3. Una Y Otra Vez

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Blake no volvió, pero se aseguró de que alguien me mandara la comida que íbamos a comer frente a un millón de peces, así que terminé comiendo pasta seca afuera de un acuario con el médico del lugar, un médico de animales, más específicamente un veterinario marino que me dio una pastilla de dudosa procedencia. Resulta que la sorpresa de mi novio en nuestro aniversario era una cita doble con su desgraciado amigo Demien y mi linda amiga Becca, quienes están comiendo con él en este instante.

—¿Te sientes mejor?

—Supongo.

El veterinario marino también resultó ser mejor compañía que Demien gritando porque arruiné sus zapatos nuevos.

—¿Qué era eso? —me atrevo a preguntar.

—¿Eso? —me sonríe—. ¿Hablas de la tortuga?

—La... Cosa gris.

—Oh... Es un dugongo —me quedo callada después de saberlo, pero él continúa hablando—. Siento que no estés en tu aniversario.

—¿Cómo sabes que es mi aniversario?

—Tu novio planeó esto hace semanas.

—Que bien, acabo de arruinar mi aniversario.

—¿Cuánto tiempo llevan juntos?

—Ocho años.

—¿Y después de todo ese tiempo no sabe qué te asustan los peces? —me mira frunciendo las cejas—. Creo que no fuiste tu quien arruinó el aniversario.

Tampoco es que sea algo normal, ni siquiera yo misma sabía que los peces me asustaban tanto, es decir, había tenido pesadillas con tortugas, con el pez de Maddie, con Nemo, Dory y Winter el delfín, pero jamás había vomitado.

—Siempre soy yo —susurro.

—¿Gwen?

Podría reconocer esa voz en donde fuera, no es necesario girarme para saber quién está detrás de mí.

—Maldición...

—¿Gwendoline Laughlin?

—Hayley —murmuro al tiempo que giro para sonreírle—, que gusto.

Mas hipócrita no podría sonar.

—¿Qué haces aquí?

Sorprendentemente su sonrisa luce auténtica, reluciente y perfecta al igual que el resto de su cuerpo. Hayley lleva el cabello dorado arriba de los hombros con unos impresionantes rizos, sus ojos marrones brillan a la par de su sonrisa, su cutis parece tan perfecto como su cabello y sus curvas lucen espectaculares con el vestido rosa palo que lleva, su perfección siempre me ha recordado a la hermana de Blake, fría, calculadora, despreciable y tan hermosa como Afrodita.

—Tenía una cita... con Blake —me levanto para saludarla, pero ella me abraza—. ¿Y tú? —murmuro con la barbilla en su hombro, intentando respirar a través de su abrazo venenoso.

—Una cita con Demien —se separa de mí.

—¿Qué?

Hayley Sellers es la eterna enamorada de ese tipo, diría que ambos se complementan a la perfección y si algún día tienen hijos serán unos desgraciados bastante atractivos e inteligentes que seguramente van a provocar una catástrofe mundial.

—Me llamó para comer...

—Pero él —señalo hacia la entrada principal del acuario— ya está en una cita.

No es que me agrade la idea de que esa cita sea con Becca, pero tampoco me agrada que le vayan a romper el corazón.

—¿Hablas de Becca? —no quita su sonrisa—. Oh no —da un golpe al aire, despreocupada—, Demien dijo que estaba cerrando un negocio.

Jugando Sin ReglasWhere stories live. Discover now