CAPÍTULO 2 CAN

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CAPÍTULO 2

CAN

Unos golpes suenan contra mi cabeza rompiendo mi sueño. No quería levantarme, es más, no quería ni siquiera moverme; había sido un día horrible, odiaba planear estas cosas, mi trabajo era llevar la compañía y mantenerla a flote tapando cualquier indicio macabro, no organizar fiestas sin sentido para complacer a un montón de gente estirada que no me importaba. Y aun con eso lo había hecho.
El golpeteo se hace mas fuerte, abro mis ojos y todo es oscuro; los golpes vienen de la puerta.
- ¡¿Qué?! – grito con un gruñido. Nadie contesta, pero siguen golpeando. ¿Acaso no podía tener ni cinco minutos de paz? Claro, esa palabra ya no formaba parte de mi vocabulario desde hacía mucho tiempo.
Solo había tres personas que podían tener el atrevimiento de molestarme a esta hora, mi madre con su insistencia de que mañana en la fiesta todo fuera perfecto, Polen queriendo meterse en mi cama o Emre con malas noticias. Ninguno de los tres era bienvenido.
- ¿Qué carajos quieres? – amenazo abriendo la puerta a quien sea que este del otro lado, no tenia humor para esto. Emre levanta la cabeza apoyando en el marco; sin su saco, con la camisa abierta, el cabello despeinado y sudor empañándole la frente no se parecía en nada al Emre con el que había hablado hace un rato. Lo que no era buena señal.
- Huyo… - susurra con la respiración agitada. Aprieto los dientes y cierro los ojos.
- Tiene que ser una broma… - susurro tratando de no darle un puñetazo a mi hermano. De verdad lo quería, pero cosas como esas me hacían recordar por qué yo era el presidente de la empresa y no el.
- Nadie sabe donde esta… - suelto un suspiro y vuelvo a entrar en la habitación para ponerme los zapatos y una sudadera negra.
- Si nadie sabe donde esta es obvia que son un montón de inútiles, si hubieras sido secuestrado ¿a dónde sería el primer lugar al que irías? – le pregunto queriendo darle una señal y apuntar a lo obvio.
- A casa… - veo brillar el entendimiento en sus claros ojos azules mientras me espera parado frente a mí con las manos en la cintura. No podía creer que para eso me había despertado, es evidente de que si quieres algo bien hecho lo debes hacer tu mismo. Saca el celular para llamar a alguien, pero lo detengo.
- No te molestes, - le digo alejándome de el para sacar uno de los libros de la librería donde está mi propia arma – yo lo hare…
Manejando por la oscura ciudad mi corazón se acelera por la adrenalina, recuerdos de cuando yo tenia una vida normal se acumulan en mi cabeza. Siempre me pasaba cuando hacia algo como esto a pesar de que ya habían pasado 10 años, que era muy seguido, pero daba igual porque mi conciencia ya no me molestaba como antes. Hace mucho tiempo hubiera dado todo para desprenderme de esta vida, incluso lo había intentado, pero no había servido de nada. Las sombras terminaron por atraparme consumiendo a mi padre en el proceso. Acelerando subo la pierna al pequeño soporte donde suelo apoyarme y me sostengo la frente, la frase de mi padre golpea mis sienes como si de un martillo se tratara “Una vida es una vida, ¿Quiénes somos nosotros para tomarla? Cada vez que alguien muere por tus manos, una parte de ti se va con él” bien dicho padre, me decía a mi mismo, pero no servía de nada, aquí iba otra vez.
- ¿Usaras un traje mañana? – pregunta Emre recargado en el asiento con los ojos cerrados. Sabia que trataba de distraerme para que no le diera el puñetazo que mis ojos le habían prometido cuando me dijo lo que paso, pero claro, era mejor hablar de que usaríamos como un par de adolescentes. Si me preguntaba como iría peinado si lo golpearía.
- ¿Tú que crees? – respondo fastidiado – Huma me obligo y la verdad ya estaba aburrido de hablar con ella. Necesitaba checar los planos de una mina y no tenia tiempo para eso. ¿Estas listo?
- Por supuesto, tengo el anillo y todo – responde abriendo los ojos y apoyándose en la ventana.
- ¿Y crees que de verdad sea buena idea? – le pregunto. Desde que me había avisado que se casaría con Leyla no podía dejar de preguntarme el porqué. Y no es que la chica no fuera bonita o inteligente, lo que pasaba era que ya tenía novia y aceptémoslo, las mujeres eran una carga. Apenas podía soportar a las dos que tenía en mi vida.
- Es la mejor idea, debemos salvar la imagen de la compañía y mi boda con Leyla lo hará. – asegura con una sonrisa.
- ¿Me estas diciendo que no te importa lo que Aylin piense? O en su caso, ¿lo que sienta? – pregunto con ironía, no es que a mí me importara, pero sabía lo vengativa que podía ser una mujer. Huma era un buen ejemplo.
- No después de lo que paso, - responde en tono frio con una mueca – estamos a punto de hundirnos y no dejare que eso pase por mis errores.
- Claro… - respondo. Como si no supiera que aun la frecuentaba y es que Aylin era la mejor amiga de Polen. Aunque no podía juzgarlo, no sabia cual de las dos relaciones era más equivocada y enferma, si la de él o la mía.
- ¿No me crees? ¿Acaso crees que debería casarme con Aylin? – pregunta con una sonrisa burlona.
- Lo que mas me intriga es porque alguien quisiera casarse contigo, eres un completo fastidio – le respondo mordaz. Comienza a reír y se pasa la mano por el cabello despeinado.
- Un día te atrapara Polen y estaremos en la misma situación – me amenaza con una enorme sonrisa.
- Puede que si te dé un puñetazo después de todo – respondo. Vuelve a soltar una carcajada.
A pesar de las risas y las bromas, lo que me dice me hiela la sangre. Había querido evitar eso por mucho tiempo, ocho años de mi vida para ser exacto, pero sabia que el tiempo se acercaba y lo odiaba. Si, Polen era hermosa e inteligente, tenia un cuerpo decente y sabia como usarlo para su beneficio, Dios sabia cuántas veces se había metido llamado a su habitación que la tomara, pero no la quería. Su presencia me molestaba.
Claro que eso no me había impedido usarla para saciar mis necesidades, era un hombre después de todo y ella se ofrecía en bandeja lista para lo que yo quisiera, aun con eso, podía notar como cada vez hundía sus garras en mí. No sabia quien era peor si Huma o ella.

Llegando al barrio me detengo en el parque cerca del paseo marítimo, no quería ser reconocido, cargo la pistola, amarro bien mi cabello y tras un ultimo intercambio de miradas asegurándolos de estar listos, ambos bajamos de la camioneta.
No fue difícil sacar al pequeño bastardo de su escondite, podía decir que este barrio era de los mas pobres de la ciudad y entrar a las casas no era particularmente difícil. La naturaleza humara era tan simple, si te veías en peligro siempre ibas a un lugar familiar y este pobre idiota había regresado a su casa. Emre lo saca a rastras de la pequeña casa hasta el callejón detrás, me asomo a la otra recamara para ver si hay alguien, solo una señora de avanzada edad duerme profundamente. Ojalá no tuviera que matarla también. Cierro su puerta con cuidado y salgo de la casa.
Emre golpea al pobre hombre hasta que este esta totalmente bañado en sangre, escupe casi atragantándose y se recarga en su brazo, me recargo en la pared a su costado y espero. Normalmente, yo no era de hacer mucho desastre, pero a Emre al parecer le encantaba demostrar su fuerza y poder sobre los demás. Curioso porque era como un gatito junto a Huma.
- ¡¿A quien le vendiste los planos?! – pregunta Emre sosteniéndolo de las solapas de la camisa, el hombre le sonríe y después le escupe. Ruedo los ojos.
- Vas a arrepentirte… - le grita mientras lo avienta al duro suelo. Dudaba que le doliera, esta tan golpeado que seguro tenía el cerebro adormecido.
- Ustedes van a arrepentirse, - susurra con voz ahogada y una sonrisa – su imperio caerá. No importa lo que hagan.
Emre avanza y le da una patada en las costillas otra vez; rasco mi ceja y me acerco a detenerlo, era evidente que, si ya lo había golpeado hasta lo imposible y no hablaba, no lo haría con nada más.
- Mira amigo, - susurro acercándome a el para que pueda escucharme – no me gusta perder el tiempo así que te la pongo simple, hay dos opciones: o hablas o te mato. Así de sencillo. Te lo preguntare una vez mas ¿a quien le vendiste los planos?
- Que Dios maldiga a tu familia Can Divit, el diablo se los tragara enteros… - me amenaza con voz rasposa. Sonrío.
- Ay mi amigo, que poco informado estas – le susurro en su oído apuntando el cañón a su corazón – mi familia ya esta maldita y los ojos que ves ahora, son los del Diablo en persona.
Antes de que pueda reaccionar aprieto el gatillo. “Una vida es una vida, ¿Quiénes somos nosotros para tomarla? Cada vez que alguien muere por tus manos, una parte de ti se va con él”, bien dicho padre.
Me quedo junto al cuerpo que yace en el piso desangrado, apoyo mi brazo que sostiene el arma sobre mi rodilla y sacudo la cabeza; desde joven me había formado una reputación, se me había enseñado a disparar apenas pude con el peso de un arma y había asesinado a un hombre cuando ya era un experto en tiro, en cada vida que tomaba, los agudos e inocentes ojos de ese hombre regresaban para atormentarme. Ya no importaba.
Bajo la cabeza para observar a este pobre diablo que se atravesó en un fuego cruzado, que quiso dinero fácil y ahora lo había perdido todo, su madre iba a estar desgarrada mañana cuando lo encontrara aquí.
- Es hora de irnos… - susurra Emre. Limpiándose las manos en el pantalón.
- Vamos… - concuerdo con el levantándome, coloco el cañón detrás de mí y salgo del callejón.
La calle triste, oscura y solitaria nos saluda, era un barrio peligroso así que no me sorprendía que nadie se asomara a ver, por lo que había visto en las noticias, la muerte violenta no era una novedad por aquí. Quito las bolsas de mis zapatos y Emre igual, no debíamos dejar marcas.
La mayoría de las madres enseñan a sus hijos buenos modales, a vestir bien, tal vez los apoyan en sus clases o les dicen como deben tratar a las mujeres mientras aprenden a trabajar duro. La mía me había enseñado a manejar un arma, a esconderme entre las sombras, a defenderme sin dejar marcas y a tomar el alma de aquellos que se interpusieran en mi camino.
Un movimiento a mi derecha y un ligero sonido me hace detenerme mientras Emre sigue caminando, saco el cañón de mi espalda y me regreso sin hacer ruido a donde dejamos el cuerpo; una extraña forma esta donde debería verse la parte posterior de su cabeza, esta no se mueve, no sabría decir si es humano o algún animal que se ha acercado atraído por el olor de la sangre, las nubes han tapado la luna y esta mas oscuro que antes.
Avanzo lentamente uno y dos pasos para acercarme hasta que la espalda de la forma se tensa, en un acto reflejo levanta la cabeza y me mira directo a los ojos. Nuestro intercambio de miradas se siente como la coalición de dos mundos, por cinco segundos me quedo sin respiración al percibir el vacío de esa mirada como si se tratara de dos pozos negros sin vida…
- Can… - me llama Emre asustando a quien quiera que fuera. Con una gracia increíble se levanta del suelo y echa a correr al muro que da fin al callejón, pero antes de llegar a el da vuelta a la derecha desapareciendo. ¡NO ERA UN MALDITO CALLEJON!
- ¡Mierda! – escupo guardando la pistola y corriendo tras él.

- Lo siento señor, hemos buscado por todos lados. Peinamos el lugar lo que no es sencillo porque la gente esta asustada y hay mucho bullicio, no encontramos nada parecido a lo que usted dijo y el hombre que llevo anoche no ha despertado de la borrachera. – me explica Ceycey mientras jalo la estorbosa cosa que tengo en el cuello. Odiaba los trajes.
- Ah pero que amables anfitriones, porque no le hacen una cena y le llevan una de las almohadas de plumas de mi madre. Que se sienta cómodo – me burlo con ironía – ¡NO ME IMPORTA SI ESTA DORMIDO! ¡Aviéntale agua o algo y despiértalo!
- Si señor Can – responde Ceycey con vergüenza. Ruedo los ojos.
- Escúchame bien, - agrego tratando de controlar mi voz; Ceycey era de mis mejores trabajadores y el más fiel, no podía confiar esto a nadie más, pero esta situación me ponía de los nervios. Ese misterioso hombre de anoche me había reconocido, estaba seguro de ello, por cinco largos segundos sus vacíos ojos se habían clavado en mi y el muy idiota de mi hermano había dicho mi nombre. Era un cabo suelto. – necesito que seas cuidadoso, tienes que sacarle toda la información que puedas. Tengo que encontrar a esa persona.
- Si señor, déjelo en mis manos – me asegura con voz seria. Ambos colgamos.
Me recargo en la pared del baño tratando de respirar; se suponía que era algo sencillo, necesitábamos averiguar quién se había robado los planos de la mina de carbón que estábamos por perforar, nada complicado. Esa era la salvación de la empresa, la boda de Emre era la salvación de la empresa, que yo mantuviera a los pocos inversionistas que quedaban era la salvación de la empresa, todo el mundo vivía preocupado por salvar la empresa, pero, ¿quién salvaba al mundo de mi? ¿Quién me salvaba a mí?
Suspiro agotado como si cargara el peso del mundo en mis hombros, casi treinta años y ya sentía mi alma completamente condenada. Abro los ojos y el espejo me refleja a alguien que no conozco, un asesino. Lo único que había conservado de mi tiempo de libertad fue el cabello largo, era mi rebeldía contra esta vida, Huma lo odiaba. Como extrañaba esos días donde solo nos importaba a mi padre y a mi saber si habría tormenta o si quedaba suficiente te en el bote, era hermoso. En ese tiempo creí de verdad que la vida podría perdonarme por la atrocidad que había cometido, pero todo acabo y mi pasado llego a cobrar venganza. Suspiro, tenia una fiesta a la que ir.
Volviendo al salón donde toda la gente esta reunida, saludo amablemente y sonrío cuando debo sonreír a un montón de gente que envidiaba mi posición y mis posesiones. Posesiones que si no cuidaba se iban a ir al infierno, como yo.
- Amor, ¿dónde estabas? – me sonríe Polen sosteniendo mi brazo. Solo sonrío y pongo mi mano sobre la de ella para que no la mueva. No era muy fanático del contacto.
- Hermano – sonríe Emre con soltura. Nada que ver con el hombre desesperado de anoche; a su lado Leyla sonríe con timidez.
- Leyla, ¿cómo estás? ¿Aun no te has arrepentido? – le pregunto medio en broma. La pobre chica no sabia en la que se metía.
- ¡Can! – me regaña Polen. Leyla solo sonríe amablemente.
- Estoy muy bien Señor Can – sonríe. Leyla sin duda era hermosa, alta con unos deslumbrantes ojos azules y tez clara, de verdad parecía una modelo a un lado de Emre. Demasiado buena para él a mi parecer.
- Nos estaba diciendo Emre, - interviene Polen – que va a dar un anuncio despues de la presentación y la entrega de reconocimientos. ¿Tienes idea de que es Can?
- Ni idea – respondo con una sonrisa falsa. Esto se había organizado con cuidado por idea de mi madre, quería que todo el mundo supiera que su hijo iba a casarse con una chica sencilla para demostrar la absurda “humildad” de la familia. Ridículo.
- Emre… - mi madre se acerca a nosotros con su pomposo tono de petulancia. – querido, ¿dónde está tu suegra? Me encantaría conocerla.
- Ella está por llegar – responde Leyla asomándose entre Polen y yo – ¡oh! Ahí están…
Volteo, pero entre tanta gente no alcanzo a distinguir quien es su madre y su hermana. Emre y Leyla se alejan de nosotros para ir en busca de sus parientes.
- ¿No es hermoso? Mi niño encontró al amor de su vida y estarán juntos para siempre. – susurra mama a un lado mío en un tono meloso mientras doy un sorbo a mi trago, si quería sobrevivir la noche iba a necesitar algo mas fuerte que agua – no puedo esperar a ambos a verlos perfectamente asentados.
- Si, no creo que pase en un futuro cercano – le respondo dando otro sorbo.
- ¡Ah! ¡¿Como que no?! – casi grita llamando la atención de los demás. Estaba empezando a enojarme. Ambas intercambian miradas.
- No – respondo sin más. La mano de Polen se tensa a mi lado.
- Lo siento señora Huma, Can… - interrumpe Polen antes de que mama pueda decir algo – iré al tocador. Están abajo, ¿verdad?
- No querida, no tienes que bajar, hay uno del otro lado de la escalera que lleva a los balcones – contesta con dulzura mi madre. Polen nos da una pequeña sonrisa y se va.
- ¿Tienes que ser tan grosero, Can? – me regaña en un susurro, pero con una mueca parecida a una sonrisa. Ruedo los ojos y me acaricio la barba en señal de frustración, odiaba tener la misma conversación tonta una y otra vez.
- Tu eres la que esta forzando esto, Polen es una amiga y nada más – le aclaro.
- ¿Una amiga? Pero si esa chica esta enamorada de ti, hasta la invite a quedarse para que pasen tiempo juntos – se justifica. Y lo habíamos hecho, Polen se paseaba por la casa con las faldas y los vestidos mas cortos que encontraba solo para provocarme. A veces funcionaba, a veces no, pero eso no quería decir que me iba a quedar con ella y estaba harto de las indirectas.
- Ese no es mi problema, yo no soy Emre – le aclaro con voz dura. Me mira con ojos llenos de coraje dejando salir a la verdadera Huma.
- Necesitas una mujer a tu lado, alguien que te ayude y que se vea bien. No a una cualquiera que solo se meta en tu cama – me reprocha con dientes apretados.
- Tu sabrás – respondo. Su piel se colorea de rojo y sus ojos se abren de la impresión.
- Señora Huma – la interrumpe Guliz – la presentación esta por empezar.
Con un gesto se aleja de mi y sonrío. Cada miembro de la familia (mama, Emre y yo) teníamos reservado un balcón junto a todos los inversionistas y amigos por años de la empresa. Teníamos todo preparado, primero la presentación y el homenaje a papa, después la entrega de reconocimientos y al final la “sorpresa de Emre”.
Camino al balcón con paso decidido; está bastante oscuro, aunque no lo suficiente porque la gente aun esta entrando en la parte de abajo, últimamente me dolía mucho la cabeza. Me recargo en la barra para observar a todos ¿Qué se sentiría observar todo desde lejos sin ser parte del mundo? Alguna vez me gustaría probarlo, no cargar tanto peso por ser tan observado; puedo ver a Emre entrar del brazo con Leyla y detrás de el va mi madre con una señora de cabello corto igual que ella, los tres la acompañan a su lugar y tras unas palabras se alejan dejando un lugar vacío a su lado. Las luces empiezan a apagarse, solo las pequeñas linternas en lo alto se quedan prendidas. Tal vez el baño se había tragado a Polen.
Estaba tan estresado, necesitaba un desahogo y estaba seguro de que Polen no dudaría en dármelo, necesitaba liberar tensión, paso mi mano por mi cuello en un intento de relajarme. Tal vez esta noche si la dejara salirse con la suya, ¡uff! Esta noche, ¿para qué esperar? Aquí estaba oscuro y mientras mantuviera su boca cerrada podría hacerlo. La puerta del balcón se abre dejando entrar un poco de luz, camino hacia la pequeña entrada para recibirla, la tomo de su brazo y la beso con desesperación.
Apenas siento sus labios sé que no es Polen. Estos labios son mas rellenos, suaves e increíblemente dulces, el aliento fresco hace que mi cuerpo se estremezca de anticipación, tengo que atraparla en mis brazos y degustarla tanto como pueda. Su sabor despierta algo en mi interior que ruge de necesidad, por primera vez en mucho tiempo quiero congelar el tiempo y que este momento se detenga. ¿Cuántas veces de niño rogué por un ángel que me protegiera de las golpizas que recibía de Huma cuando papa no estaba? ¿Cuántas veces implore a Dios que me ayudara a salir del cautiverio en el que mi madre me había encerrado? ¿Cuántas veces llame a un ángel a los cielos para que me absolviera de mis pecados y me mostrara el camino al paraíso? El ángel estaba aquí, entre mis brazos.
Presiono su pequeña espalda contra mi para aliviar un poco toda la necesidad que parece escapar y estallar por cada poro de mi cuerpo, hace un pequeño ruidito que viaja de su garganta a mis labios y lo saboreo volviéndome loco de deseo. Nos separamos en busca de aire, antes de que pueda levantar la cabeza inhalo fuertemente y su magnifica esencia parece destruir todos los alfileres que parecen castigar mi alma con cada respiro que doy, es la esencia más magnifica que había olido en toda mi vida. La salvación debía tener ese aroma.
Antes de que pueda alejarse, la atrapo otra vez para seguir disfrutando de este precioso ángel que parece tener guardado el paraíso en esos labios y la salvación en su aroma, recorro con mis palmas su cuerpo de reloj de arena mientras la empujo contra la pared. No me importa donde estoy o quien es ella, ni siquiera me importan las consecuencias que esto pueda tener, solo quiero buscar mi salvación en el cuerpo mas perfecto que mis manos habían tocado alguna vez; continúo besándola con la desesperación saliendo a raudales y suplicando con insistencia que me deje probarla toda. Los pensamientos de arrancarle el vestido y hundirme profundamente dentro de ella golpean mi viciado cerebro, seguro ahí estaría mas caliente, mas suave, mas jugosa y deliciosa; puedo notar sus pequeñas manos sosteniéndose de mi cuello para guardar el equilibrio, si el ángel lo pedía porque yo se lo iba a negar, llevaba tanto tiempo jugando a ser el “Diablo” que estaba espantosamente necesitado de conocer que era probar el cielo.
Me separo de sus labios degustando un pequeño gemido que escapa de sus labios, sigo besando la comisura de su boca, su mandíbula y el hueco detrás de su oreja para embriagarme de su delicioso aroma, ¡Dios! Apuesto que su alma sabia incluso mejor. Su cuerpo se arquea para seguir sintiéndome cerca lo que me motiva a continuar, solo necesitaba un nombre…
- ¿Quién eres? – pregunto con un gruñido probando su deliciosa piel. Necesitaba saber el nombre del ángel que había llegado para darle un alivio a mi cuerpo y a mi vida. Todo su cuerpo se tensa y sin aviso sale de mis brazos corriendo hacia la puerta.

Era un idiota. Un redomado y completo idiota, no encontraba otra palabra para describir por qué no la había perseguido, cuando salí de mi estupor Polen ya estaba en la puerta, me había asomado para ver si la veía, pero había desaparecido. Pensé en preguntarle a Polen si la había visto pero era demasiado posesiva y no quería una escena; desgraciadamente ahora estaba con un serio caso que solo tendría un adolescente además de estar muy, muy molesto.
Mis pensamientos de hacer mi fiesta de pijamas con Polen salieron de mi cabeza al tener a esta misteriosa mujer en mis brazos, había llegado de la nada y al parecer solo vino para cautivarme y hechizarme dejándome con ganas de más, no podía dejar de pensarla. Solo una probada y ya era un maldito adicto; me reajusto el pantalón con toda la discreción que puedo mientras Polen resopla cruzada de brazos, había detenido cualquier avance que hizo conmigo cuando había entrado porque no era su cuerpo el que deseaba, no eran sus labios los buscaba y definitivamente no era su aroma el que necesitaba. Su perfume picante de cítricos nunca me había gustado.
Cierro los ojos recargando mi cabeza en el respaldo del sillón, no podía dejar de reproducir el momento una y otra vez en mi mente, saboreo mis labios buscando hasta el ultimo resquicio de su sabor dulce, mis manos pican añorando sentir su curvilíneo cuerpo de nuevo y mi corazón llora por inhalar su aroma otra vez. ¿Qué eran? ¿Flores? ¿Miel? ¿Azúcar? ¿Dulces? ¿Chocolate? ¿Todo combinado? ¡ARRRG! No sabia que olor era, pero sabía que el paraíso tenía esa esencia. Estaba seguro. Y luego estaba la suavidad de su piel, era tan lisa y tersa, sus labios imposiblemente rellenos, pero no se sentían operados (tenia buenas referencias de ello), mis manos casi abarcaron su pequeña cintura y esta estaba unida a unas caderas tan voluptuosas que me mareaba de solo imaginarla. Si, pensar en ella no estaba ayudando a mi problema.
El video termina y todo el mundo se levanta a aplaudir mientras las luces se vuelven a encender, Polen y yo nos levantamos, yo mas lento que ella y nos acercamos al balcón para poder ver más de cerca. Ahora seria la entrega de reconocimientos, suspiro con frustración, aun quedaba mucho por esperar…
- ¿Qué te pasa? – pregunta molesta.
- Nada – respondo. ¿Como enlistar todo lo que daba vueltas en mi cabeza? Ahora tenia a dos fugitivos y no tenia ni idea de quienes eran, como era de esperarse, todo sucedió en la maldita oscuridad.
- No me dejas ni besarte, - me reclama – no te entiendo Can. Ayer en la tarde la pasamos bien, ¿no?
- Claro – respondo aplaudiendo otra vez cuando Deren entrega el reconocimiento a uno de los mas grandes inversionistas y mejor amigo de mi padre – estuvo bien.
- ¿Estuvo bien? ¿Eso es todo lo que vas a decir? – pregunta girándose para verme de frente. Ayer en la tarde se había metido en la alberca conmigo, se había desatado el top de su bikini y bueno… menos mal que no había nadie mas en casa. Suspiro.
- Polen, no creo que sea el momento de hablar de esto – respondo sin devolverle la mirada; me asomo a ver a la multitud de personas, sobre todo a las mujeres, pero no puedo identificar a ninguna que luzca como el ángel, era una tontería, ni siquiera sabía cómo lucia, pero estaba desesperado.
- Pensé que, si pasábamos tiempo juntos tú, no sé, te decidirías… siempre hemos estado juntos, somos el uno para el otro – suspiro frustrado, no sabia si era por no encontrar a mi misterioso ángel o por tener la misma conversación otra vez.
- Polen, es la noche de mi hermano. Va a pedir matrimonio a su novia y no vamos a ensombrecerle la noche a ninguno de los dos, es su momento. ¿Está claro? – subo mi mano para acariciar su mejilla y sonríe. Por alguna razón el hacer eso se siente terriblemente incorrecto.
Después de entregar los reconocimientos, aparece el video de agradecimiento que Emre había filmado. Aquí venia el gran momento.
- … también quiero agradecer a mi hermano por siempre ser el líder fuerte y honorable que maneja con puño de hierro esta empresa, Dios bendiga sus manos por convertir lo imposible en posible. A mi amorosa madre por enseñarnos el camino correcto y a mi padre, que, aunque ya no esta con nosotros, por dejarnos un legado de valores y trabajo duro. Amigos, colegas, familia que siempre están a nuestro lado en las buenas y en las malas, les agradezco mucho el que nos permitan seguir siendo parte de esta comunidad que cada día se hace mas grande, gracias por su confianza y amor, se que juntos podremos lograr más. Y a ti, mi hermosa y amada Leyla… - pongo atención al video y Polen también; Emre se veía terriblemente convincente, ese video había sido filmado hacia una semana, acababa de “terminar” como por milésima vez (hacía mucho que había perdido la cuenta) con Aylin y luego lo había grabado. Había que admitirlo, el chico tenia talento para mentir. – eres la gracia de mi vida, cada momento contigo es un regalo que no quisiera pasar con nadie más, por eso, delante de todas estas personas que tienen un lugar especial en mi vida, me gustaría que tu tuvieras el lugar de honor, el que esta en mi corazón. Leyla, mi amor, ¿te casarías conmigo?
Emre desaparece del video y enseguida aparecen ambos en la enorme pantalla, en vivo y a todo color, Emre en una rodilla y Leyla parada frente a el sorprendida. Se veía tan cursi que se me revuelve el estomago y todo el problema de mi pantalón se resuelve, de verdad que me había lucido con toda esa organización. Mami iba a estar orgullosa.
Leyla asiente emocionada, el le pone el anillo y se levanta para abrazarla. Todo el mundo estalla en aplausos, hay gritos y porras que se extienden por todo el lugar, un montón de luces de celular resplandecen bajo nosotros y la felicidad por los novios parece invadir a todos. Era una lastima que fuera una farsa. Tomo la mano de Polen para salir del balcón y regresar abajo, todo el mundo sale al mismo tiempo para felicitar a los novios, la cantidad de gente parece haberse multiplicado.
Voy a cambiarme porque ya no puedo aguantar el usar este traje por más tiempo, me estaba ahogando. Después de una eternidad donde también recibo felicitaciones por tener un hermano tan romántico, no entendía en que me beneficiaba eso, pero bueno, por mi nueva y hermosa cuñada, por la agradable velada y por llevar el negocio familiar mejor que mi padre al fin la gente empieza a despedirse. Cuando logro ver la rubia cabeza de Emre, me acerco a ellos con Polen para poder felicitarlo. Mi madre esta casi vibrando de felicidad.
- Felicidades hermanito – le digo abrazándolo mientras Polen abraza a Leyla y le pide que le muestre el extravagante anillo.
- Nueva hermana – le digo a Leyla abrazándola – bienvenida a la familia.
- Muchas gracias señor Can – responde a mi abrazo con una brillante sonrisa.
- Por favor, deja las formalidades. Ya somos familia. – le aseguro con un guiño.
- ¡Oh! ¡Mevkibe! Por aquí… - mi madre estira la mano y llama a alguien. Una señora algo llenita de vestido rojo y cabello perfectamente arreglado con un brilloso broche en un costado se acerca a nosotros, lleva de la mano a una chica, pero esta tiene la cabeza agachada y los mechones sueltos le tapan sus facciones además de estar cubierta con una de esas inútiles mantillas que usan las mujeres para protegerse del frio. Debía ser la hermana enferma de Leyla. – Mevkibe, déjame presentarte a mi hijo mayor. Can Divit.
- Mucho gusto – la saludo. Estiro la mano y ella la toma con firmeza, tiene una mirada bastante aguda y amenazante.
- Es un placer – contesta con una ligera sonrisa.
- Y esta es Polen, su novia – agrega mi madre. Suspiro tratando de no resoplar, a Polen le estalla una enorme sonrisa mientras se saludan.
La señora halaga a Polen y esta sonríe emocionada regresándole el cumplido y respondiendo sus preguntas, mientras están en eso, no puedo dejar de ver a la figura que está detrás de ella. La chica no se ve como si fuera parte del momento, a simple vista pareciera que esta tratando de fusionarse con el entorno, me creería esa pose si no fuera por como sostiene sus manos una con la otra, como el ligero movimiento de sus piernas hace ondear el vestido o como pasa su lengua por sus labios una y otra vez. Ella quería demostrar tranquilidad y sumisión, pero si uno se fijaba bien, la ansiedad que parecía llevar como un halo la contradecía por completo.
- Y ella es mi hermana, - añade Leyla cuando su madre deja de “aventarle flores” a Polen; se coloca a un lado de la chica y la sostiene por sus hombros para que se deje ver – Sanem…
Levanto la mano para saludarla, ella hace lo mismo, pero cuando estamos a punto de tocarnos su madre lo impide bajando su mano y colocándose frente a ella casi tapándola completamente de mi vista.
- Lo siento, - se disculpa sujetándola del brazo – Sanem no se encuentra muy bien en este momento. Es mejor que lo dejemos para otra ocasión.
La chica aprieta sus blancos dientes en sus labios, pero no la corrige o dice algo, al contrario, se queda quieta. Se hace un pequeño silencio incomodo hasta que Emre le recuerda a nuestra madre la invitación que tiene para la mama de Leyla. Quería que desayunaran juntas mañana para preparar los detalles de la boda.
No puedo apartar mi vista de la chica, después de la intervención de su madre podría jurar que se había molestado, pero ahora parecía que se hubiera apagado, no movía ni un solo musculo y seguía en esa posición de sumisión mientras todo el bullicio a su alrededor continuaba. Emre me había dicho que la hermana de Leyla estaba enferma, no podía recordar de que era porque no le había prestado demasiada atención, pero ahora que la veía me sentía fascinado. Por alguna retorcida razón quería sacudirla para sacar de ella todas las emociones que sabia que tenia dentro… a mi no me engañaba con esa pose de niña buena, sabía que estaba fingiendo.
Mi celular empieza a sonar y me disculpo alejándome. Al fin el hombre había despertado, después de darle instrucciones a Ceycey y dejarle claro que valoro su esfuerzo y trabajo constante regreso con todos, por sus espaldas tensas algo no andaba bien.
- Aylin… es mejor que te vayas – le dice Emre con dientes apretados. Me acerco para verla mejor, iba ataviada con un escotado vestido negro, su cabello corto perfectamente peinado y una actitud bastante desafiante. Oh oh.
- Solo quería felicitarte querido, - le responde ella batiendo las pestañas con altanería; observa de arriba abajo a Leyla y sonríe ampliamente – al fin encontraste a alguien digno de caminar a tu lado.
- Lárgate de aquí víbora – le susurra mi madre con los dientes apretados y la barbilla levantada. Aylin hace una mueca y la ignora.
- Aylin por favor – le suplica Polen son voz seria – no hagas una escena.
Emre y Aylin intercambian miradas, Leyla aprieta la mano de Emre y su madre observa a Aylin como si quisiera quemarla viva. La chica detrás de ella da señales de vida apretando la mantilla contra su pecho, sonrío. Polen jala a Aylin del brazo para llevársela, tras un poco de resistencia por su parte se deja conducir. Emre y yo intercambiamos miradas, pero estaba seguro de que la mía era un claro “TE LO DIJE”.

Antes de ir a sacarle información al hombre que había encontrado en las rocas la noche anterior, me dejo caer sobre mi cama. Afortunadamente Polen se había ido con Aylin y no volvería hasta mañana, el drama de Emre tenia sus ventajas; otra vez el misterioso ángel vuelve a mis pensamientos sacando a la luz a una bestia que hasta hace poco estaba dormida, siento en mi interior como la llama y se desespera de pasión por ella, desabrocho mi pantalón en un intento de sentirme mejor. ¡Dios como quisiera tenerla cerca! Sabia que en ella estaba la salvación, sabia que su cuerpo era la entrada al cielo… a pesar de que no conocía su cara podía imaginarla perfectamente; estaría sentada sobre mi tomándome en su interior para expiar mis pecados, sus voluptuosas caderas tomarían una cadencia suave y tortuosa, sus suaves y pequeñas manos acariciarían mi abdomen una y otra vez con la intención de despertar mi alma atormentada y enloquecerla de placer, uso mi mano para tratar de dar alivio a la necesidad pero no es suficiente. Si estuviera aquí, el calor de su cuerpo haría su aroma mas intenso y me embriagaría con él saboreándolo de su exquisita piel, le suplicaría que me tomara por completo y me llevara a ese lugar especial donde solo ella y yo existíamos, acariciaría su plano abdomen hasta llegar a sus pechos donde provocaría esos gemidos suaves que me volverían loco, luego bajaría mis manos otra vez a su cintura, sus caderas y sus piernas para volver a empezar.
Justo como ahora, cuando ya no pudiera más, la acariciaría en ese punto sensible provocando que incremente el ritmo y ruegue por el placer que puedo darle a cambio de ser toda mía, de ser mi salvación y el perdón que tanto había anhelado… gritaría mi nombre al cielo para que a nadie le quedara duda de que ella me pertenece y yo a ella.
- Si ella estuviera aquí… - susurro con la respiración agitada – mis pecados serian perdonados…

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