8 - ¿Esto es formal?

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¡El día siguiente llegó con todo su esplendor! ¡Con un sol reluciente, brillante, caluroso y...!

...

¡Oh! ¿Me detienen? ¿Quieren saber cómo terminó la noche anterior? Bueno, digamos que lo único que hicieron fue besarse, hasta que ruidos desde la habitación de Holy les hizo dar un salto casi cómico, separándose inmediatamente.

Ambos avergonzados, sin saber qué decirse, decidieron ir a sus respectivas habitaciones; total, el calor que se habían conseguido ya no podría empeorar.

En fin...

Tenían escuela al día siguiente y Jime se planteó muy seriamente fingir enfermedad y no asistir, pero no quería verse como una cobarde ante los ojos de Jotaro, así que, más a la fuerza que con ganas, se preparó para la escuela.

Jotaro ya estaba desayunando con Holy, y no mostró reacción alguna.

—¡Queridita! ¡Buenos días! Ven, sírvete lo que quieras —saludó Holy con una gran sonrisa, mientras le ofrecía jugo a Jime—. ¡Cielos! ¡Estás muy roja! ¿Te encuentras bien?

—S... sí, tía Holy, el calor es insoportable —respondió Jime rápidamente. Logró observar a Jotaro, que reía disimuladamente de lado.

—¡Qué bueno! Ahora a desayunar, que deben irse a la escuela.

—Sí, tía Holy —respondió Jime, apurando su comida, para luego lavar sus trastes y correr hasta la puerta.

—¡Muévete, Jotaro! —gritó Jime—. ¡Llegaremos tarde!

Jotaro exhaló, harto, pero se llevó un pan a la boca y siguió a Jime.

—¡Qué bonita relación! ¡Vayan con cuidado, chicos! ¡Los veo en la tarde! —se despidió Holy desde el comedor, agitando una mano con ánimo.

Ya afuera, Jime estaba colorada, y no controlaba el nerviosismo creciente en su pecho; no se sentía con fuerza de mirar a Jotaro a los ojos. Eso sí, la sensación en sus labios seguía presente.

—Oye —llamó Jotaro, provocando que Jime diera un saltito.

—¡Ahh! ¿Qué? ¿Qué quieres?

—Que molesta, trata de calmarte, ¿quieres?

—¿Por qué lo haría? Todo es tu culpa...

—¿Mmm?

—¡No te hagas el tonto! ¿Qué fue eso? Tú... y yo... ¡Arghh!

Jotaro no respondió, simplemente siguió caminando con calma. Después de un rato decidió hablar:

—¿No te gustó?

Jime soltó un gritito, uno muy parecido a los que Joseph solía usar. Jotaro suspiró.

—¿Qué clase de pregunta es esa? —alegó Jime al fin, golpeando el suelo con uno de sus pies, en una rabieta infantil.

—Responde, no seas una molestia.

Jime se adelantó a Jotaro, colocándose frente a él y señalándolo con un dedo, en un gesto desafiante:

—¡Cállate! ¡No te atrevas a llamarme molestia después de lo que me hiciste!

—Te vi muy cooperativa.

—¡Ah! ¡Eres un tonto! —gimoteó Jime, loca de nerviosismo—. Creí que solo era una especie de fachada para alejar a tus fans.

—Tonta... mírame, tranquilízate y dime —cortó Jotaro, acercándose a Jime, para tomar con dos de sus dedos el pequeño mentón de la chica—: ¿de verdad crees todo eso? ¿Vas a seguir fingiendo?

Mi Mejor Recuerdo. Jotaro Kujo x LectoraWhere stories live. Discover now