CAPÍTULO 8 CAN

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DEJAME ATRAPARTE

CAPÍTULO 8 CAN

Al sentir su tibio cuerpo presionado al mío apenas soy capaz de procesar lo que esta sucediendo. La cacofonía de gemidos y gritos de placer que nos rodea hace zumbar mi piel con desesperación y el tener al objeto de mi deseo presionado contra mi necesitado cuerpo no estaba ayudando, cuando soy consiente de que apenas esta respirando y lo delicada que su mente es mi cerebro dispara una señal de alarma. ¿Qué me pasaba? No era momento para pensar en eso; la jalo contra mí para quedar detrás de uno de los pilares y tras una hábil maniobra escondo su bonito rostro en mi pecho haciendo lo posible por tapar sus oídos, no lucha para zafarse, solo se queda ahí paralizada dejándome hacer, eso no me gustaba porque si no tenia ni siquiera un mecanismo de defensa para defenderse de un extraño que la asaltaba en un lugar solitario y oscuro eso la dejaba increíblemente vulnerable. Vamos, ni siquiera grita o hace algún sonido de espanto.
El grito femenino lleno de placer y éxtasis retumba en el solitario estacionamiento, aunque se ve ligeramente amortiguado por la torrencial lluvia y los truenos que afuera arrasan con la tranquilidad de la noche; puedo sentir como suspira en mi pecho y su cuerpo se va relajando ligeramente. Necesitábamos irnos antes de que alguien nos viera o yo no fuera capaz de controlar mi hiperactivamente. Asomándome hacia donde está el “sospechoso” auto que ya ha dejado de moverse me quedo quieto, tras unos momentos el motor arranca y el auto sale disparado, sin soltar a Sanem nos llevó de regreso al lobby del estacionamiento.
Cuando estamos adentro, busco su mirada, sus bellos y oscuros ojos están abiertos de par en par, sus labios ligeramente separados de la impresión, su expresión sería bastante cómica si no supiera que las impresiones fuertes pueden desencadenar algún episodio. Con cuidado vuelvo a tomar su mano para apretarla ligeramente y llamar su atención.
- ¿Estás conmigo Sanem? – pregunto cediendo a la necesidad de quitar los mechones rebeldes de su frente. Parpadea varias veces y su mirada me enfoca, no estaba perdida, más bien muy sorprendida. Empiezo a sonreír.
- Allá afuera… - señala la puerta con su mano libre.
- Aja… - respondo a su pregunta no hecha con una sonrisa. Ahora si se veía muy graciosa.
- ¿Ellos estaban…? – pregunta haciendo con sus labios ese curioso puchero que yo había aprendido a adorar.
- Es eso o comían algo muy sabroso… que también aplica para el caso – le guiño un ojo, pero su mirada de confusión no cambia, solo me observa con un ligero sonrojo.
- Te ves muy graciosa, vamos adentro, algo de agua te hará bien… - le sugiero jalándola conmigo para regresar.
- No señor Can, - responde con apuro deteniéndome y luego soltando mi mano – se supone que yo tenia que regresar, ya van a llegar por mí.
- ¿Quien? – pregunto curioso con una ligera punzada de celos. La primera vez que le había pedido que se quedara más tiempo no había discutido, al contrario, se mostró contenta de no llegar a casa y dijo que no habría problema con la persona que la recogía.
- El señor Umut viene por mí, dijo que iba a tardarse por la lluvia pero que llegaría… - contesta señalando a la puerta y caminando hacia ella. Rápidamente vuelvo a tomarla de la mano.
- Sanem la lluvia está muy fuerte e imposible, por lo mismo decidí quedarme aquí y no quiero que nada te pase por dejarte ir tan tarde. Yo le llamare y le asegurare que estas bien, aunque me gustaría saber porque el chofer de mi abuela viene por ti… - abre sus ojos ampliamente y baja la mirada observando a todos lados. Pasa la lengua por sus rellenos labios distrayéndome por un momento.
- La señora Remide se ofreció… - responde apretando los labios. Ahora que lo pensaba ambas eran muy unidas.
- Okey… de acuerdo, yo le llamare y le asegurare que estas bien… - la convenzo. Sus ojos viajan para todos lados y una pequeña arruguita se forma en su frente como signo de preocupación.
- Pero mi madre… - susurra volviendo a hacer eso con sus labios. Suspiro para relajarme, si lo volvía a hacer estaba casi seguro de que iba a besarla.
- Puedes llamarle a Leyla y explicarle la situación e incluso puedo hacerlo yo, no creo que a tu madre le agrade la idea de que su hija se arriesgue y se empape toda por la lluvia. Con esa ropa que traes es seguro que pasara… - baja su mirada a su pequeño short oscuro, su blusa de tirantes blanca y la delgada camisa roja que llevaba encima. El cielo sabía que grababa en mi mente cada cosa que usaba, era un retorcido hobby.
- Ella no lo comprenderá… - susurra más para ella que para mí. Una ligera expresión de terror ensombrece sus facciones.
- Claro que sí, ven… ven… ven… ¿tienes hambre? – de inmediato su cara se levanta con emoción. Convencida.
La cosa más curiosa paso cuando llame a Umut para pedirle que ya no viniera por lo peligroso del clima, cinco segundos después de que colgué la abuela me llamo emocionada y me aseguro que ella se encargaría de la madre de Sanem, no tendríamos de que preocuparnos… algo era cierto, nunca entendería a las mujeres.
Lleve a Sanem a el área de descanso de los empleados por algo de comer, entre los dos juntamos lo que pudimos: ensalada, galletas, yogurt y los bocadillos que Ceycey adoraba tanto, mañana pegaría el grito en el cielo por no encontrarlos. Ambos nos sentamos en la barra con el te que trajo para nosotros, también era un adicto a eso, la verdad es que no había una sola cosa de Sanem que no me fascinara.
Cuando empezamos a comer ninguno dice nada, era consiente de lo nerviosa que se ponía conmigo y por primera vez no quería sacar ventaja de eso, quería conocerla y ganarme su confianza. Después de varias semanas trabajando juntos ya me sabia de memoria muchos de sus ademanes y costumbres, incluso, secretamente empecé a dibujarla por las facciones tan suaves que tiene… era una extraña combinación entre sensual e infantil que tenia a mi cabeza dando vueltas, pero más allá de su hermoso físico, quería saber más sobre todo lo que la rodeaba.
- Hace mucho calor aquí… - comento por como se echa aire con la palma de su mano. Aviento mi chamarra de mezclilla en uno de los sillones del fondo quedándome solo en la playera de tirantes, pero ella no hace los mismo – ¿porque no te quitas la camisa?
- Aun puedo soportarlo… - responde con una sonrisa tímida cruzándose de brazos. Había notado que, hacia eso, cada vez que algo la ponía nerviosa frotaba una de sus manos en sus brazos o ambos al mismo tiempo – señor Can, ¿usted sabia de… ya sabe… mmm de lo que estaba pasando en el estacionamiento?
- Si – respondo sonriendo ante el intenso color en sus mejillas, ¡Dios! Era tan inocente que dolía… - yo ya sabía Sanem, aunque hoy me los tope por pura casualidad…
- ¿Entonces si es el señor Emre? – pregunta con una mirada molesta. Tenía razón en estarlo, Emre estaba jugando con su hermana.
- Es el, - respondo simplemente; mil veces le dije a Emre que se alejara de ella, pero pronto me di cuenta que no tenía caso – y su ex novia…
- ¿Y no pensó en decir nada? ¿Va a dejar que se case con mi hermana? – pregunta juzgándome con la mirada. Suspiro.
- No puedo hacer nada Sanem, - respondo con tristeza – es un adulto y no importa las veces que le diga si algo esta bien o mal, el hará lo que quiera…
- Debo decirle a mi hermana – afirma con decisión elevando ligeramente la barbilla.
- Preferiría que no lo hicieras, no me gustaría que Huma hundiera sus garras en ti por arruinar sus planes si se entera que tú se lo contaste. Aunque pensándolo bien dudo que sirva de algo, tu hermana no lo va a dejar – Leyla y Polen se me hacían tan parecidas, solo que Leyla era mucho más inocente.
- ¡¿Que le hace pensar eso?! – pregunta cruzándose de brazos. Aunque me encantaba verla molesta y zafarse de esa actitud sumisa, lo que iba a decirle definitivamente no le iba a gustar y la iba a herir.
- Tu hermana siempre ha estado enamorada de Emre, no me di cuenta yo porque no les prestaba atención, me lo dijo alguien mas y apenas supe donde mirar fue bastante evidente. Cuando Emre rompió con Aylin aun no salía el sol y ya estaba con tu hermana a pesar de que ella sabe todo lo que paso entre ambos. Lo que digo es que Leyla se va a aferrar a Emre le digas lo que le digas, no veo que vaya a cambiar de opinión… - por su expresión sé que está de acuerdo.
- No puedo dejar que mi hermana sufra de esta manera, ella esta en casa emocionada por su boda de cuento de hadas mientras él esta… - aprieta los labios con las mejillas encendidas. Si ni siquiera podía decir las palabras de verdad que era muy inocente, pensé en ayudarla un poco pero el tema era demasiado serio para avergonzarla de esa manera…
- Lo siento Sanem, estoy totalmente de acuerdo con que no se casen, yo mismo se lo he advertido, pero no hay opción porque ambos están decididos a esto, independientemente si está bien o mal – me justifico ante su mirada triste, imaginaba que debía ser horrible ver a su hermana en ese estado. No conocía demasiado a Leyla pero las había observado interactuar entre ellas y era evidente que ahí había mucho cariño fraternal.
- No pierdo nada con intentarlo… - susurra encogiéndose.
- Supongo que no, tu conoces a tu hermana, pero si se lo dices por favor avísame. Huma estallara si Leyla cancela el compromiso… – me levanto de la silla para recoger toda la basura. Se queda pensativa en su lugar; odiaba haberla puesto en ese estado de tristeza, ninguna de las dos se merecía pasar por algo así, pero si Leyla no iba a poner un alto no había mas que hacer y sinceramente dudaba que Emre cediera a dejar a Aylin… se la pasaban demasiado bien.
- Muchas gracias por al menos intentarlo, eso fue muy amable – volteo y me sonríe ampliamente, bueno si iba a sonreír así valía la pena.
- No creas eso, nadie es totalmente bueno y mucho menos yo Sanem… - sonrío de vuelta mientras sus ojos brillan juguetonamente.
- ¿Entonces usted es un villano? ¿Un rey malo? – me da risa su interpretación de mí, una versión algo infantil pero muy verdadera. Era evidente que le gustaba leer.
- Uno muy malo… - respondo sonriendo, algo que pasaba muy seguido cerca de ella.

- Señor Can es muy fácil… ¡mire! – avienta la pluma que da vueltas y empieza a girar con ella.
- Okey okey lo tengo…  - sostengo la pluma frente a mi de manera firme y luego a aviento para que, de vueltas, acerco la cabeza para empezar a girar con ella sin enredarme, pero vuelve a pasar, Sanem se carcajea sosteniéndose de sus rodillas.
Después de la tensa conversación subimos a mi oficina, ninguno de los dos sabía que más decir o hacer hasta que me había preguntado si sabia jugar a la “pluma voladora”, se había reído ante mi cara de desconcierto por el nombre tan simple. Tomo dos plumas de un escritorio cercano y en la repisa baja de mi oficina había amarrado ambas plumas, una de cada extremo de la repisa para que quedaran colgando frente a nosotros sentados en el piso. El truco era hacer circular la pluma y girar con ella usando la cabeza sin que esta te tocara. Llevábamos en eso 20 minutos y por mas que lo intentaba no podía lograrlo como ella, pero lo mejor es que estaba riéndose tanto que me sentía tan emocionado como un niño en Disneylandia.
- Es muy complicado, esto no esta hecho para mi… - me quejo quitando el listón enredado en el cabello.
- Es que es muy grande además su cabello esta recogido, si se lo soltara sería más fácil… - me sugiere dándole vuelta a su pluma y girando con ella sin equivocarse.
- ¿Y perder mi gran estilo? – sonríe deteniéndose.
- Dios no quiera que eso pase… - agrega sonriendo y meciéndose con las manos en sus rodillas otra vez.
- Lo que pasa es que has practicado mucho, hare esto cada noche hasta el final de mi vida para vencerte – le prometo y se ríe una vez más.
- Cuando una pasa tanto tiempo encerrada tiene que buscar la manera de entretenerse – mi sonrisa cae. ¿Encerrada? Entonces yo tenia razón, su madre la tenía cautiva…
- Sanem, - baja su mirada de estar pegándole al listón para mirarme, su sonrisa es ligera pero aun reluciente – ¿tu madre te tenía encerrada?
Ante mi pregunta su expresión cambia de inmediato, se levanta tan rápido que se golpea en la repisa.
- ¡OFF! Como duele… - se queja con la mano en la frente. Rápido me levanto y la tomo de los brazos para revisarla, el siseo ante mi contacto la hace echarse hacia atrás con los ojos llenos de lágrimas.
- ¡Perdón! ¿Te lastime? – pregunto. nunca se había mostrado reticente a mi contacto, pero ahora además de sujetar el golpe en su cabeza también se frota un brazo con la mano libre.
- No, no fue usted… lo que pasa es que… - sus ojos observan el piso como si quisiera buscar un lugar donde esconderse. Suspiro y me acerco con cuidado, sus enormes ojos tristes se encuentran con los míos, con cuidado de no asustarla coloco una mano en su espalda guiándola al sillón para que se siente.
- Déjame ver tu golpe de la frente – le pido; ambos estamos muy cerca del otro, sus ojos me ven con suplica y su lengua vuelve a mojar sus labios. Los pensamientos que trate de reprimir en el estacionamiento vuelven con fuerza, inhalo para calmarme, pero su dulce aroma enloquece mis sentidos; aclaro mi garganta tratando de enfocarme – por favor…
- Esta bien… - baja la mano. En su frente apenas hay una ligera marca roja, nada grave, pero era mejor que se pusiera algo para evitar que le doliera la cabeza. Acaricio su cabeza con las puntas de mis dedos, bajo suavemente apenas tocando con ligereza su mejilla, deja salir un tembloroso suspiro, pero sus ojos se llenan de lágrimas, bajo mi mano de su cuello hasta su hombro. Ahí cierra los ojos.
- Déjame Sanem, por favor… - le suplico, era evidente de que bajo esa camisa ocultaba algo que le dolía físicamente, una herida… algo, ahora entendía porque nunca usaba manga corta. Abre los ojos y su tristeza casi me tira de rodillas. Había tanto dolor oculto detrás de esos cristalinos ojos, lagrimas cargadas de angustia resbalan por sus mejillas, las limpio con mis dedos mientras su mano sube a su hombro y lentamente baja la camisa.
Estoy horrorizado, las marcas en sus brazos explotan mi corazón y hacen hervir mi sangre de pura furia, su mano va a su otro brazo y hace lo mismo dejándome ver el horror en el que ha estado viviendo. Estaba seguro de saber quién le estaba haciendo eso, quien estaba intentando romper al ángel que yo tanto adoraba… en ese preciso instante, al ver sus bonitos ojos achocolatados cargados de tristeza me dan ganas de tomarla sobre mi hombro y envolverla con algodón para que nadie pueda tocarla. De acuerdo, yo no era ningún héroe, ella misma lo había dicho, ¿pero romper a un ángel? ¿Qué clase de demonio hacia algo así?
- ¿Quién te hace esto Sanem? – pregunto queriendo escuchar el nombre. Mi voz suena más a un gruñido animal que a una persona.
- No importa, - responde cubriéndose otra vez y desviando la mirada, su voz suena tan pequeña que me dan ganas de abrazarla – está bien…
- ¡No! No está bien, - refuto molesto – ¿quién te hace eso? Dímelo... necesito saberlo… por favor…
- Bueno yo, - se encoge ligeramente mientras un torrente de lágrimas resbalan por sus suaves mejillas, no puede sostenerme la mirada así que me acomodo a un lado de ella con cuidado de no tocar sus brazos y apoyo su cabeza en mi pecho, tras un minuto de tensión se relaja un poco – a veces yo hago cosas que están mal, a mi madre no le gusta y ella…
- ¿Cuánto tiempo lleva haciéndote esto? – pregunto viendo todo rojo de coraje. Si no fuera porque la tengo cerca era capaz de aventar algo.
- No me acuerdo – responde limpiando sus mejillas – cuando tengo episodios, por alguna razón que desconozco olvido que estaba haciendo antes. A pesar de que tengo memoria fotográfica hay grandes huecos que no sé cómo llenar porque mi inconsciente los olvido, como agujeros negros… mis recuerdos son un enredo y a veces no se si son pesadillas…
- ¿Quieres decir que no recuerdas lo que paso antes del último episodio que tuviste aquí? – pregunto. Niega con la cabeza y ambos nos quedamos en silencio.

Ese día apenas la vi con esa mirada sombría y perdida tuve la premonición de que ya la había visto antes, pero todo dejo de importar cuando su cuerpo se desvaneció, quite a Polen de encima mío y rápido me lancé a donde cayo… todo paso muy rápido, recuerdo haberla levantado de los brazos de Ceycey que apenas había podido salvar que su cabeza se estrellara contra el suelo. A pesar de que se había desvanecido sus ojos continuaban abiertos, era como si todo eso que la caracterizaba, alma o esencia se hubiera salido de su cuerpo dejando una cascara vacía y fría; no observaba nada en particular y su cuerpo estaba ligeramente tieso, nadie sabíamos que hacer y Polen no hacía más que decir tonterías, termine corriéndola de la oficina y mande a Ceycey a buscar a Leyla mientras trataba de relajarla en mis brazos, después de un momento, sus facciones se llenaron de terror y un grito ahogado se atascó en su garganta… jamás me había sentido tan asustado.
- Sanem… estoy aquí contigo, despierta… Sanem, vuelve conmigo il mio bellissimo angelo non ci va… - susurro en su oído inhalando su dulce aroma. Me separo un poco para observar su expresión, lentamente su cuerpo se relaja y la expresión de terror va desapareciendo cuando cierra sus ojos. En ese momento entro Leyla con Emre a su lado.”

Ahora estaba más aterrado por todo lo que estaba sufriendo, era espantoso como cada conjetura horrible que me amagaba terminaba siendo una nimiedad en comparación con la realidad, su madre no solo la agredía psicológicamente, también físicamente.
Sanem llevaba ya varias semanas trabajando, después de ese episodio puse a Ceycey a cuidarla a sol y a sombra cuando no estaba conmigo además de que la instalé justo frente a mi para estarla cuidando y monitoreando, bueno, esa era una de las razones. Simplemente no la quería lejos y despache a cualquiera que tuviera una idea contraria a la mía. Como un loco obseso la observaba trabajar, era muy comprometida y responsable, me había dado cuenta que con música se sentía más relajada y que hablaba sola, me ponía especial atención cuando le pedía algo y hacia extrañas caras cuando Deren andaba cerca. Era inquieta como yo, se paraba o se sentaba para analizar las hojas frente a ella y discutía consigo misma continuamente además de ser una excelente estudiante, siempre estaba deseosa de saber cosas nuevas. Si tenía alguna duda se acercaba conmigo, aunque al principio era algo tímida, mi cercanía la ponía tan nerviosa que tiraba las hojas que tenía en la mano o la prima que llevaba en la mano salía volando sin razón aparente, aun así, no se alejaba ni rechazaba mi cercanía, algo que yo encontraba absolutamente gratificante.
Desafortunadamente para mí, Sanem tenía el letrero de prohibida en su frente, aunque eso no me impedía perseguirla con la mirada a cada cosa que hiciera o escuchar su cantarina voz para cada cosa que dijera, era increíble como en tan poco tiempo se convirtió en el centro de mi mundo.
Se veía cómoda con Ceycey y Guliz con quienes comía siempre, de inmediato la hicieron sentir como en casa lo que agradecía infinitamente, pero, sobre todo, no volvió a tener ningún episodio, no aquí al menos. Era como una trabajadora normal… una idea brilla en mi cabeza cuando analizo eso.
- Sanem… ¿entraste a trabajar aquí para salir de tu casa? – levanta su cabeza para observarme, no tiene que contestarme para que lo sepa, sus ojos gritan por la libertad que tanto deseaba.
- Mi madre cree que encerrada no puedo hacer daño a nadie… - entrelaza sus dedos frente a ella, pero no se levanta de mi pecho. La abrazo un poco más fuerte.
- Cuéntame – le pido acariciando suavemente su brazo para no volverla a lastimar.
- No sé qué edad tenia, pero era más joven, mi mama me interno en un hospital porque ya no sabía que hacer conmigo. Un día fue a verme, le rogué que me sacara de ahí, pero ella no lo hizo, dijo que era por mi propia seguridad y que si seguía con mi mal comportamiento nunca iba a mejorar. Eso me hizo enojar por que odiaba estar encerrada, siempre me tenían en un cuarto lúgubre y gris, me aventaban agua fría y me tenían medicada y dormida donde tenía horribles pesadillas, ese era mi castigo cuando “me portaba mal” estaba harta. Cuando se fue, no recuerdo bien que paso, pero cuando volví a la realidad una amable enfermera me sostenía de los brazos susurrando palabras dulces en mi oído, pude ver mi reflejo en el pequeño espejo de mi habitación y mi boca estaba llena de sangre. Después, escuché que mi madre le dijo a Leyla que mordí a un doctor… - estaba impactado por su relato. Se veía tan vulnerable, pero estaba seguro de que debajo de todo eso había una guerrera, ya había notado atisbos de ella.
- Estoy seguro de que tuviste tus razones… - la justifico sin dejar de acariciarla.
- No lo sé en realidad – se encoje de hombros – lo único bueno es que mama me saco de ahí de inmediato, pero me encerró en nuestra casa.
- Lo siento mucho – susurro en la cima de su cabeza. Cada vez me era más imposible alejarme de ella.
- Estoy acostumbrada. Como fuera no deje mi vena rebelde porque varias veces me escape de la casa, consiente o inconscientemente – sus labios tiemblan ligeramente y pasa sus manos por toda su cara como si estuviera cansada, la comprendía – fue ahí cuando mama recurrió a golpearme para que entendiera…
- Me paso igual – empatizo con ella apretando los puños de coraje. Nunca había golpeado a una mujer y probablemente nunca lo haría, pero su madre estaba tentándome – Huma odiaba que jugara afuera, no quería que manchara mi ropa o la desgarrara, solía escaparme también para jugar o perseguir cualquier gatito que pasara por mi ventana, si mi padre no estaba, me golpeaba casi hasta sacarme el aire…
- ¡Eso es horrible! – rápidamente se incorpora en el sillón de frente a mí con una expresión de preocupación en su linda carita. La sostengo de la cintura para no romper nuestro contacto.
- No duro mucho, crecí rápido y cada vez le costaba más alcanzarme – le guiño un ojo, pero no sonríe. Toma mi mano que se quedó en mi pierna y la acaricia como muestra de consuelo; no estaba seguro que hacía hervir más mi sangre, el hecho de que su madre era una abusiva o que estuviera tan cerca de mi tocándome.
- Lo siento – se disculpa y sigue acariciando mi mano mientras la sostengo de la cintura. Nuestras miradas se encuentran; a pesar de nuestras grandes diferencias ambos teníamos heridas parecidas, sangrábamos ocultos por una personalidad dura o por una actitud delirante solo para protegernos de que nos volvieran a lastimar. Ahora estaba seguro de algo, Sanem, mi ángel, no estaba enferma.
- ¿Estas usando algo para tus heridas? – le pregunto acariciando levemente su cintura con mi pulgar mientras ella observa mi mano con atención y juega con ella.
- Si, una mezcla de aloe, miel y limón, pero se me termino el aloe y por eso se ven así, no he podido conseguir más… - me explica con una sonrisa tímida.
- Deren tiene una planta de sábila en su oficina, podemos conseguir un poco… - le sugiero con una sonrisa juguetona.
- ¿Podemos? – pregunta emocionada. Sonrío para ella y me incorporo llevándola conmigo de la mano.
Después de cortar un poco de la sábila, tomar miel y limones del área de descanso y conseguir donde mezclarla volvemos a mi oficina donde diligentemente incorpora todos los ingredientes. Coloca la mezcla en la mesita y se quita la camisa, antes de que pueda tomarla otra vez lo hago por ella.
- Déjame hacerlo… - le pido lo más suave que puedo, el solo pensar en cómo sufría me volvía loco. Me observa con sus grandes ojos, pero asiente.
- Voy a necesitar algo con que vendarme… - voltea a todos lados. De inmediato me agacho a mi pierna y quito la bandana verde enredada cerca de mi bota.
- ¿Crees que esto servirá? – pregunto mientras la rompo para tener dos pedazos.
- ¡¿La rompió?! – sus ojos de asombro van de la bandana hacia mí una y otra vez.
- Si, ahora no te muevas… - con la pluma con la que estuvimos jugando y que utilizo para mezclar los ingredientes coloco un poco de la pasta en su brazo. Cierra los ojos y suspira, mi corazón se siente aprisionado por ver esas marcas; desde la primera vez que la vi me declare fanático de su cuerpo, era simplemente hermoso, pero ver que alguien más lo lastimo de esta manera me volvía loco de coraje, ahora estaba más convencido de que no importaba como fueran las circunstancias, quien era yo y quien fuera ella, iba a sacarla de ese infierno.
- ¿Te duele? – pregunto en un susurro.
- No – responde sin abrir sus ojos. En un impulso me acerco para soplar y secar la pasta demás de inhalar ese dulce aroma tan característico de ella, cuando levanto la mirada sus ojos se encuentran con los míos.
A mí alrededor todo desaparece llenando de electricidad y fuego el ambiente, que más daba el pasado o el futuro, todo lo que me importa es ella, la inocencia que gritan sus oscuros ojos, la sensualidad que brilla en sus voluminosos labios, el calor que desprende su perfecto cuerpo, aquel sonido hermoso que se escucha retumbar en su pecho y todos los secretos que esconde en su misteriosa mente, todo parece ser sobre ella ahora. Toda mi vida me había sentido perdido y solo, como un barco sin timón siendo golpeado por las rocas sin rumbo fijo, pero en este momento, solo estando a milímetros de sus labios al fin sentía un ancla, un lugar a donde podía pertenecer.
Su suspiro hace que mis ojos se desvían a sus labios, quería probarlos una y mil veces más, hacer que me pertenecieran por completo, aunque fuera un poco porque aún recordaba lo dulces y suaves que eran. Regreso mis ojos a los suyos deteniéndome a solo un suspiro, era tan inocente… había hecho cosas horribles en mi vida, pero no a ella, no podía hacerle eso, arrebatarle esa inocencia de ángel era más allá de lo que yo me atrevería a hacer. Si en algún momento el cielo me otorgara una absolución por mis pecados, estaba seguro de que serían con ella así que mancharla no era una opción. Con cuidado, pero sin soltar su mirada, vendo su herida y al terminar dejo un beso sobre la misma. De ahora en adelante, YO la iba a cuidar.
- Un pensamiento me llego ahora – susurro aun trabajando en sus heridas – ¿tu misma hiciste tu perfume? Tiene un aroma muy especial…
- Si, pero es una crema… – responde con una sonrisa – Leyla dice que mi abuela me enseño a hacerla y todos sus trucos para hacer cremas y esencias, yo no me acuerdo, pero siempre he hecho esta crema para mi cuerpo con excepción del tiempo que pase en el hospital…
- ¿Como consigues todo lo que necesitas? – pregunto terminando y limpiando mis manos. Su sonrisa se amplía.
- Leyla las consigue por mí, pero para que eso suceda pasa mucho tiempo por eso trato de no usar demasiada, ¿huele muy fuerte? – sus ojos se llenan de inocencia y preocupación. De alguna manera, me gustaba que quisiera complacerme.
- Huele delicioso – respondo sin pensar. Su brillante sonrisa sale a la luz golpeando mi corazón y haciendo vibrar mi alma.

Pocas cosas encontraba gratificantes en mi ya compleja y oscura vida, la mayoría recuerdos de tiempos mejores y tal vez uno o dos pasatiempos. Un atardecer colorido en el mar donde los pájaros cruzan con la intención de volver a casa, el cielo nocturno lleno de estrellas, algún deporte extremo que me permitiera salir de mis pensamientos o, para que negarlo, el sexo. Ahora ese sistema cambio, observando a Sanem dormir me sentía tranquilo y relajado, sus lindos ojos de pestañas rizadas descansaban cerrados, sus labios rellenos que escondieran tantos secretos ahora podían relajar y tentarme al mismo tiempo y esa coqueta nariz que me provocaba a molestarla suspiraba muy de cuando en cuando dejándome entender que sus sueños eran apacibles.
A pesar de que estaba asustada de tener pesadillas la convencí de quedarse en mi sillón grande, no tardo mucho en dormirse, el conjunto de emociones por las que paso no era para menos y casi a las dos de la maña su suelo la venció. No pude dormir a pesar del cansancio, me aterraba el futuro y mis ojos no podía separase de los de ella; tal vez hoy estaba aquí conmigo bajo mi protección, pero mañana regresaría al infierno de su hogar donde no podría hacer nada para ayudarla. Estaba muy confundido por todo lo que me había contado, era evidente que la señora Mevkibe estaba guardando un secreto y que su supuesta “fortuna” no existía, era por eso que había dejado hablar a Sanem, sus palabras eran sinceras y esperaba que coincidieran con algo de lo que su madre y su hermana habían contado pero las inconsistencias eran enormes.
No las juzgaba, era posible que quisieran mejorar su calidad de vida por ayudar a Sanem aunque la señora Mevkibe me hacia dudarlo por como se comportaba con su hija, era un monstruo igual o peor que con el que yo vivía y se hacía llamar mi madre. Con eso en mente estoy determinado a escarbar mas en esta familia con la única convicción de que mi ángel pronto extendiera sus alas y fuera libre.
- ¡Señor Can! – entra Ceycey gritando y haciéndome brincar en mi silla. Sanem también levanta la mirada sorprendida atrapándome mirándola, de inmediato desvío la vista un poco incomodo de que me haya descubierto.
- ¡¿Tienes que gritar?! – lo regaño acomodando las hojas que tengo en frente.
- Señor Can es importante es… - da una rápida mirada a Sanem y luego gira los ojos para mirarme a mí. Sanem y yo intercambiamos miradas de confusión.
- ¡¿Cuánto café has tomado ya? – pregunto confundido por como sus ojos no dejan de dar vueltas.
- No me entiende señor, siga mis ojos… - responde, vuelve a girar los ojos a Sanem y después señala con su cabeza hacia atrás. Ruedo los ojos.
- ¿Como es que atraigo a gente tan anormal? Es como si tuviera un enorme circulo en mi pecho… - susurro levantándome y señalando mi pecho, Ceycey sonríe con malicia – Sanem, puedes traerme un té por favor…
- Si claro – responde de inmediato levantándose de un salto. Rápidamente toma el vaso de te y Ceycey pasa un brazo detrás de sus hombros… eso me molestaba, tampoco tenía porque tocarla...
- Si Sanem, ¡vamos a la cocina vamos! ¡Puedes enseñarme a preparar te! Pero como se debe, a mi me gusta el café, pero el cuerpo requiere cambios, desintoxicación y esas cosas naturales… - Ceycey se la lleva mientras no deja de parlotear. Con los brazos en la cintura solo los observo alejarse.
- ¿Ceycey te sientes bien? – le pregunta ella con su pequeña mano en su frente y estirando la colorida blusa que Leyla había llevado para ella…
- No pienses en eso no pienses en eso, ¡¿eres un niño de 15 años?! ¿Qué te pasa? – me regaño a mí mismo regresando a mi silla.
- Señor Can… - la tímida voz de un hombre hace que vuelva a voltear.
- Mustafa… - no pensé que era el al primer segundo que lo vi, ya no se parecía en nada al hombre que había amordazado y amenazado. Ahora estaba bien bañado, cabello corto y ropa normal y no esos harapos que solía llevar – pasa… y cierra la puerta por favor.
- Gracias señor – se adentra tímidamente y cierra detrás de él.
- Me dijeron que quería verme… - sus manos se aprietan una contra la otra con nerviosismo. Vaya, pues sí que lo había asustado…
- Así es, quiero felicitarte. Me contaron que tu hija regreso a la escuela, debes ser un padre orgulloso... – abre los ojos como platos y se lame los labios con nerviosismo. Esa era mi manera elegante de que le quedara claro que lo estaba vigilando.
- Si señor, mi hija es muy inteligente como lo era su madre… - sonríe un poco y una nota de nostalgia aparece en sus ojos.
- ¿Como te sientes en tu nuevo trabajo? – le pregunto recargándome en mi silla y jugando con las rocas en mi mano.
- Muy bien señor, muchas gracias por la oportunidad. Siempre he sido bueno en la electricidad y me gusta el trabajo duro, le agradezco la oportunidad y la yuda que ha mandado para mi niña – sonrío para mis adentros. Ceycey lo había instalado para apoyar en la instalación eléctrica de la ultima mina que quedaba por explotar antes de cerrarla, después de eso lo movería a la de Fabri, pero lo importante es que ya no estaba despilfarrando su vida en alcohol.
- No hay porque… - respondo con ironía, los dos sabíamos que casi lo había empujado a hacerlo – continua así y pronto tendrás más trabajo…
- Eso espero señor, Ozge es una niña muy exigente y necesito ganar mucho para mantenerla – sonríe con dulzura.
- Así son las mujeres Mustafa, además tú tienes mucho que compensar – me alegraba de que al fin se enfocara en cuidar a su hija, casi lo golpeo otra vez cuando me entere que la niña tenia menos de 10 años y que este tonto la dejaba sola – ahora abusando de tu buen momento quisiera que hicieras algo por mí, si no es mucha molestia…
- ¡Para nada señor! lo que sea… - de inmediato se pone alerta prestándome toda su atención.
- Es algo muy simple, de hecho, estoy buscando a dos personas que viven en el mismo barrio que tú. El primero se llama Tarik, vive con su madre, quiero que me investigues todo sobre él, quiero saber hasta que color le gusta y que talla de zapato es… - obviamente yo sabia que ya estaba muerto, pero no le diría eso. Así se involucraba menos.
- Se quien es señor Can, - sus ojos relucen con reconocimiento cuando le entrego una foto – es el chico Tarik Kaya, y si es cierto que vive con su madre, pero esta ya es muy mayor y esta enferma. Señor Can el chico acaba de morir…
- ¿En serio? – pregunto con inocencia.
- Así es, lo mataron, aunque no puedo decir que me sorprende, siempre ha estado en muy malos pasos preocupando a su pobre madre. Hace un tiempo empezó a mejorar y a trabajar apoyando a la familia, pero enseguida lo mataron, estoy seguro de que se metió en algo turbio porque tenia muy malas costumbres… - enarco una ceja con curiosidad.
- ¿Como cuáles? – pregunto curioso.
- De niño robaba y de adolescente solo se hizo peor, estaba en las drogas, robaba y secuestraba además de tener muchas malas amistades hasta que un día lo agarraron, pero su madre lo vendió todo para sacarlo de la cárcel. Después de eso parecía que ese reformaría, pero al parecer no sucedió… su historia es muy conocida en mi barrio – afirma. Observo otra vez la foto, los ojos de chico se ven tristes y las marcas en su cara hablaban de alguien a quien la vida había maltratado, aun así, eso no le justificaba lo que había hecho.
- ¿Crees que puedas investigar más? – pregunto sin cambiar mi expresión.
- ¡Por supuesto señor! – afirma guardando la foto dentro de su chamarra.
- Muy bien, en cuanto sepas algo comunícate con Ceycey y el te comunicara conmigo. Ahora la otra persona es alguien mucho mas complejo, no tengo una foto o referencias con que puedas guiarte. Es la misma persona que viste en las rocas aquella vez que te encontré… - sus ojos se abren con sorpresa y confusión. Me frustraba que no se acordara.
- No recuerdo quien era… - responde tallándose las sienes.
- Me dijiste que viste a alguien de ojos azules… - le recuerdo.
- ¿En serio? – levanto la vista al techo. Esto parecía un callejón sin salida – ¡Ah! Si, es cierto. Alguien de ojos azules, estoy seguro de que era una chica…
- Bueno, la persona que estoy buscando tiene los ojos oscuros, mucho muy oscuros y el cabello lacio, no era demasiado alto o alta, posiblemente era un indigente que ronda en las noches y no parece normal… - su mirada confusa refleja la mía, eso era tan retorcido para mí como para él.
- Tratare de averiguar algo al respecto, aunque en las noches es cuando estoy con mi niña porque se queda con la niñera cuando yo trabajo… - suspiro recargándome en la silla.
- ¿La niñera no vive cerca? – pregunto sintiendo como vibra mi celular. Deren.
- Antes sí, pero se cambió de casa junto con otra de mis vecinas y su familia, se fueron juntas a otro lugar más lejos, mucho más bonito y seguro, creo que les dieron una herencia e iban a poner un negocio en un lugar más rentable porque bueno, usted conoce mi barrio y no es el lugar más apropiado para vivir, algo así me comentaron. Primero tengo que pasar por mi niña antes de llegar a casa… - me explica. Corto la llamada, pero Deren vuelve a marcar, era mejor que le regresara la llamada o no se daría por vencida.
- No importa, lo que puedas conseguir me servirá… - le aseguro levantándome para dar por terminada nuestra conversación. Se levanta también y se acerca a la puerta detrás de mí.
- ¡Lo hare señor! y otra vez gracias, usted ha salvado mi vida… - nos damos la mano y le pido que lo olvide. “Salvarle la vida” era una curiosa manera de nombrar el cómo lo había amenazado para que me diera la información que quería…
Cuando sale Sanem se acerca rápidamente con mi vaso de té y una gruesa carpeta apoyada en su brazo, antes de que pueda llegar se detiene abruptamente… suena mi teléfono y suspiro, normalmente cuando hablaba con Deren eran más gritos que nada.
- ¿Qué pasa Deren? – pregunto caminando por mi oficina y observando los papeles que dejo en la mesa.
- ¡Can! Algo ha sucedido, el señor Fabri va a llegar antes y quiere hablar contigo antes de empezar el proyecto, su asistente está aquí conmigo y me lo acaba de informar. ¡TIENES QUE VENIR AQUÍ YA! – grita presa del pánico y alejo mas el celular.
- Está bien, está bien… relájate ahí estaré, ¿a qué hora llegara? – pregunto tomando una libreta curiosamente adornada, en la pasta tiene el nombre de “ALBATROS” con letras plateadas y entre las hojas hay una foto. Es la que tomaron en la fiesta de aniversario de la empresa.
- En dos horas debes llegar aquí, es importante Can… - me dice más calmada.
- No te preocupes, ahí estaré… - respondo distraídamente observando la foto con atención y dejando la pequeña libreta en la mesa.
Termino la llamada y sigo observando la foto, hay dos círculos rojos rodeando la cara de dos hombres y unas “x” sobre los rostros de otros incluido el mío, una flecha azul señala a los dos hombres con el letrero de “¿albatros?” sonrío emocionado, si no me equivocaba, Sanem me estaba buscando.
- Señor Can le traje… ¿qué hace? – pregunta con los ojos abiertos y una cara espantada.
- Pensé que no buscabas a nadie… - respondo enseñándole la foto. Sus ojos se disparan con alarma en todas direcciones, después corre a mi mesa para dejar el vaso de te y se me acerca, pero me la esquivo sin dejar de mirar la foto.
- ¡Regrésemela por favor! – me pide intentando recuperarla con desesperación.
- ¿Qué es “albatros”? – pregunto divertido levantando la foto para evitar que la alcance. Ella no deja de saltar y apoyarse contra mi mientras lo hago.
- Es el nombre de alguien, ¿me la puede regresar por favor? – brinca desesperada. Me doy la vuelta, pero se sostiene de mis hombros para intentar quitármela.
- Tengo curiosidad, ¿porque yo estoy tachonado y ellos no? – giro otra vez y la veo tan desesperada qué pensaría que se va a echar a llorar.
- Porque usted no traía traje y la persona que estoy buscando usaba traje ese día, ¿me la puede regresar? ¡Por favor señor Can! – insiste mientras me doy un golpe mental. Con razón no tenia ni idea de que era yo.
- ¿Y qué te hace pensar que son ellos y no los demás? – pregunto dándome la vuelta una vez más. Desesperada empieza a acercarse mas a mi cuerpo y levanto la foto lo mas alto que puedo, bien parada, Sanem apenas me llegaba un poco más arriba del hombro así que no es muy probable que me la pueda quitar, aunque su depuración es mas fuerte porque se sostiene de mi hombro para alcanzarla apoyándose por completo en mi pecho. Me cuesta respirar por su cercanía.
- Es que ellos usan traje y son solteros… además estaban en los balcones - se explica mortificada tratando de alcanzar la foto. Bajo el brazo y la rodeo sosteniéndola de la cintura, su respiración se detiene cuando se da cuenta de nuestra cercanía, casi podía saborearla…
- Ninguno de los dos es soltero, - le explico perdido en sus labios; el que creyera que un hombre que besaba a otra mujer extraña era por derecho soltero decía mucho de su inocencia y su poco conocimiento del mundo – el de la derecha se acaba de casar y su esposa esta embarazada y el de la izquierda tiene novia…
- ¡Pues usted también tiene novia! – su voz suena mas a un reclamo que a una observación. Sonrío ampliamente mientras cierra los ojos y hace ese curioso gesto con sus labios.
- Aaah, así que sabes de Polen… muy bien, muy bonito… - la acuso aflojando mi agarre. Abre los ojos y se separa de mi mientras le entrego la fotografía.
- Todo el mundo lo sabe – responde con las mejillas rojas. En susurros empieza a regañarse a si misma guardando la fotografía y la libreta en su pequeña bolsa. Sacudo la cabeza, odiaba estar entre los chismes de los empleados.
- Iremos a una cena hoy, espero que estés lista… - le aviso recogiendo mis cosas.
- ¿Una cena? – pregunta ligeramente asustada.
- Si, vamos… - me acerco a la puerta mientras se queda ahí paralizada. Con la cabeza la animo a salir, lentamente avanza y cuando pasa delante de mi me acerco a su oído.
- Por cierto, yo NO tengo novia…

Otra vez no sabia como romper el hielo, tal vez no era bueno hacerlo, se le veía tan serena y tranquila dejando que el aire corriera por sus dedos y su cabello revoloteara su alrededor. Al principio se veía nerviosa, algo tensaba sus rasgos y no dejaba de mirarme como si hubiera hecho algo malo, quería pensar que le daba miedo ir a mucha velocidad (había gritado como histérica cuando la lleve a pasear en moto) pero al entrar en la autopista todo su estrés desapareció, me gustaba que se sintiera cómoda.
- ¿Señor Can? – volteo y su mirada esta totalmente enfocada en mi perfil.
- Dime… - respondo dando rápidas miradas hacia ella.
- ¿Porque estoy verificando cuentas? – pregunta con firmeza. Su pregunta me descoloca, hasta ahora, no había cuestionado nada de lo que le había pedido.
- Pensé que nunca lo preguntarías… - sonrío relajándome otra vez.
- No quería molestarlo, solo tengo curiosidad – con una rápida mirada me doy cuenta de que su cara esta seria y preocupada.
- Es muy sencillo Sanem, no se que te habrán dicho en la empresa, tu hermana o mi abuela pero la verdad es la siguiente… - empiezo dispuesto a contárselo, ya confiaba lo suficiente en ella como para que lo supiera y después de lo que ella me había confiado creo que ahora era mi turno – la verdad que ni siquiera sabe Emre lo sabe totalmente; después del escandalo con Aylin hubo muchas bajas de clientes y socios ofendidos por la falta de respeto, como habrás de sospechar, en este mundo las relaciones sociales son tan importantes como el dinero pero no me preocupe demasiado porque la empresa tiene la fortaleza suficiente para soportarlo o al menos eso creía yo. Todo paso así, un obrero de una de las minas que estaban por cerrar un día apareció en la empresa directamente a buscarme, yo estaba con Deren y con la abuela en una junta sobre la ceremonia de aniversario de la empresa que estaba a meses de realizarse, se volvió loco y exigió hablar conmigo por el trato injusto de su supervisor. Lo atendí y prometí resolver su problema. Volvió tres veces más quejándose por cosas diferentes hasta que lo tuve que amenazar con despedirlo si continuaba con su actitud, eran quejas vanas y sin sentido te lo puedo asegurar ya que hable con su supervisor directo y sus compañeros, no sabia que le pasaba, pero no estaba dispuesto a aguantarlo una vez más, Deren misma cumplió mi amenaza y apenas se terminó su contrato lo despidió. Tiempo después hubo un atentado contra mi abuela, un loco estrello su camioneta directamente contra la suya y la dejo muy lastimada de una pierna…
- ¿Por eso usa bastón? – pregunta asombrada.
- Si, hasta hace poco Remide Divit era un remolino de actividad, pero por esta lesión su vida cambio y también, eso impidió que fuera a la celebración. Ella asegura que el conductor era un hombre joven y las características que describió encajan con este obrero pero como fue en la noche fue imposible identificarlo porque el muy astuto quedo oculto de las cámaras de tránsito; para esto encontramos dentro de nuestro territorio una mina rica en metales y se hicieron los planes, esa iba a ser la salvación, como el plano apenas estaba hecho aún no se hacían proyectos de perforación ni nada porque como te has dado cuenta no es algo que se hace de la noche a la mañana… como sea, solo había una copia del plano que quedo resguardado en la agencia y para ser especifico en la oficina de Deren ya que ella iba a diseñar todo el proyecto. No sabemos cómo sucedió exactamente pero una noche Deren se quedo tarde en la empresa, normalmente soy el ultimo en irme pero Emre me llamo para una comida importante con un inversor que estaba interesado y que era su amigo desde hacia tiempo, la deje sola y este hombre se metió burlando la seguridad y disparándole al pobre hombre, sometió a Deren dejándola muy golpeada e intento abusar de ella pero el guardia al que este hombre había disparado, con sus ultimas fuerzas, subió para auxiliarla, no sirvió de nada, recibió otro disparo y lo mato…
- ¿El hombre abuso de la señora Deren? – susurra asustada. Tomo su mano y la aprieto.
- Ya había disparado varias veces así que no podía arriesgarse a que alguien llegara, solo disparo en su costado y salió de ahí llevándose los planos… pero ese atentado contra ella me da a entender que es personal, va más allá de un despido, pero no sé porque… - como un acto impulsivo aprieta mi mano. Asumía que esta era su manera de consolarme; en mi mente aparece la escena de Deren sangrando en el suelo con su ropa desgarrada, todos sabían fragmentos de la historia, pero no toda porque por respeto a ella había guardado silencio. Había sido muy humillante y tráumate.
- ¿Qué tiene que ver eso con las cuentas? – pregunta con lágrimas acumuladas en sus ojos. Suspiro y orillo el carro, era mejor detenerme si quería enfrentar esto.
- Además de que la familia del guardia ha interpuesto una demanda, no contra la empresa, contra mi y para eso se necesita dinero de compensación, desde antes de que se fuera Aylin empezó a desaparecer dinero. Cuando se tiene una empresa tan grande esto es de alguna manera “normal”, sin embargo, las cantidades que se han ido perdiendo van en aumento y ya han afectado nuestra economía interna. El desvío de dinero es como una pequeña grieta en un vidrio, puedes empezar con algo pequeño y te mantienes fuerte pero tarde o temprano se hará más grande y todo se estrellará y se romperá. Emre dice que soy paranoico, pero estoy seguro que todo está relacionado, hay alguien que esta manejando los hilos desde atrás porque no hay manera de que este hombre supiera burlar la seguridad si no ha sido porque alguien le dijo como, alguien de adentro, y lo voy a encontrar. Es por eso que te necesito tanto… - ya estaba más allá de limitarme con mis palabras, nunca era demasiado expresivo, pero por la razón que fuera confiaba en ella como mi aliada y quería que lo supiera – no importa si sabes o no de contabilidad, tú gran habilidad te permite registrar y comparar mejor que nadie, por eso te dije que cualquier anomalía me la dijeras. Ahí esta quien estoy buscando, la aguja en el pajar y tú eres mi imán, mi milagro. Confío totalmente en ti.
- ¿Y si encuentra al culpable de todo? – pregunta con sus hermosos ojos brillando de preocupación con una lagrima escapándose por su mejilla.
- Voy a acabar con el…

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