Semana 7. "Más allá del espejo y Más cerca de la puerta".

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Hay alguien en el espejo.

Una chica de mi misma edad; con mi mismo pelo e idéntico peinado; con ojos copiados de los míos...                                                                                                                                                                                          Me mira porque yo le miro, pero soy incapaz de saber si, aún cuando miro a otro lado, ella me mira a mi.


     Momentos antes...

Él salió primero, terminando de abrocharse el cinturón, y dejando la puerta entreabierta tras de si.

A través de esta,  en la habitación, estaba Diana, sentada en la cama mirando por la ventana.

Miró hacia abajo y contempló la marca del cinturón en su muñeca, dejó brotar una lágrima por su mejilla, aunque manteniendo su expresión fría, y volvió a mirar hacia la ventana

Se levantó.

Victor, su marido, estaba abajo esperando a unos colegas de trabajo para una reunión, así que la planta de arriba era toda para ella. Salió de la habitación y caminó acariciando ambas paredes del pasillo. Acabó en el baño.

Cerró la puerta y echó el pestillo.

Se miró al espejo y vio algo que la repudió: la imagen de una mujer con altas espectativas hasta que llegó al matrimonio.

Conoció a Victor en una subasta, un hombre encantador y que al momento de hablar con él, dejó una marca en su corazón. Pero poco a poco, esa marca se intensificó... hasta ser visible, similar a la de un latigazo propinado por un cinturón.

Sus mejillas se habían vuelto negras, aprendió a no llorar delante de él, y mucho menos, en caso de haber una discusión.

Ella estaba vacía, ahora si.

Pero su reflejo... Hacía mucho que no besaba y sentía al mismo tiempo, pues sentir le era difícil.

Apoyada en el lavabo, se acercó a su otro yo, la miró fijamente y pudo verla.

Joven, elegante, misteriosa... Soltera.

No fue el compromiso...

Podía ver su vestido rojo, su maquillaje perfecto, y su felicidad real.


Incluso podría pensar que llegó a sentir algo por aquella imagen.

Al mirar sus ojos, podía ver la gala en la que conoció a Victor: Una enorme mansión en Italia. Con luces cálidas, aún mas intensas cuando llegó la noche.

Estuvo en ese salón hace tan solo cinco años.

Y ahora sintió volver a estar allí. Ahora, con un vestido negro, caminando entre personas elegantes. Absorbidas en sus propias conversaciones, que se oían como murmullos de fondo.

Sabía a donde iba 

A la mesa en la que se sentaba aquella noche.


Juzgó el momento. Alice, la amiga que la invitó como acompañante a la subasta, habría ido a bailar con un hombre, y ella se quedaría sola en la mesa.

Al fin se encontró.

De espaldas en la mesa, moviendo con una cañita el ginebra de su vaso. Al verla recordó porque se sentó ahí.

Sabía que le costaría entablar conversación con cualquiera de los allí presentes. No era tan refinada, aunque podía aparentarlo perfectamente.

(Mi) Reto 52 semanas de escritura 2020Where stories live. Discover now