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29-febrero-XX

Para ti, mi tormento.

Anoche llegaste de nuevo a atormentarme, y entre penumbra y desvelo tu recuerdo mutiló sin piedad tanto a mi mente como a mi corazón.

Te amé, te odié, te aborrecí y te invoqué con todas mis fuerzas y con toda mi alma. Pero al final, por más que me quebrara, por más que me ahogara, por más que mi cuerpo temblara y mis ojos ardieran, tú no aparecerías. Ni entre mis sueños. Ni entre mi realidad.

Me cuestionaba horriblemente el qué habías hecho conmigo, el por qué me pasa esto solamente a mí, estoy segura de que tu no tienes este tipo de noches en pena, que mi recuerdo no te deja ni un pequeño fantasma al que quieras espantar. De nuevo solo yo estoy sintiendo algo aunque quisiera que fuera mutuo.

Estoy rota, estoy desecha, estoy echa un manojo de nervios y un mar de lágrimas que aunque me inunde jamás van a llegarte a tocar, ni siquiera como una lejana ola que intenta alcanzar la parte alta de la playa, ni con la marea a tope, ni en mis mejores sueños, ni en tus peores pesadillas.

No es justo, no es para nada justo que yo sea quien se pone mal, que yo tenga esta clase de crisis, que la vida venga y me cobre y me juegue horriblemente por haber cometido el torpe pecado de quererte, de amarte y de creerte. 

Quiero ser más fuerte que todo esto, quiero que el mar de la tristeza no me llegue, ni me lleve; quiero que te vayas de mi mente y de mi corazón para siempre, que me dejes libre y con capacidad de sentir de nuevo. 

Siento que he perdido muchísimo mi plena capacidad para amar. ¿Querré alguna vez a alguien como a ti? Quizá no. Pero, estoy segura de que no quiero sentir nada por el estilo de nuevo. No quiero enamorarme tan ciega y tontamente de alguien que agarrará mi pobre corazón, lo estrujará luego de decirle algunas hipnóticas palabras acarameladas y lanzará contra una pared para que se desangre. 

He vivido cosas crueles pero lo que tu has hecho conmigo ha rebasado todo. Te odio constantemente porque es en lo único que logro convertir todo el amor que te tengo aún. Y por paradójico que parezca, tampoco quiero odiarte. 

Ni odiarte ni amarte ni nada, no quiero nada más de ti, solo aléjate, solo déjame sola como siempre lo hacías, solo vete a donde no pueda alcanzarte y llévate todos estos sentimientos y todo este dolor contigo, yo no lo quiero. A mí no me sirve para nada. Tu no me sirves para nada, así como tus promesas vacías y tus besos rotos.

No me sirve de nada recordarte, no me sirve de nada pensarte, no me sirve de nada amarte. Así que solo vete, te dejo ir en paz, te dejo ir sin detenerte, así que llévate esto. Lleva todo contigo y tíralo en algún basurero que encuentres, no quisiste mi amor, no quieres mi odio tampoco, así que solo tíralo donde nada ni nadie lo encuentre, que yo no lo quiero más. 

Yo solo quiero volar, vivir y nadar. Quiero ser de mí y de nadie más. Así que, ¿qué esperas? toma todo y haz que no tenga necesidad de escribirte nunca jamás. Llévalo todo justo como querías. Déjame sola tan como deseabas. Mi vida y todo lo que pase conmigo ahora no es de tu incumbencia, ni tuya ni de tu espectro ni tu estúpida versión onírica. 

Tu no existes más para mí así como yo tampoco debo existir para ti. Ambos estamos muertos. Ahora déjame, por favor, renacer por mi cuenta, en un lugar, en un mundo, en una dimensión donde tú no existas y por favor, te lo ruego, no aparezcas de nuevo entre mi cosmos, jamás en la vida. Nunca más.

Algún día renaceré de nuevo. Pero tu no tienes nada que ver con eso.

Por eso.

Solo vete. 

Solo sal de mí, por el amor a lo que más quieras.

Déjame en soledad.


Atentamente 

La mujer del tornado en la cabeza.

Cartas de un amor olvido.Where stories live. Discover now