Capítulo 4: "Ojos grises"

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Tomo el mechero entre sus manos, apretando el gatillo en dos intentos antes de que la llama naciera, sin dudar la arrojo al queroseno encaminado sobre un sendero de paja que ardía en cuestión de segundos, donde solo había negrura en la madrugada h...

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Tomo el mechero entre sus manos, apretando el gatillo en dos intentos antes de que la llama naciera, sin dudar la arrojo al queroseno encaminado sobre un sendero de paja que ardía en cuestión de segundos, donde solo había negrura en la madrugada húmeda dio pie para grandes llamaradas, una chispa encendida de sus más perversas pasiones estallo para brindar con su éxtasis brillo a los labios resecos por el frío, se relame la boca seca como las mismas dunas del desierto de Libia, babea ante esos colores cálidos, ceniza y nieve volaron sobre su piel, quemándola y juntando con las brasas dos hematomas volviéndola una sola cicatriz en su brazo.

En sus intensas heridas mira el fruto de sus hazañas, mierda que lo volvía loco ¡Sí! Mira ese fuego, mira el creador de muerte, mira el delator de gente inocente a los fascistas que ahora ubicaran el pueblo por culpa suya. Una sonrisa nació formando hoyuelos en sus mejillas, no tardo en escucharse la trompeta de Jericó y una Stuka ya sobrevolaba el terreno. Escuchó el silbato de los rojos y se giró ahí donde escucho el sonido agudo, era obvio que lo matarían por exponerse al enemigo tan descaradamente. Pero ese era su motivo desde el inicio. Llevan queriendo atraparlo desde hace mucho tiempo con cada desgracia que han ocasionado sus eyaculaciones y excesos de placer.

Quería ver el final del incendio, ya que palpitante su erección amenaza con romper la tela de sus pantalones, suelta un gemido y molesto debe emprender la huida, de lejos contemplara mejor su obra de arte.

Tomo la mochila que dejo en el camino, huyendo más allá de la senda que brindan para llegar al poblado, estaba listo para llegar a Moscú, sosteniendo firmemente el papel que le ha guiado en su depravado viaje por casi toda Rusia. El volante maltratado y viejo de la presentación de una famosa bailarina de teatro se leería en la oscuridad. "Masha Ivánovna, la belleza de San Petersburgo".

Ella, ella es su motivo, su razón, su deseo. Desde que la vio bailar en ese vestido rojo, supo que ella ardería de maravilla, recuerda sus ojos y que sus labios eran fuego...

La adoraba, no ha parado de buscarla ni un solo día desde entonces. Ha recorrido sus mismos pasos, armándose de chismes, avisos y rumores sobre su paradero. Que la vieron en un bar, que bailo con un oficial en Kiev, que huyo en avión hacia una de las capitales, que ella se puso paranoica porque piensa que alguien la sigue, sabe todo, todo de ella.

"¡Masha, mi amada! Ya me notaste y no tardaras en dar conmigo ni yo contigo. Oh, chica traviesa, pajarillo escurridizo que desea emprender vuelo lejos de la celda que ocasiona esta nación sumida en dolor. ¡Huye todo lo que quieras mi amor! ¡Jamás temas porque te seguiré a donde vayas por toda la vida si hace falta!"

Donde pise este demonio enamorado del fuego ha dejado un rastro de queroseno, sangre, semen, sonrisas y poemas gritados a las familias que ha matado, las adolescentes que ha violado.

Los disparos amortiguaron el crujir de sus botas en la nieve cuesta arriba. ¡Solo un poco más Masha!

Solo un poco más y al fin nos conoceremos.

Marcha Roja[+18 Contenido Homoerotico]Where stories live. Discover now