas tan sofisticadas si se dañan continuamente? — digo en voz alta, con voz molesta, y de repente escucho una risa chillona que me hace girar la cabeza en su dirección. Tengo en frente Susan, directora de recursos humanos, es una especie de burguesa reprimida.

Somebody To Love | Cole SprouseWhere stories live. Discover now