Abre tus ojos

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Sana suele tener muy mala suerte, es raro que no tropiece, extraño que no olvide algo, sospechoso que esté tranquila, inimaginable que gane algo. Pero sí ganó, y nada más y nada menos que una beca en el extranjero, ella nunca pensó que sería capaz de aprender un idioma que no sea el japonés, pero al parecer era posible y se le daba sinceramente bien.

Idiomas en la universidad de Seul, Corea, su madre entre lágrimas la despidió en el aeropuerto al igual que sus dos mejores amigas, todas prometiendo hablar lo más seguido posible y jurando no perder el contacto.

Sana le dijo a todas y a cada una de las personas importanes para ella que las iba a extrañar, que extrañaría Japón, que extrañaría su rutina, que extrañaría sus reglas.

Pero no era así, cuando pisó el suelo  coreano y levantó la vista al cielo sintió libertad, ninguna atadura, su vida estaba en una página en blanco que comenzaría a escribir en otro idioma para que nadie más que ella pudiera leerlo. Se sintió libre de mirar al rededor sin temor a ser juzgada, y si la juzgaban ¿Qué importa? Ella es una completa desconocida ahí, es una extranjera, nadie podría decirle algo a su madre o a sus amigas, nadie podría acabar su vida y traer deshonra a su nombre, allí era libre.

Con sus maletas llegó a un pequeño departamento que incluía la beca, en ese edificio vivían más alumnos becados de muchos otros paises o de otras regiones de Corea del Sur. Entró en lo que sería su hogar por los próximos cuatro años de estudio, cuatro años sonaba bien para desatarse y ser la verdadera Sana, luego podría volver a Japón y seguir con lo que su madre pide, porque no está dispuesta a decepcionarla.

Se lanzó a su cama mirando al techo, respiró profundo y ya pasaban por su cabeza todas las aventuras que viviría, todas las chicas que conocería, todo lo que aprendería, todo lo que disfrutaría.

Sentía que la venda caía de sus ojos, pudiendo presenciar lo que es vivir al fin, ni siquiera sentía el cansancio del viaje. Sacó dinero y vio la hora, era poco más del medio día, ¿Por qué no salir a recorrer? No tardó ni diez segundos en tomar su bolso y salir.

Pero Sana olvidó que es torpe... y también olvidó cargar su celular.

10 segundos - SaidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora