Capítulo XXIII: It feels like a start

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Capítulo XXIII

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Capítulo XXIII

Una vez que su respiración se calmó y volvió a un ritmo más normal, Steve se apartó de Bucky y lo sostuvo por el rostro, mirándolo de arriba abajo, como en busca de alguna herida. Cuando se dio cuenta de que estaba bien, volvió a apretarlo brevemente contra su pecho, antes de soltarlo, respirando profundo. Bucky aún parecía medio ido, como si no creyera en su suerte o en la benevolencia del destino que lo había salvado de una muerte segura. Tocó la suave lana de la bufanda que aún rodeaba su cuello, medio desgarrada por la fuerza que había ejercido Steve para jalarlo hacia él y suspiró.

– ¿Estás bien, Bucky? – preguntó el capitán, con sus manos sobre los hombros del castaño.

– Estoy bien, estoy bien...– murmuró, aún con el corazón latiéndole en la garganta.

– Dios, casi me matas de un susto, imbécil...– exclamó Steve, dejándose caer sobre el suelo, y soltando una risa nerviosa.

– ¿Tú casi te mueres de un susto? ¡Yo casi me muero de verdad! – exclamó el sargento, acariciando la lana azul, provocando la risa del rubio. Se dijo a sí mismo que le debía la vida a aquella muchachita de ojos bonitos y sonrisa arrebatadora.

Steve lo observó por un momento y notó sus dedos sobre la bufanda raída. Sonrió suavemente y se obligó a sí mismo a ponerse de pie. La misión aún no terminaba, después de todo. Esperaba de todo corazón que Gabe hubiera cumplido con su parte y que hubiera logrado atrapar a Zola exitosamente.

– Vamos, Buck. Hay que encontrar a Gabe. Más tarde podrás darle las gracias a la señorita Miller...– comentó con una sonrisa socarrona que Bucky le correspondió.

Se aseguraron de no encontrarse con más sorpresas por el camino, despejando los vagones cómo correspondía. Ataron a los prisioneros y los dejaron encerrados en un pequeño compartimiento antes de llegar a la cabina de mando donde Gabe ya tenía asegurado al objetivo. Steve lo felicitó con una sonrisa y se paró firme frente a la cabeza detrás de HYDRA, mirándolo desde toda su altura con rabia. Ese había sido el hombre que había torturado a Bucky, experimentando con él como si fuera un animal. De hecho, detrás de él, el sargento miraba hacia otro lado, evitando mirar a su captor. Sabía que, si lo veía de frente, no se contendría de darle un tiro entre los ojos.

– Doctor Zola, usted vendrá con nosotros– le informó, a lo que el científico bufó, aceptando lo inevitable.

– No creo tener otra opción, ¿verdad, capitán? – le preguntó con aquel acento extraño suyo, arrastrando las erres. Steve se permitió sonreír.

– No, doctor, no la tiene– el equipo se comunicó con el resto de su unidad y acordaron su extracción en un punto cercano, una vez que consiguieron detener el tren.

Un equipo de la SSR los recogió a las afueras de Lucerna y se los llevaron por aire hacia el puesto de control en Ardennes. Steve descendió primero del avión y buscó a su esposa con la mirada. Natalia estaba acompañada de Peggy y Grace junto a unas tiendas de campaña con el símbolo de la Cruz Roja, preparadas para cualquier eventualidad. Ambos suspiraron al mismo tiempo cuando sus ojos se encontraron, aliviados. Steve se dirigió hacia ella con premura y Nat le salió al encuentro, arrojándose a sus brazos en cuanto lo tuvo cerca. Se abrazaron largamente, él dejando pequeños besos en su cabello mientras la alzaba del suelo por un segundo.

"Siempre tuyo, Steve"Where stories live. Discover now