Pars V

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Jeon Jungkook corrió sobre sus patas por la gran pradera llena de nieve, mojando sus almohadillas con el agua congelada y huyendo como si la vida le fuera en ello. Él no miró hacia atrás, sabía que sus chicos corrían junto a él y que seguirían sus pasos costara lo que les costara. Por lo que aulló cuando llegó hasta el precipicio y gruñó, mirando la arboleada debajo de sus pies. Tragó saliva y cerró sus ojos, olfateando el lugar. El petricor lo golpeó en el hocico y se balaceó a un costado, escuchando el latido de su pequeño y poderoso corazón golpear contra su pecho.

El argentum se sintió mareado de repente, cuando las imágenes que más quería olvidar comenzaron a cobrar vida en su mente. Gruñó, comenzando a sentirse pequeño e insignificante.

Dolido.

No quiso saber nada y anheló que esa situación nunca hubiese ocurrido.

Pero ya había pasado una semana desde que huyó con el rabo entre sus piernas de la casa del extraño alfa que perforó su alma entera y le entregó su lobo entre las estocadas que lo hicieron tocar al cielo, y la sensación de aquellas expertas manos tocando todo su cuerpo, eran incapaces de esfumarse siquiera. Todo había parecido estar congelado dentro de él, así como la nieve que comenzaba a caer sobre su pelaje blanco.

Así.

Esos besos abiertos y esa lengua metiéndose en su garganta, lo habían vuelto loco al punto de sollozar por más, y dejar que el otro alfa se hundiera en él, como si fuera que la unión de ambos cuerpos era lo que más importaba en esta vida. Y quizás así lo había sentido el argentum cuando se encontró en aquel momento, gimiendo y gritando de placer ante las descargas eléctricas que su miembro y agujero sentían, siendo invadidos por un lobo quien no conocía.

Y sí, quien no conocía.

Quien no conocía y sentía como si lo hubiese conocido durante toda su vida.

Porque cuando Jungkook atacó por primera vez al alfa abandonado cerca de sus montañas, se sintió débil ante el aroma de la menta que acechaba el lobo y que, a él, lo dejaban débil. Incluso cuando los colmillos del extraño perforaron su cuello, sintió como su lobo le pedía ser mordido más y en cómo, le decía que había encontrado a su compañero destinado. Pero todo eso había sido sólo una quimera, y Jungkook estaba totalmente convencido de que aquello solo fue el miedo hecho lobuno por la desesperación de morir. Pero cuando vio a Jimin despertar en su cueva, con su cabello rubio y esa piel blanca, aquel frágil cuerpo que parecía que en cualquier momento iba a quebrarse, el argentum sintió como su animal se desesperaba por aquel y en cómo, su corazón le latía con prisa.

Era la primera vez que le sucedía algo así y no lo entendía. Le volvía loco saber más de Jimin y descubrir porque se sentía tan débil ante su presencia. Y por, sobre todo, decidió ignorar la voz de su lobo diciéndole "Es nuestro alfa, argentum", porque aquello, era imposible. Quizás su curiosidad había sido la culpable, en primer momento. No evitó querer seguirlo a su departamento, entusiasmado por descubrir la verdad.

Porque Jungkook sabía que Jimin no era un alfa cualquiera.

Pero no descubrió nada más que su lobo enloqueciendo por las hormonas del otro. El hogar del rubio era su rendición, todo olía a él. Cosa que tocaba, aroma que llegaba a sus fosas nasales y lo hacían estremecer. ¿Por qué? Su lobo no hacía más que llorar y suplicarle por favor, que se dejara morder y que su pareja era Jimin. Pero aquello no podía ser cierto, su animal sólo estaba atónito ante la cercanía del otro por ser un abandonado. Jungkook siempre supo que su animal era extraño por no poder preñar, ¿pero de ahí a que su pareja destinada fuera otro lobo de su misma especie y sexo? Imposible. Eso nunca se había visto siquiera, era algo inaudito y difícil de creer, inclusive recordando en como Jimin había anudado en su interior y en como la tiara dorada creció en su frente, lo hizo sentir nauseas. ¿Acaso Jimin era una bestia? ¿Era algo así como un lobo enfermo? ¿Por qué él había podido formar un nudo en su cuerpo cuando no tenía órganos de fecundación? No entendía y había tantas preguntas por responder, que quizás quedarían en el olvido para siempre. Porque lo que vio y lo que vivió esa noche, fue algo que quedará en su cabeza como una pesadilla. Nadie debía saber del pecado cometido, ni su hermana.

Aurum • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora