Epílogo

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- ¿Estás segura Emilia?

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- ¿Estás segura Emilia?

- Sí- suspiró- vamos a ser papás de nuevo.

Claudio- la abrazó- ¿tan pronto?

Emilia rió- sí, pronto, cuando volvamos de ésta Luna de Miel improvisada tendremos que contarles a Juan David y Gabriela.

Claudio asintió y la abrazó mientras la llevaba a la cama, llevaban dos semanas en aquel paraíso tropical al que los habían enviado Javier y Martín como regalo de bodas, habían viajado una semana después de la ceremonia en que se juraron amor eterno frente al padre y frente a todos los que alguna vez los vieron casarse hacía años, ahora estaban allí disfrutando de la luna de miel que no habían tenido, con la sorpresa de un nuevo miembro en la familia.

Claudio le llenó de besos el rostro repitiendo una y otra vez cuán loco lo ponía y cuanto lograba hacerlo perder el control, Emilia simplemente se dejó llevar por las emociones del momento, Claudio era el amante perfecto, el esposo ideal, un padre ejemplar, era su príncipe azul, no azul no, cuando se trataba de colores Claudio podía ser tan negro como el ébano o tan blanco como el cielo, era su príncipe soñado, el que salió de los cuentos y le robó el corazón, aquel con el que siempre soñó y que después de todos los obstáculos que pasaron era suyo en cuerpo y alma.

Claudio se entregó a Emilia por completo, dejó que ella explorara su cuerpo una y otra vez, lo hacía como una mujer tierna y cariñosa, el pasado de ella que alguna vez le afectó ahora no le importaba, para él los hombres que alguna vez pudieron compartir el sexo con Emilia no eran más que borrones en la historia, porque ellos obtuvieron sexo pero él obtuvo algo más grande, el alma de Emilia, su completa entrega a la hora de hacer el amor, porque era amor aquel acto en que sus cuerpos se unían y explotaban en un mismo placer, la vida nunca era perfecta, pero la suya era tal cual como quería que fuera.

Las manos vagaron, los besos se intensificaron, la ropa voló por los aires y allí ellos dos solos en la penumbra de la habitación con el viento cálido del verano entrando por las ventanas y colándose por las cortinas acariciaba sus cuerpos desnudos agitados por los besos y caricias que se procuraban- Claudio.

Era aquella súplica, esa que logra enamorarlo cada vez más, esa que le prometía un placer exquisito, al que no se iba a esperar, entró en ella despacio, tortuosamente elevándose en la cima de los placeres exquisitos de su cuerpo.

Sólo ella respondería a su toque de esa manera con total entrega, con tal pasión que lo conmovía completamente, Emilia gimió al sentir el miembro de Claudio abriéndose paso dentro suyo, su cuerpo se estremeció y el sabor de sus besos la empujó más cerca de la cima.

Claudio le acarició los pechos masajeando suavemente teniendo cuidado de no espicharla por temor a lastimar al bebé, con la idea en la cabeza salió de ella y la montó sobre su regazo dejando que ella alcanzar su placer y le regalara el de él, pronto Emilia consiguió un ritmo enloquecedor, sus cuerpos chocaban y la humedad de sus juegos se derramaba por sus pieles, provocando que la sensibilidad creciera con cada toque.

Emilia cabalgó a Claudio con un solo objetivo, alcanzar el clímax junto a él, gimió, jadeó y se retorció mientras Claudio la ayudaba a no perder el ritmo, sus ojos se llenaron de lágrimas y un grito ahogado hizo que su pecho se convulsionara, Claudio empujó en ella haciéndola levantarse y caer rápidamente en el precipicio decadente del orgasmo arrastrándolo con ella.

Claudio la recostó al lado suyo y le lamió el cuello, probando el sabor salado de su sudor que resbalaba por su nuca, su sonrisa era enorme y su cuerpo aún temblaba- jamás me cansaré de esto Florecita.

- Ni yo Claudio- le acarició la mejilla- me has hecho la mujer más feliz Claudio, te amo tanto.

- Yo también te amo Emilia- suspiró- Como Yo Nadie Te Ha Amado.

Y allí entrelazada en los brazos de Claudio mientras el cansancio los atrapaba, Emilia supo que los sueños sí podían hacerse realidad y entonces creyó en que Cenicienta sí podía volverse princesa o que Bestia podía volverse en el príncipe de sus sueños, sólo era cuestión de paciencia y constancia, porque tarde que temprano su cuento de hadas se hizo realidad y durante el proceso había ganado no solo el amor de su príncipe sino el amor de toda una familia.

NOS VEMOS EN LA PRÓXIMA, MILLONES DE GRACIAS ♥️

Como Yo Nadie Te Ha AmadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora