CAPÍTULO 13 SANEM

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DEJAME ATRAPARTE


CAPÍTULO 13 SANEM

- ¿Están demasiado apretadas princesa? - me niego a contestarle apretando los ojos y tratando de controlar el sudor frio que recorre mi piel. El miedo cerraba mi garganta con fuerza - si no me contestas, voy a lastimarte...


El susurro en mi piel y el horrible olor a antisépticos me invaden, quería que me soltara, huir y correr de ahí, rogaba porque alguien me salvara, pero nada pasaba, el frio y el terror estaban constantemente martillando mi acelerado corazón. Su mano fría y lisa recorre mi mejilla, con fuerza trato de soltarme de su agarre, pero estoy firmemente sujeta a la dura cama, cuando su pulgar pasa por mis resecos labios no puedo más del terror...


- ¡AAAAAAH! - grita separándose de mí. El zumbido en mis oídos se hace más fuerte, mi cabeza ya no estaba procesando lo que pasaba, pero si solo así me liberaba del pánico que me provocaba este monstruo, que así fuera - ¡otra vez me mordiste!


Grita por encima del zumbido, aprieto fuerte los ojos, pero después de unos momentos siento como el agua helada choca contra mi piel caliente.


- ¡Aaaaah! - grito abriendo los ojos de golpe. Estaba toda empapada y el calor ahora era remplazado por el estridente frio en mis huesos.


- Tienes que aprender a respetarme, princesa - me regaña con voz suave entrecerrando los ojos azules. Todo lo que veo es eso... los ojos azules... - si me muerdes otra vez, voy a castigarte...


- No... - susurro con la voz rasposa. Aprieto los ojos otra vez rogando que alguien me saque de ahí, lo que fuera, incluso aceptaría la muerte si era necesario...


El zumbido se hace más fuerte y opaca cualquier sonido, de pronto ya no está ese horrible olor, ya huele a naturaleza, al viento... a la libertad...


- Tus ojos en mi Sanem... - el ronco y arrastrado susurro se desliza entre mis oscuras pesadillas, por fin ya no huele a enfermedad y muerte, el olor es tan delicioso como tranquilo... es vida - no puedes ver a nadie más que a mi... no puedes ver a nadie más que a mi... no puedes ver a nadie más que a mi...


Abro los ojos, unos profundos y relucientes ojos cafés me observan en la oscuridad, no me dejan moverme, no me dejan hacer nada mientras el eco de su voz suave y arrastrada sigue resonando en mi corazón, me tiene atrapada...


...


Abro los ojos de golpe al escuchar el estruendo de la puerta.


- ¡SANEM ABREME! - grita Leyla del otro lado. Parpadeo un par de veces tratando de enfocarme, estaba en mi cama envuelta en una delicada sabana, aunque estaba empapada de sudor - ¡SANEM! ¡¿ESTAS BIEN?! ¡ABREME POR FAVOR!


- Voy... - mi respuesta sale en un susurro ronco. Con las piernas temblorosas me levanto lentamente y abro la puerta, sus ojos azules se ven preocupados y su antifaz para dormir esta arriba de su cabeza de una forma bastante graciosa. Me toma de los brazos observándome detenidamente.


- ¿Estás bien? - pregunta preocupada.


- Si... fue una pesadilla - respondo con media sonrisa. Me abraza con fuerza apoyándose en mi hombro.


- Me alegro que mama ya no te encierre, odiaba escucharte gritar y no poder hacer nada. ¿Quieres hablar de ello? - la abrazo con fuerza tratando de calmarme, no me sentía igual de mal que en las pesadillas anteriores, esta vez llego la salvación por la que tanto rezaba.


- No pasaba nada, la mayoría de ellas no las entiendo... - contesto separándome ligeramente. Me sonríe ampliamente mientras me acomoda el cabello.

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