Pars XVIII

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Las lágrimas cayeron desde sus ojos cuando despertó esa mañana de otoño. Su corazón martillándole en el pecho lo hizo quedarse sin aire y el viento fresco entrando por la ventana abierta lo golpeó en la cara. Jimin quiso olvidarse del dolor que su lobo sentía dentro de su interior mientras dormía, pero no tuvo solución alguna.

Se giró sobre la cama mirando el lugar vació que tenía a su lado. Su estómago se contrajo cuando su animal comenzó a golpearle dentro de su cuerpo cansado y harto por no estar al lado de su compañero. Cada mañana era la misma, con la diferencia de que la agonía se hacía más fuerte con el pasar de los días. El aurum debía acostumbrarse a esto porque sabía que no había una solución para callar al destrozado corazón de su lobo. Ya hacía un mes entero en el que Jungkook se marchó de la casa dejándole una nota con la peor letra que Jimin vio en su vida, despidiéndose de él y agradeciéndole por haberlo cuidado durante el embarazo.

Un mes y toda la habitación seguía oliendo al argentum. A la menta y a la madera.

A él.

El rubio suspiró y se sentó en la cama quitándose las lágrimas de las mejillas con el dorso de su mano. Pronto se dio cuenta que Manwol no estaba durmiendo en su pequeña cuna que estaba en frente suyo y se alarmó, pero de repente se tranquilizó cuando lo escuchó sollozar en la cocina a la vez que la voz de Taehyung le hablaba con dulzura. Jimin sonrió triste y sacudió su cabeza, recordó que en la noche anterior él mismo se había desvelado corrigiendo los algoritmos de los programas que le habían mandado desde el trabajo. Se acordó hacer dormir a su cachorro y luego a él cayendo en la cama a punto de morirse por el dolor de espalda. Seguramente su amigo llegó en la mañana temprano y ahora se estaba encargando de alimentar a Manwol, el castaño siempre solía venir los fines de semanas por la mañana para poder ayudarlo con el pequeño. Estaba demasiado agradecido con Taehyung por todo lo que estaba haciendo por ellos y no tenía más palabras para decirle.

¿Y Manwol?

El de oro levantó la cabeza y miró la pared del frente con una sonrisa. Las seis ecografías colgadas en una pequeña soga adornaban la habitación junto a las fotografías polaroid del cachorro cuando nació y algunas fotos del estómago hinchado del argentum; al final de la soga, una fotografía suya con el pequeño que Taehyung les había tomado hacía unos días atrás.

Jimin mentiría si dijera que su tarjeta de memoria en el teléfono no estaba a punto de estallar por las cientas de fotografías y videos que tenía de Manwol, incluso tenía un álbum físico de fotos que Taehyung le había regalado cuando les sacó fotografías con su cámara profesional cuando celebraron el primer mes de nacimiento del niño.

Manwol era demasiado especial y Jimin lo amaba tanto, era su bebé pequeño. Todavía se le era difícil salir del shock de saber que por fin era papá de un hermoso cachorrito y que, llevaba sus genes en él. Manwol le daba fuerzas todos los días para seguir luchando por él y trabajar duro para poder darle lo mejor en un futuro, para que crezca bien y sea un niño sano. El aurum pensó que el niño sería como los típicos bebés humanos que cuando nacían no paraban de llorar y estaban intranquilos todo el día, más Manwol que no tenía a su otro papá para darle de mamar, pero no fue así. Manwol era un bebé muy tranquilo y únicamente lloraba cuando tenía hambre, la mitad de la jornada se la pasaba durmiendo en su cuna.

El de oro se había acostumbrado a la rutina de esperar a que su hijo llorara para poder darle de comer. Y el lobo de este último aún era un cachorro indefenso que no mostraba señales algunas, Taehyung le dijo que al haber nacido en su forma humanoide le tomaría hasta los cinco o seis años despertar a su animal - caso contrario a como los lobunos despertaban a su lado humano en esa misma edad y a como Jimin había cambiado a uno por primera vez -.

Aurum • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora