Capítulo VIII: Forever

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Capítulo VIII

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Capítulo VIII

La madre de Natalia se ocupó de organizar la boda de su hija en un tiempo récord y la familia de Bucky se prestó inmediatamente para ayudar: la señora Barnes y sus hijas se encargarían de preparar la cena para los recién casados, así como el pastel de bodas que la hija mayor diseñó y elaboró con sus propias manos. La buena mujer estaba feliz, exultante. Steve era el mejor amigo de su hijo desde que eran tan pequeños que para ella era un hijo más. Verlo ahora convertido en un hombre, casándose... la llenaba de orgullo y felicidad. Estaba segura de que Sarah veía a su hijo desde el cielo con el corazón henchido de alegría. 

Nat y su madre había comenzado a preparar su ajuar desde el día del compromiso. Habían cosido y bordado primorosamente una serie de manteles, servilletas, cortinas, sábanas y ropa interior. Toda la blanquería de su futuro hogar estaba preparada cuidadosamente. También habían bordado el velo que usaría Nat y el borde de su vestido de satén. No había sido fácil convencer el padre Koslov para que casara a la pareja. En general, él se oponía a unir en matrimonio a dos personas de religiones diferentes, pero por las Romanova haría una excepción.

Steve había sido criado como un católico devoto, pero por Natalia estaba dispuesto a casarse donde fuera. No le importaba. Lo importante era que finalmente uniría su vida a la de la mujer que había amado desde que era prácticamente un niño. Estaba feliz. La ceremonia se desarrollaría al atardecer, hora común de los matrimonios ortodoxos. Su futura suegra se había opuesto terminantemente a que se vieran ese día, así que debía esperar para poder ver a su novia. Él y el señor Barnes habían ido a comprar las alianzas en el barrio de las joyerías judías. Dos aros sencillos, de oro brillante que representaban la promesa de un futuro junto a ella.

El padre de su mejor amigo se encargó de tener con él esa conversación tan especial que se les daba a los jóvenes previo a su boda. Frente a la ausencia del padre del muchacho, él se encargó de aquello. Le explicó qué es lo que debía hacer en la noche de bodas, como hacer feliz a su mujer, logrando que Steve enrojeciera hasta las orejas. Aquel era un tema que lo llenaba de ansiedad y temor, pero estaba seguro de que junto a su mujer todo estaría bien. Se amaban y aquello era más que suficiente.

Las horas transcurrieron con rapidez y él, acompañado por los Barnes se dirigió a la iglesia ortodoxa donde se desarrollaría su enlace. Habían decidido que la señora Barnes lo entregaría en el altar frente a la ausencia de su madre. A Natalia la entregaría su madre. La mujer se había arreglado con su mejor vestido y se apretujaba contra él en el taxi lleno. Su perfume dulzón aumentaba en Steve la sensación de vacío en su estómago. Estaba tan feliz y nervioso que no había sido capaz de comer nada en todo el día.

Cuando llegaron finalmente a la iglesia, él se apeó, ayudando a la madre de su amigo y a sus hermanas a hacer lo mismo. Se alisó la chaqueta del uniforme y dejó que la señora Barnes le acomodara la corbata y le pellizcara una mejilla mientras que sus hijas y su esposo entraron a la iglesia para buscar sus asientos. El resto de los invitados estaban compuestos por el coronel Phillips, la agente Carter, las alumnas de Natasha y algunas de sus amigas de la academia.

"Siempre tuyo, Steve"Where stories live. Discover now