02

7 1 0
                                    

13-febrero-XX

Para la espada que atraviesa mi cansado corazón.


Hoy te odio, honestamente te desprecio y aborrezco, me resulta impensable la idea de que me hayas dejado atrás y sigas con tu vida como si yo jamás hubiera existido. Me pregunto y me atormento con la duda sobre lo que estarás haciendo, si llegaste quizá a encontrar a alguien a quien consideras mejor que yo, alguien a quien amas mucho más de lo que me llegaste a amar alguna vez, más de lo que tú mismo podrías imaginar.

Veo cada rincón donde pudimos pasar risas y besos y el recuerdo de tu piel abrazando a la mía me resulta nauseabundo. Por momentos la bella máscara que he estado forjando para los demás se rompe y bastante evidente la tristeza que me consume desde el interior. Me desespera no tenerte cerca, me desanima no saber de ti y cada cosa que me pasa tiene un extraño sabor a ti...

Pero también todo me sabe malo, todo me sabe a viejo, a dolor, a nostalgia y a soledad.

Me desespera demasiado lo egoísta que llegaste a ser, me lastima horrores lo sola que me dejaste, no cabe en mi mente la idea de que quizá al final pensaste solo en ti y en nadie más que en ti para seguir con tu camino como si nada más pudiera pasar.

Te odio tanto, que el simple hecho de odiarte, parece incluso de ensueño. Al menos así estás conmigo, al menos así estás en mi corazón. Odio tu cabello, tus bellos ojos, tu piel morena llena de los destellos que mis ojos imprimían en ella. Odio la manera en la que tu cuerpo comenzaba a relajarse antes de que cayeras completamente dormido. Odio tus chistes, horribles, que siempre me hicieron reír, odio tus labios y esos dulces besos que pueden dar, odio tus manos y tus esbeltas muñecas que aunque a ti te acomplejaban para mí no dejan de ser un arte espectacular.

Odio la tierna manera en la que apartas los vegetales que no te gustan de tu comida, haciendo esas caras de niño mimado que me parecían tan primorosas, odio tu risa de felicidad cuando pasábamos un buen rato, odio la forma en la que pasabas de comportarte como un niño a actuar como un adulto; realmente odio la forma en la que me calmaban tanto tus besos y abrazos en medio de mis tormentas. 

Pero lo que más odio, es mi capacidad para recordarte con cada detalle y que jamás te hayas dado cuenta de cuánto amor he sentido por ti, de cuánto te he observado cuidado. Me duele demasiado el pecho y el alma como para ignorar todo lo que siento por ti.

Te odio, porque el odio es el sentimiento más fuerte que el amor puede generar.

Te odio porque te amo demasiado como para ignorar todo lo que contigo pasó.


Atentamente

La persona que más intensa que te ha llegado a amar.

Cartas de un amor olvido.Where stories live. Discover now