CAPÍTULO 15 SANEM

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DEJAME ATRAPARTE

CAPÍTULO 15 SANEM

- ¿Qué estás haciendo Sanem? – levanto la cabeza asustada, lo hago tan rápido que me golpeo con el filo de la cama. ¡Uff! A este paso iba a desarmar más mi cabeza de lo que ya estaba.
- Buscaba algo – respondo incorporándome y sosteniendo mi cabeza donde recibí el golpe, no era grave, pero dolía mucho.
- ¿Bajo tu cama? No me sorprende, tienes un desastre… - camina de puntitas evitando pisar los libros o las revistas hasta que llega a la cama y se sienta – ¿acaso se metió un tornado en tu habitación?
Los recuerdos de la noche anterior colorean mis mejillas.
- ¿Tornado? Que cosas dices… - evito su mirada levantando algo de lo que esta tirado – ¿ya está lista?
- No, se supone que debo esperar unos minutos, ¡ay Sanem! Estoy muy nerviosa… - sus ojos otra vez se llenan de lágrimas.
- Va a salir negativa Leyla, no te preocupes… - trato de consolarla sentándome a su lado para abrazarla.
- No Sanem, uno siente estas cosas… - oculta su cara en sus manos y su cabello la cubre cayendo en cascada. Para mí también era algo sorprendente, Leyla siempre era obediente y hacia lo correcto, la perfecta Leyla, jamás se equivocaba, nunca se saltaba las reglas y tomaba decisiones basadas en la lógica y la razón, pero con esto, ya casi no reconocía a mi hermana, era desconfiada, lloraba a cada rato y cometió un grave error el día de su boda.
- Es muy pronto para saber, ¿cuándo es tu periodo? – pregunto tratando de hacerla volver a sus sentidos.
- Ese es el problema, mi periodo termino cinco días antes de la boda… estoy muy asustada Sanem, ¡off! ¡¿Como pude ser tan estúpida?! Emre no va a perdonarme…– golpea su cabeza con los puños, la detengo abrazándola mientras llora otra vez.
- No puedes culparte, estabas triste… - la consuelo acariciando su espalda mientras me abraza con fuerza – es hora…
Nos separamos y limpia sus lágrimas con dedos temblorosos. Aun con la cara hinchada y lágrimas acumuladas sigue siendo muy hermosa. Tras un breve intercambio de miradas destapa la prueba. Mas lagrimas caen por sus ojos.
- Es negativa – declara con voz ahogada.
- ¿Eso es bueno no? – pregunto tratando de animarla.
- ¡No! ¡Ash! Esto es muy estúpido… - avienta la prueba que se pierde detrás de una pila de libros que logro salvarse, no podía decir lo mismo de las otras – ¡tienes razón tienes razón! Es demasiado pronto para saber, ¿qué pasa si me hago otra y es positiva? ¡Me voy a volver loca!
No tenía nada que decir ante eso porque la misma pregunta rondaba en mi cabeza, una duda que no tenía respuesta, si mi hermana estaba embarazada de otro hombre su esposo la repudiaría y lo peor es que ella no podría refugiarse en los brazos de su familia, mama tampoco la aceptaría. También estaba el hecho de que mama estaba muy molesta, calmada pero molesta, desde el día que tuve mi incidente con la policía no me dirigía más de tres palabras y a Leyla mucho menos, después de eso Osman le aviso que ya no quería casarse conmigo pero que seguiría adelante con la inversión de la empresa y para colmo el detective vino a disculparse en la noche y ella lo corrió. Mama estaba muy inestable y ninguna de las dos sabíamos cómo actuar o que hacer, esto no era normal.
- ¿Uno no puede quedar embarazado por la primera vez o sí? – pregunta llena de esperanza con los labios temblorosos.
- Dudo mucho que ese mito sea cierto… - su esperanza cae de su cara, era una tonta, ¡¿porque le decía esas cosas?! – pero no creo que estés embarazada, tal vez el aaaaahmmm, bueno, no lo hizo mmm… ¿cómo decirlo?… bien…
- ¿Como puedo saber eso? Fue mi primera vez y asumo que hizo lo que tenía que hacer, aunque me dolió un poco… - susurra limpiándose la cara. Yo no tenía experiencia en eso, solo con Can y lo más lejos que llegamos fue ayer… solo con pensarlo se me erizaba la piel; no era ninguna tonta, leí de todo en mis días de cautiverio, tanto en el hospital como en casa, sabia de memoria todo tipo de información sobre el sexo y el embarazo, pero saberlo y aplicarlo eran dos cosas distintas. Sinceramente me daba mucha vergüenza preguntarle ese tipo de cosas a mi hermana.
- Creo que solo queda esperar hasta que llegue tu periodo, si no llega, entonces iremos al doctor. He leído que un análisis de sangre es mucho más efectivo que una prueba. Puedo ir contigo si quieres… - sonríe un poco y me abraza otra vez.
- Hermanita te voy a extrañar tanto… - solloza en mi hombro. Su abrazo se siente bien, no eran ni de cerca tan cálidos y deliciosos como los de Can, pero eran una linda sensación – odio tener que dejarte sola con mama…
- Voy a extrañarte también – Emre y Leyla estaban a punto de mudarse juntos y por lo que me habían contado, se llevarían con ellos a la señora Huma. Mi hermana estaba por meterse a la boca del lobo más malvado y hambriento, ya no sé quién de las dos estaría peor, si ella o yo. 
- No dejes que te pegue otra vez, - quita un mechón de mi cara y lo pasa tras mi oreja – detenla como lo hiciste cuando te trajimos de regreso, eres muy fuerte, no lo olvides.
Asiento incapaz de decir nada por las lágrimas acumuladas en mis ojos. Me quedaría sola, estaba aterrada de que mama me mandara al hospital, por un tiempo pensé que podría cambiar de opinión respecto a mi cordura y podría confiar en que estaba más estable pero ahora estaba más confundida que antes, cada vez que nuestros ojos se encontraban podía ver como la duda y la desconfianza brillaban en sus ojos. A veces incluso pensaba decirle a Can, pero como podía cargarle más mis problemas, ya tenía bastante sobre sus hombros, y luego estaba lo que hizo… eran demasiadas cosas.
- Bueno, me iré… tengo un sinfín de cosas que arreglar, mejor no molestes a mama con eso del trabajo, dale tiempo, aunque no estoy segura de sí sea bueno que regreses. ¿Quieres regresar de verdad? – pregunta levantando la ceja y sosteniendo mis manos.
- Si, quiero regresar – respondo con firmeza. Simplemente yo no tenía remedio, cuando estaba lejos de Can me dolía físicamente, era como si perdiera una parte esencial, un brazo o una pierna. Apenas Leyla recupero mi celular que mama confisco ese horrible día pude ver todas las llamadas y mensajes, estaba sufriendo y quería explicarle las cosas y como la tonta que era solo quería consolarlo olvidando por qué terminé ahí en primer lugar. Todo el trauma del interrogatorio no era nada en comparación con escucharlo gritar mi nombre con desesperación y no pudiera correr a abrazarlo, en sus brazos me sentía más a salvo que en el resto del mundo.
*Mas vale que dejes ese pensamiento para después, Leyla está aquí por si ya lo olvidaste…
- ¿Segura? Es que Can…
- El señor Can ha sido un excelente jefe, lo considero un mentor, me ha enseñado mucho… - interrumpo sin poder reprimir mi deseo por defenderlo.
- No digo que no lo sea, pero Sanem, estas demasiado cerca de él, te pasan cosas malas cuando andan juntos, que es todo el tiempo… - su mirada preocupada me mantiene en mi lugar. No estaba lista para decírselo, a nadie de hecho, como contárselo a alguien cuando para mí no tenía sentido, él y yo vivíamos en dos dimensiones diferentes y por más retorcido que sonara, yo quería estar con él y el conmigo.
- Pero me pasan cosas, que es mejor a la nada que tenía antes…
Por cómo se oscurecen sus ojos sé que me ha entendido, asiente y me abraza por última vez. Se levanta de la cama y se dirige a donde aventó la prueba. Leyla estaba en lo correcto, parecía ser el blanco de las cosas malas que sucedían, pero tampoco puedo estar lejos de él, quería estar en su vida tanto como en su corazón y su cuerpo, todo el tiempo quería verlo y olerlo, mi alma gritaba por escuchar su voz, me conformaba con un pequeño atisbo de su sonrisa o esa mirada caliente que me daba cuando estábamos muy cerca… ¿y el calor de su piel? No hay en el mundo nada igual...
- ¡¿Qué es esto Sanem?! – levanto la mirada a las hojas que sostiene. ¡Eran las hojas que me dio Mete! Salgo disparada a intentar quitárselas, pero me esquiva caminando lejos.
- ¡Dámelas! – le exijo.
- ¡No hasta que me digas que son! – grita con los ojos muy abiertos absorbiendo la información y negando con la cabeza. Paso de estar roja e hinchada a pálida y temblorosa, como si hubiera visto un fantasma – no puede ser…
- ¡Leyla dámelas! – intento quitárselas, pero me esquiva otra vez. Las aprieta entre sus manos y me da una mirada fría, nunca la vi tan enojada.
- ¡¿QUE ES ESTO SANEM?! – me detengo asustada. Leyla nunca me grito antes – ¡RESPONDEME!
- Es… es… - no sé a dónde mirar o esconderme, las palabras se enredan en mis labios y no pueden salir. Esas eran las pruebas de que Emre uso a mi hermana para robar dinero de la agencia, todas mis notas y teorías estaban ahí…
- ¡¿Como pudiste?! – me grita de nuevo acercándose – ¡¿piensas culpar a Emre de robar dinero?!
- ¡Yo no pienso culpar a nadie! – respondo defendiéndome, intento quitarle las hojas, pero las aleja de mi alcance.
- ¿Quién te dio esto? – pregunta con dientes apretados.
- Na… nadie… yo lo encontré – susurro – el… él lo hizo…
- ¡EMRE NO ES CULPABLE! – grita de nuevo. Estamos demasiado cerca la una de la otra. No puedo creerlo, todo lo que le hizo y lo defendía – ¡¿me escuchas?! ¡NO ES CULPABLE!
- ¡CLARO QUE LO ES! – grito de vuelta, antes de que pueda reaccionar su mano impacta contra mi mejilla con tal fuerza que me avienta sobre la cama. El aturdimiento me mantiene inmóvil por unos segundos con el cabello tapando mi cara, mi hermana nunca me hizo algo así, ella era buena y dulce conmigo. Ella no era abusiva.
- Oh no… perdóname… - intenta acercarse y consolarme, pero esquivo su contacto. Ambas nos sostenemos la mirada, ella con arrepentimiento y yo con miedo – pero él no lo hizo Sanem, no lo haría… él no me usaría… me ama…
- Leyla… - susurro con mi mano en mi mejilla adolorida – dámelas por favor…
Niega con la cabeza y se aleja caminando hasta la puerta.
- Lo siento, pero no dejare que nadie lo aparte de mí, él es mío… - en sus ojos veo brillar algo que no comprendo, ya no se parece en nada a mi hermana, esta Leyla es totalmente diferente y me asusta. Con lentitud sale de la habitación dejándome sola.

- Tranquila… respira… - me repito a mí misma sosteniendo la compresa fría en mi mejilla. Leyla se fue entre abrazos titubeantes y vergonzosos y lágrimas cargadas de tristeza; siento miles de sentimientos y pensamientos zumbar dentro de mi cabeza y corazón, eran como abejas que no podían encontrar tranquilidad.
Necesito enfocarme en lo más importante, pero es difícil, hay mucho ruido en mi mente y mi cuerpo está inquieto, estoy sedienta pero no quiero agua, era algo más, una sensación extraña que nace en mi pecho y termina justo al centro de mi cuerpo, mucho calor y tensión revoloteando a mi alrededor que solo me permite conjurar un pensamiento.
- Ojalá estuvieras aquí… - susurro a la nada. Ese pensamiento abre una puerta en mi mente donde hay luz y silencio. Si Can estuviera aquí seguro estaría abrazándome, siempre me abraza, tal vez acariciaría mi cintura muy delicadamente y su aliento haría cosquillas en mi cuello, tal vez me mordería, chuparía y o besaría, aún tengo la marca de la última vez y adoraba verla cuando me cambiaba, era un recordatorio constante de que él no era una invención de mi imaginación, era tan real como lo que sentía arder en mi pecho.
Suelto la compresa y acaricio mi cuello con mis manos, si inhalaba muy fuerte puedo olerlo… me incorporo rápidamente y me acerco a la almohada que uso para dormir, aún tiene su aroma impregnado, me quito el abrigo de Leyla y su enorme playera cubre toda mi figura, al fin tengo algo que le pertenece. Con una sonrisa me acomodo en mi cama inhalando el aroma de su playera y la almohada; quiero que se quede conmigo, que me proteja del frio y de mis propios tormentos, necesito decirle la verdad, pero cada vez que queremos hablar con una simple caricia provoca que olvide todo. Su cuerpo, sus palabras, su aroma y sus caricias eran como una barrera a cualquier dolor y como un gatito solo quiero que siga mimándome. ¿Si le digo la verdad se enojará conmigo y me dejará? ¿yo estaba enojada con él por lo que hizo?
¿Como era posible que yo perdonara lo que paso? Trataba de darle lógica, pero cada vez que lo intentaba mi corazón se oprimía y en lugar de enojarme o sentirme mal quiero correr a abrazarlo, ¿esto es el amor? ¿estar ciego al pasado y a los errores de una persona? ¿No ver más allá de lo bueno? ¿Dejar de lado la lógica y la razón solo para poder estar entre sus brazos? Inhalo la almohada otra vez… se siente tan cerca… si tan solo estuviera aquí…
Trato de identificar los ingredientes de su perfume único, pero no puedo, hay algo que me falta… aunque si no puedo replicar el aroma, siempre puedo hacer un complemento.
- ¡Sanem! – de inmediato me incorporo al escuchar la voz de mi madre.
- ¡Si! Voy… - me cambio lo más rápido que puedo guardando la playera en un lugar seguro y corro escaleras abajo, era mejor que ocultara esa playera antes de ganarme otro problema. Cuando bajo, mama está en la sala sentada cerca del alfeizar de la ventana y observando la lluvia, no se ve molesta o indiferente, más bien, triste.
- Leyla se ha ido… - susurra sin voltear a verme.
- Si – acierto acercándome con paso inseguro.
- Nos hemos quedado solas… - se da la vuelta para mirarme, lagrimas se agrupan en sus ojos, eso era nuevo, no recordaba haberla visto llorar – ¿cómo te sientes hija?
- Aaah… triste también… - mi tono de voz inseguro no le pasa desapercibido. Se acerca y se sienta llevándome con ella, pasa su mano por mi mejilla y sus cejas se contraen cuando ve la marca roja que me hizo leyla.
- ¿Qué te paso? – pregunta en tono preocupado.
- Mmm… iba a sacar un libro y no me fije bien, se me vino encima y me pego… - vaya, estaba mejorando con eso de mentir.
- ¿Ya te pusiste algo? ¿Te duele mucho? – pregunta acariciándome suavemente.
- Ya me puse algo frio y me siento mejor, no va a dejar marca – explico. Baja su mano y sostiene las mías.
- Quiero que sepas que, aunque me molesto la actitud de Osman no tienes por qué asustarte, ahora sé que esa no es la solución; Sanem, mi bebe, no voy a llevarte a un hospital si eso es lo que temes. Creo firmemente que estas mucho mejor y juntas podremos seguir adelante a pesar de que tu hermana no está con nosotras – sonríe con lágrimas derramándose por sus mejillas. Emocionada no puedo evitar abrazarla y ella me sostiene, tal vez no era la mejor madre, pero poco a poco estaba empezando a confiar en mí.
- ¿Eso significa que puedo regresar a trabajar? – pregunto emocionada.
- No Sanem… - mi sonrisa cae, pero me sujeta firmemente de las manos – espera, déjame explicarte. Cuando me dijeron que te llevaron arrestada me asuste mucho, sentí que mi corazón se rompía en mil pedazos, esas personas con las que convives a diariamente no son buenas para nosotras, por tu hermana ya no puedo hacer nada, pero por ti mi dulce Sanem aun puedo hacer algo… es un sin vivir para mi dejarte ir y que siempre te pasen cosas tan horribles.
- Pero mama… - insisto con el corazón apretado.
- Déjame terminar, ese muchacho policía que tanto adoraba yo cuando era niño te lastimo mucho, todavía no lo puedo creer, estabas completamente perdida cuando llegué por ti y tuve que mostrarles los documentos que te avalan como dependiente mía por tu enfermedad, si vuelves a trabajar, pensaran que es mentira y te volverán a molestar… - aunque su explicación tiene lógica me da pánico volver a mi encierro, que pase algo es preferible a que no pase nada.
- Pero la señora Remide se enfadará… - susurro no queriendo contradecirla y enfadarla, pero si tratando de evitar el encierro, me aferro a cualquier esperanza en este momento.
- Creo que ella lo entenderá, quédate en casa unos días mi niña, alivia el pobre corazón de tu madre un tiempo y luego veremos qué pasa… - sus ojos vuelven a llenarse de lágrimas, pero sonríe rogando por mi comprensión.
Trabajar era importante para mí, me sentía realizada y útil, pero mi madre también estaba pasando por momentos muy duros, no puedo ser egoísta y pensar solo en cuanto quiero ver a Can y ayudarlo, mi madre también era importante. Con reprimida tristeza, asiento con una sonrisa. mi corazón tendría que esperar.

- ¿Entonces si te estas comiendo al jefe? – mi cara se ruboriza frente a la computadora. Gulliz tiene esta manera de hablar tan directa que siempre me siento incomoda en su presencia. Por tantos días alejada de ella creo que perdí la práctica de su doble sentido.
- ¿Porque dices eso? – susurro aplastando las flores en el pequeño recipiente solo para evitar su mirada. Esto de las “video llamadas” sí que tiene sus ventajas, pero también sus desventajas, ambas mujeres pueden ver lo que estoy haciendo y ocultar mi sonrojo no es sencillo.
- Gulliz no seas grosera – la reprende Ayhan picando algo en una tabla.
- Todo el mundo sabe que eres la preferida del señor Can, ¡no sabes cómo te envidio! Es el hombre más delicioso y sexy que he visto en mi vida, mira que si yo fuera tu ya lo habría anunciado a todo el mundo. ¿Como lo hace? Apuesto que es del tipo salvaje…  – se ríe a carcajadas mientras Ayhan y yo intercambiamos una mirada cómplice, después rueda los ojos antes mi sonrojo – solo acéptalo…
- No sé qué quieres decir, pero yo no me estoy “comiendo” a nadie – no levanto la mirada porque aún estoy muy sonrojada.
- Escuche que rechazo a la señorita Polen y tiene a alguien más, luego se encierra en su oficina contigo y…
- Sanem trabaja para él y al señor Can le gusta su privacidad, Gulliz estás viendo cosas otra vez… - me defiende Ayhan pero Gulliz rueda los ojos.
- Solo digo lo que veo, - un brillo macabro reluce en sus ojos – debes sentirte afortunada Sanem porque la señorita Polen no solo es bella, también es muy inteligente y que la cambie por ti es sorprendente.
- El no hizo eso… - susurro levantando la mirada. Una sensación extraña se instala en mi pecho, me duelen sus palabras, la vedad que contienen. Nunca me detuve a pensar que tenía yo que la señorita Polen no, ciertamente es hermosa, no había hombre que no la volteara a ver y Can estuvo con ella así que era natural que las personas cuestionaran porque estaba conmigo. Una razón más para mantenerlo oculto.
- ¡Sanem es mucho más hermosa! – grita Ayhan defendiéndome otra vez.
- ¡Así que es cierto! – Gulliz ríe de nuevo, entro en pánico, pero Ayhan solo rueda los ojos.
- No es lo que dije, pero Sanem es mucho más hermosa, inteligente y autentica que esa bruja inglesa que no tiene modales, tendrían que ver cuando vivía en la casa de la señora Huma, horrible mujer… - Gulliz sonríe deseosa de saber más información. Mejor quedarme callada.
- ¡¿En serio?! – pregunta Gulliz emocionada.
- ¡Si! – responde Ayhan emocionada también, sonrió en agradecimiento – se la pasa dando órdenes como si fuéramos sus esclavos y siempre quería hacer la comida para el señor Can, el pobre hombre siempre se quedaba con hambre e iba a la cocina conmigo a pedirme que le hiciera algo más o hacerlo el mismo. Estoy segura de que esa mujer es una bruja disfrazada de conejo.
Todas nos reímos al mismo tiempo; era agradable hablar con amigas, o eso creo que son, hacer lo que las mujeres de mi edad hacen en su tiempo libre, aunque no hacía más fácil el encierro, con cada día que pasa me siento más ansiosa y triste.
- ¿Se enteraron de que perdió sus carísimos zapatos en la fiesta? – me detengo de lo que estoy haciendo. Los zapatos…
- ¿Como? – pregunto asustada.
- Pues según me dijeron, llevaba unos carísimos zapatos, de esos que son muy finos y que cuestan el salario anual de las tres y nos falta… como sea, los perdió en la fiesta y así se fue atrás del señor Can. ¡Se imaginan! La mujer estaba tan desesperada que no le importo caerse en el lodo por él… - me quedo totalmente atónita.
- ¿Se cayo? – pregunta Ayhan con una risa.
- No fue tanto así, llevaba unos zapatos bajos, pero al día siguiente regreso al salón donde fue la fiesta y ya no estaban… - Gulliz toma de su taza mientras otra vez trato de disimular mi sonrojo.
- Creo que Ceycey me dijo algo de eso… - susurro sin voltear a verlas.
- A mí también, - interviene Ayhan – según parece quería que Ceycey los buscara hasta en las macetas, pero el no quiso…
- No me sorprende… - se ríe Gulliz.
- ¿Los encontraron? – pregunto en una pequeña voz.
- Si – levanto la mirada asustada – estaban en la basura, la bruja inglesa se enojó muchísimo porque al parecer los llenaron de colillas de cigarro y luego los aventaron a la basura…
- Vaya… el ojo malvado la encontró – las dos se ríen, pero no puedo unirme a ellas. Aprieto el pequeño frasco en mi mano.
- Sanem, ¿qué tanto haces? – pregunta Gulliz.
- Una esencia – respondo levantando la mirada.
- ¿Para el señor Can? – pregunta con un brillo malicioso. Dio en el blanco, pero antes de que pueda contestar y controlar mi sonrojo Ayhan interviene.
- ¿Bueno tu no la vas a dejar en paz verdad? ¡Búscate un novio mejor!
- Ya tengo uno – volteo a ver a Ayhan sorprendida.
- ¿Tienes novio? – pregunto sin poder creerlo. Gulliz era el tipo de chica a la que le gustaban todos, pero era difícil imaginarla con alguien, a veces era demasiado pesada.
- Si – responde con firmeza – ¡es un tipo guapísimo!
- ¿Quién es? – pregunta Ayhan completamente inmóvil.
- ¡Ustedes no me quieren contar de sus relaciones así que yo no les voy a contar de la mía! – me rio y Ayhan rueda los ojos.
- Todas sabemos que mueres por contarlo – apunta con el cuchillo a la pantalla, pero Guliz hace una seña de un cierre en sus labios.
- No, es mi secreto, pero para que sepan tenemos mucho sexo y es genial… - me atraganto con el té que estoy a punto de tomar, Ayhan tira el cuchillo y Gulliz se empieza a reír de nuestro sonrojo; esa Gulliz era demasiado, no tiene el menor ápice de vergüenza y le encanta hablar de cosas que yo consideraría vergonzosas, en algún momento pensé hablarle de lo que me pasaba con Can, tengo muchas dudas pero así como era ¡uff! Capaz que me hace un dibujo detallado y un cartel para que toda la ciudad lo supiera.
- Niña, necesitas un bozal – la regaña Ayhan aun sonrojada y con una sonrisa. Gulliz se ríe más fuerte.
- ¿Qué tal andas con eso Ayhan? Sospecho que Ceycey es de los que hacen cosas raras… - Ayhan se colorea toda de rojo y yo también, era lo último que quería saber de ambos. Antes de que pueda seguir la conversación mi celular suena, cuando contesto Ayhan le grita a Gulliz que está loca y la otra se ríe, me alejo un poco para poder escuchar. El número es desconocido.
- ¿Hola?
- Sanem, que bueno que contestas, ¡soy Metin!
- Señor Metin… ¿cómo consiguió mi número?
- Eso no es importante Sanem lo que importa es que te necesito, ¡Can es a punto de hacer una estupidez y solo tú puedes ayudarlo!
- ¡¿Como?!
- ¡Está en peligro Sanem! Necesito que vayas tras él, ¡pero ya!
- ¿Peligro?
- ¡Si! Te diré a donde ir… o puedes tomar la camioneta de la empresa y pedir que te lleven…
- No estoy en la empresa, estoy en mi casa, no puedo salir…
- ¡Sanem esto es importante! ¡por Can! Iré por ti si es necesario…
- ¡Si! Le mandare la ubicación y usted puede llegar…
- ¡Perfecto! Tienes que estar lista para cuando llegue, ¡no tenemos tiempo!
Cuelga.
Por unos segundos mis músculos no pueden moverse, siento la cabeza aturdida pero mi corazón late muy rápido. Can estaba en peligro.
Gritos me hacen reaccionar, regreso a la realidad y corro a la computadora donde Gulliz y Ayhan me llaman y me esperan con ansiedad.
- Tengo que irme… - susurro frente a ellas, pero sin verlas realmente, todo en lo que puedo pensar es en Can.
- ¡¿Qué pasa?! ¡¿Estas bien?! – pregunta Gulliz con preocupación es su voz. Las observo a ambas, no puedo decirles nada, ellas no saben nada de esto… bueno, no toda la historia.
- Tengo que irme – repito y corto la llamada. Rápido envío la ubicación de la calle de atrás de mi casa para poder salir y esperarlo allá sin que nadie se dé cuenta, apenas soy consciente de que ropa me pongo y salgo disparada, corro por las escaleras y salgo por la puerta de atrás. Afortunadamente mama no estaba y no llegaría hasta muy entrada la tarde, tengo el tiempo suficiente para ir y volver.
Corriendo llego al punto de encuentro, mi corazón está muy acelerado y mis manos sudan con nerviosismo, ¿que si le pasaba algo? No no no no…
Deja de pensar así!
Un lujoso carro deportivo aparca frente a mí con un ruidoso ruido, la puerta se abre.
- Entra Sanem – me ordena el señor Metin y yo entro de inmediato. Arranca y salimos disparados por la calle.
- ¿Le paso algo? – pregunto asustada.
- No lo sé, Ceycey encontró a Fabri y por lo que me conto, Can se volvió loco y es capaz de hacer cualquier cosa… debemos detenerlo – su voz es grave y se ve realmente preocupado. Era raro verlo así, normalmente era relajado y bromista.
- Es capaz de… - las palabras se atascan en mi garganta, aprieto las manos con fuerza clavando mis uñas en mis palmas.
- Ceycey me dijo que Can perdió el control cuando le mostro las cosas que encontró en su casa, no pensó que se pondría así, pero Can lo corrió y le dijo que los dejara a solas, es capaz de cualquier cosa cuando está en ese estado Sanem – aprieto los labios sintiendo las lágrimas en mis ojos, trato de componerme, no era momento para eso.
- Va a matarlo – declaro con un susurro. Can me prometió que no volvería a lastimar a nadie, pero porque mantendría su promesa por mí, ¿Quién era yo para controlarlo de esa manera?
- Esperemos que no… la policía está a nada de atraparlo y si hace algo como esto no podre sacarlo otra vez – da una vuelta y tengo que agárrame de la puerta para no rebotar como una muñeca por el pequeño espacio.
- ¿La policía tiene pruebas contra él? – pregunto asustada.
- Si y no – declara acelerando y rebasando a cuanto carro está al frente – tiene pruebas ilegitimas, tengo un contacto en la policía y está seguro de que el detective que lleva el caso está plantando evidencia falsa para atrapar a Can, sospecho lo mismo porque de un día para otro encontró evidencia en pruebas que ya se habían revisado y fueron insatisfactorias. Es peligroso porque no sabemos que pueda hacer… - nos alejamos de la zona habitable de la ciudad, llegamos a un lugar donde hay muchas bodegas de naturaleza industrial y el número de personas decrece. Es un lugar solitario con un ligero aroma a aceite de motor en el aire.
- ¿Por eso también me llevaron? – pregunto sosteniéndome de la puerta cuando vuelve a girar.
- Yusuf hará cualquier cosa para encerrar a Can y tú eres su pieza clave, te forzara a hacer algo para que lo traiciones, estoy seguro de que por eso uso esta fotografía como ultima estrategia y como según mi informante no han cerrado el caso, estoy seguro de que hará algo más, debemos estar alerta y descubrir como eliminar esa evidencia pero si Can mata a Fabri caeremos solos en su trampa – entra en una larga calle que tiene un enorme baldío del lado derecho y unas pocas bodegas de aspecto descuidado del lado izquierdo. A lo lejos se alcanza a escuchar el sonido del mar, ¿dónde estábamos? Estoy totalmente perdida.
- ¿Qué hago? – pregunto insegura.
- Habla con él, eres la única que lo saca y lo mete en sus cabales a voluntad…
- Yo no…
- Ahórrate la mentira Sanem, lo sé, Can me lo dijo y la verdad estoy feliz por ustedes, al fin encontró a alguien que lo saque de este infierno. Por eso, que bueno que estas aquí…
Me da una sonrisa rápida y yo se la contesto sin sentirla. ¿Qué puedo hacer por él? ¿Yo lo metía y lo sacaba de sus cabales a voluntad? ¿Qué significaba eso? Apenas puedo controlar lo que pasa en mi mente como para pensar en cómo ayudarlo.
*Déjame recordarte que tú no eres la que lo controla…
Era cierto, cada vez que sentía venir un episodio el me exigía que lo mirara y era como si borrara cualquier aturdimiento solo con eso, era mi barrera de protección contra cualquier desastre mental. Pero él era fuerte, decidido e inteligente y yo apenas era una persona completa. El señor Metin se acerca a una de las bodegas más descuidadas y frena de golpe.
- Es esa de allá – me señala a través del parabrisas. La bodega se ve desgastada, es de un color oxidado con un techo de dos aguas y no parece tener puerta.
- Estamos en la parte de atrás, ve corriendo al frente, ten… - me tiende una llave solitaria – esta es la llave, abre la puerta de enfrente para que se sorprenda y lo detengas…
- ¿Que? ¡¿No viene conmigo?! – pregunto a medio abrir la puerta.
- No, si se da cuenta de que te traje hasta aquí me matara… - me quedo estática observando sus ojos oscuros, su expresión cambia a una más mortificada y cierra los ojos suspirando – perdón, no lo digo de esa manera, es un decir Sanem, pero no le va a gustar verme… ¡anda! ¡No hay tiempo que perder!
Me empuja para que me baje, yo lo hago rápido y antes de que pueda cerrar la puerta arranca otra vez.

No lo pienso demasiado, solo corro al frente, no se ve nadie por los alrededores así que abro la pesada puerta, aunque al principio me cuesta trabajo. Cuando entro la oscuridad me recibe junto con un ligero olor a humedad opacado casi totalmente por el olor a plástico quemado, se siente más frio que afuera; a simple vista se ve vacío, camino lentamente inspeccionado el lugar que tiene muchas ramas secas y lodo en el piso, no hay absolutamente nada. Se escucha una respiración al fondo, lo que pensé que era la parte posterior de la bodega es solo una separación hecha de láminas, en una de las esquinas hay lo que parece una rendija o una puerta entreabierta, es difícil saberlo por la oscuridad. Me abrazo a mí misma tratando de contener el castañeo de mis dientes, cuando me acerco a mirar una mano dispara al frente.
- ¡CAN NO! – grito de forma impulsiva aventando la puerta. Can volta lentamente hacia donde estoy y sus ojos se encuentran con los míos. La sorpresa y el enojo dominan su expresión. 
- ¿Sanem? ¡¿Qué haces aquí?! – me abrazo a mí misma asustada e incapaz de moverme.
- ¿Qué vas a hacer? – pregunto temblando. La puerta se cierra detrás de mí y me estremezco. Can se levanta y se me acerca, aun con pistola en mano, tan rápido que parece un depredador que ha perdido el interés por su presa anterior porque ha visto algo mejor. Su aroma inunda mis sentidos de inmediato.
- ¿Ibas… ibas a …? – otra vez las palabras no salen. Lo miro a los ojos, pero no se ve alterado, se ve fríamente tranquilo. No sé si eso es bueno o malo.
- ¿Crees que lo haría? – la pregunta queda suspendida entre los dos. Prometió no hacerlo, pero puedo ver la intención en su mirada, quizá si no hubiera llegado lo habría hecho. Me abrazo con más fuerza, tengo mucho frio y mis huesos me duelen, pero no sé si es por lo que puedo ver en sus ojos o si es por el olor a la intención de la muerte.
- Sanem… ayúdame por favor… - Fabri interrumpe nuestro diálogo de miradas. Can suspira y aprieta los labios.
- ¡No te atrevas a hablarle! – grita en voz grave apuntándolo con la pistola.
- Can – lo sostengo de brazo parándome frente a el – Can por favor no lo hagas… no lo hagas… te lo suplico…
- Sanem… - susurra. Me recargo en su pecho con las lágrimas ya cayendo por mis mejillas, era una tortura repetir en mi mente el sonido de las balas y su imagen sosteniendo una pistola, quería al otro Can, este me da mucho miedo porque era capaz de cosas horribles. El señor Metin tiene razón, si sigue de esta forma lo perderé.
- Por favor – lloro en su pecho, no me abraza y no se mueve tampoco, eso era peor que mis episodios. Quiero que me abrace y que me diga que todo es una pesadilla, que estará conmigo cuando despierte.
- No tienes idea de la basura que es – susurra inhalando mi cabello. Siento como baja la mano, pero no me muevo tapando mis ojos en su pecho, no sé qué hacer, solo puedo llorar porque me duele.
- No me importa, por favor no lo hagas… no lastimes a nadie – sollozo humedeciendo su playera. Siento como respira profundo. Después de un largo momento sus brazos me encierran en su cuerpo, pero no es un abrazo normal, puedo sentir la tensión en sus músculos y su respiración es muy acelerada a pesar de que no se está moviendo. Esta muy enojado.
- No quiero que voltees, no lo matare, pero no es necesario que veas esto, ¿confías en mí? – nos miramos el uno al otro por un largo momento mientras limpia las lágrimas en mis mejillas. Era difícil, cuando disparo pude ver atisbos de la posición de Fabri, estaba suspendido en una extraña estructura metálica que mantenía sus brazos estirados. No se veía demasiado ensangrentado, pero se notaba por su voz, su respiración y sus sollozos que estaba sufriendo.
- Vámonos por favor – suplico apretando los puños con fuerza – vámonos, tengo mucho miedo, no quiero estar aquí…
- Sanem… - agito mi cabeza en negación.
- Quiero que me lleves lejos de aquí, vámonos por favor – sigo suplicándole, sin saber qué más hacer. Suspira y besa mi frente.
- Está bien – besa mi frente otra vez, mi mejilla y mi cuello donde inhala profundamente provocándome una placentera sensación totalmente contradictoria a la situación – pero estoy muy enojado…
- Vámonos por favor - insisto sosteniéndome de su playera. Siento como inhala otra vez, levanta mi barbilla, abro los ojos y a pesar de mis lagrimas puedo ver como contiene su coraje apretando la mandíbula. Vuelve a suspirar.
- Espera aquí… - se aleja con paso lento. No sé lo que hace, pero me limito a ver la puerta frente a mí y a abrazarme para contener los sollozos y el castañeo de mis dientes.
- Tienes suerte basura – se escucha un ruido metálico y un quejido de dolor, luego otro ruido metálico y un golpe sordo.
- Can… ya entendí, ¡AAAAAAAH! – el grito me estremece, tapo mis oídos, pero es demasiado tarde, se reproduce en mi mente como una grabadora que me tortura – ¡suéltame por favor!
- ¿Solo quiero saber quién es “ella”? – pregunta Can. A mi izquierda una pila de lo que parece basura quemada llama mi atención. Me acerco con curiosidad para ver de qué se trata.
- Te lo diré, ¡aaah! ¡Te lo diré! – solloza Fabri. Es plástico quemado, lo que se supone que en algún momento fue una cámara, una gran pila de papeles quemados destacan de lo demás y ciertos objetos totalmente irreconocibles – ella me llamo y me dijo como encontrarla, su rutina, salidas y entradas, dirección también. Dijo que era presa fácil, me pago mucho dinero y Can sabes que estoy en quiebra…
Levanto los papeles que se sienten plásticos en mi mano, trato de ver que son, pero solo están negros.
- ¡No me importan tus problemas! – otro grito de Fabri me estremece.
- ¡Espera! – debajo de la cámara derretida se ve un atisbo de color, me inclino para tratar de zafarla, pero está pegada – no sé quién es, pero en mi teléfono esta su número, ella sabe todo de tu empresa, de ti y tu hermano, de todos…
- ¿Como lo sabe? – logro sacar la colorida fotografía y cuando le quito la ceniza y puedo verla me quedo totalmente estática.
- ¡No lo sé! Solo sé que ella lo sabe todo, ella me contactó y me dijo que podía conseguir una chica para mí, me pago muy bien, pero tenía que hacerlo yo, si mandaba a alguien más expondría mi empresa y lo que hago…
- ¿Qué es esto? – susurro aturdida. La imagen es mía, la reconozco, aunque mi cara no se alcanza a ver porque estoy de espaldas, solo se ve mi cuerpo de la cintura para abajo, pero reconocía la ropa y el día en que la use. De pronto la foto sale de mis manos, volteo y Can ya la está rompiendo.
Me quedo ahí parada cundo regresa con Fabri, pisa su muñeca y grita. Tapo mis oídos desesperada por irme.
- Sabes lo que te pasara si dices algo, ¿verdad? El que te rompió las manos te cazara como a un perro y de ti no quedara ni un solo cabello para identificar, ¡regresa a tu país y deja a mi mujer en paz!
Can se levanta, toma la chaqueta de cuero de la silla y camina hacia mí, antes de que se me acerque su celular suena.
- ¿Que? – responde sujetando el celular con el hombro para ponerme la chaqueta, no me di cuenta de que estaba temblando sin control y castañeando los dientes desesperadamente – maldición ya voy…
- ¿Qué pasa? – pregunto cuando me jala con brusquedad y abre una puerta secundaria.
- La policía viene para acá…

Si antes pensé que el señor Metin manejaba como loco no se comparaba a Can, por los vidrios no se ve más que un manchón verde y gris por la fuerte lluvia, pero no me atrevo a hablar porque no quiero hacerlo enojar más, aprieta el volante y de vez en cuando le pega, aprieta los labios una y otra vez además de que acelera y frena de golpe. De alguna forma llegamos a un lugar donde apenas alcanzo a ver casas enormes, una zona que parecía exclusiva y cada casa está perfectamente amurallada. Aprieta un botón en la parte superior de la camioneta y da la vuelta una vez y luego otra vez, en la segunda vez entramos en una lujosa casa, no tan grande como la mansión, pero si bastante bonita. Aparca bajo un porche que parece tener una canasta de básquet en el frente y muchas flores en la pared izquierda.
Baja y azota la puerta, corre a mi lado, pero me da miedo bajarme porque está muy enojado.
- Bájate – me ordena. Temblando bajo con cuidado, azota la puerta y sin previo aviso me besa.
Por la sorpresa no alcanzo a procesar lo que está sucediendo, sus manos están en mis mejillas mientras las mías lo sostienen de las muñecas. No es un beso suave y tierno como los de la última vez que nos vimos, este beso es agresivo, demandante y húmedo, cuando suspiro tratando de buscar aire su lengua invade mi boca como si estuviera muriéndose de sed tras días de estar si agua. Sus manos bajan a mi cintura y yo me sostengo de sus hombros y luego de su nuca tratando de calmarlo, no funciona, se vuelve más exigente mientras una de sus manos baja a mi pierna, aprieta y la acaricia un par de veces para después atorarla en su cintura, hace lo mismo con la otra y me levanta en vilo como si no pesara nada. Me separo un poco mientras me sostiene apoyada en la camioneta.
- No dejes de besarme o volveré por él… - el sonido grave y peligroso de su voz junto con la oscuridad en su mirada me asustan y encienden al mismo tiempo. Vuelvo a besarlo y el presiona sus labios con los míos mordiéndolos y chupándolos, después susurra que me agarre fuerte y se da la vuelta para caminar hasta la puerta donde abre de alguna manera mientras chupa repetidas veces mi cuello. Me aferro a su cintura donde su cinturón choca con el centro de mi cuerpo, siento un estallido de calor correr por toda mi piel. De pronto estaba usando mucha ropa.
Camina conmigo mientras sostengo su cabeza cerca de mi cuello, no quiero que se detenga, adoro esos besos con la boca abierta que me dejan marcas, deseo que lo haga una y otra vez. Llegamos a lo que parece ser una cocina, baja mis piernas para que pueda pararme, se separa de mi piel y con urgencia me quita su chaqueta de cuero, mi abrigo y de un tirón me quita el largo blusón de punto, todo lo avienta lejos.
- ¡¿Can que haces?! – grito tapándome inmediatamente. No responde y se acerca a mis labios para besarme otra vez, ahora el beso es lento y sensual, mi piel se eriza cuando sus grandes y calientes manos me acarician trazando mi figura una y otra vez.
- Eres tan caliente y adictiva… - susurra en nuestro beso, sus manos van a mi espalda mientras yo me sostengo de su pecho… hasta que siento como desabrocha mi sostén.
No me deja quejarme, su boca va a uno de mis pechos y empieza a chuparlos como si fueran un cono de helado, apenas puedo respirar, lo único que puedo hacer es sostenerme de la repisa detrás de mi mientras chupa y lame raspando de vez en cuando sus dientes por mi piel sensible, mis piernas se aprietan con la explosión de sensaciones, su lengua húmeda nubla mi mente, no se quién soy ni donde estoy y no me importa. Solo quiero que continúe.
- ¿Sabes que eres preciosa? No me canso de saborearte… todo el día estaría comiéndote entera, lo sueño todo el tiempo… - susurra cuando pasa al otro y le da el mismo tratamiento. Sollozo, presa de la dolorosa necesidad, siento que algo me falta, pero no sé qué es, mi mente es incapaz de formar un pensamiento coherente. Lo único que me queda claro es que sus manos me sostienen de la cintura en mi lugar y su boca mima mi piel con caliente desenfreno aumentando mi deseo.
De pronto se detiene, todo mi cuerpo se siente tenso y no estoy segura de estar viendo bien, regreso a la realidad cuando sus grandes manos juegan ahora donde estaba su boca antes, sonríe como si fuera un niño pequeño con su juguete favorito, tan ampliamente que puedo alcanzar a ver sus hoyuelos siempre ocultos por la barba.
- ¿Te gusta verdad? – sigue sonriendo mientras me acaricia, aprieto más las piernas y asiento incapaz de responder; mi respiración que sale en rápidos jadeos y mi corazón que late tan fuerte son los únicos sonidos que inundan la habitación. Sus manos empiezan a bajar, su boca se abre ligeramente pero su mirada es peligrosa, amenazante, me advierte lo que está a punto de hacer. Llega a la malla deportiva que estoy usando y sin preámbulo la baja por mis piernas. Sorprendida intento hacer algo, pero antes de que pueda me carga y me sienta en la fría repisa, quita mis zapatos y los avienta para luego hacer lo mismo con la malla. Estaba casi completamente desnuda frente a él.
- Me estorba – susurra con la misma sonrisa traviesa de antes.
- Can… - susurro incapaz de decir otra cosa, siento el deseo de cubrirme, pero sujeta mis manos y empieza a besarme otra vez, lento y húmedo, su lengua parece adueñarse de cada milímetro de mi boca, como si quisiera fusionarse con mi cuerpo. Sus manos acarician mi espalda y yo copio su movimiento en la de él, pasa a mi cuello e inhala con fuerza deteniendo sus movimientos.
- Ya no puedo soportarlo… - me acerca al filo de la repisa y tras una mirada oscura y penetrante abre mis piernas para estar entre ellas, toma mi suspiro de sorpresa en sus labios y empieza a empujarme hasta que me tiende totalmente, levanta una de mis piernas y empieza besando el empeine de mi pie…
Tapo mi boca sin poder creer lo que está haciendo, no se detiene por ningún momento, al contrario, sus besos incrementan su intensidad, chupando y lamiendo mi piel. No puedo tener los ojos abiertos y mi respiración sale en cortos jadeos mientras siento como se inflama mi pecho, cuando llega a mis muslos inhala con fuerza y después inicia el proceso con mi otra pierna. Estaba torturándome.
- Necesito probarte… - jadea chupando una y otra vez mi vientre – ¿me dejarías?
- Aaah… aja… - asiento sin saber a qué estoy accediendo, mis neuronas están apagadas y mi cuerpo solo cumple sus funciones básicas como a hacer lo que él me pida. Sonríe otra vez, pasa mis piernas por sus hombros y sus manos sostienen mi cadera apretando ligeramente el encaje en mi cadera.
- Esto es lindo, pero me estorba… - me quedo atónita cuando rompe la tela.
- ¡Can! – le grito cuando avienta el trozo de tela detrás de su hombro – la rompiste…
No me deja terminar porque su boca baja entre mis dos piernas, intento detenerlo, pero ya es tarde, siento su húmeda lengua en mi piel sensible y caigo sobre la fría repisa, el contraste de calor y frio hace trizas mis sentidos, solo puedo arquearme cuando lo siento besarme y chuparme. Es la sensación más frustrante y placentera que he sentido en mi vida, nada de lo que hemos hecho se compara con esto, literalmente no puedo ver nada más que explosiones de luz frente a mis ojos, los sonidos que hace al lamerme y las traviesas palabras que salen de su boca se escuchan lejanas pero sus manos firmes y lo que hace con su lengua están quemando mi cuerpo. Me arqueo cuando siento su lengua dentro de mi cuerpo, el me sostiene firmemente repitiendo entre sus movimientos lo deliciosa que soy, lo mucho que le gusta verme disfrutar y que no hay nadie más hermosa que yo; quiero llorar de felicidad porque estoy presa de las sensaciones, como si me tuvieran amarrada y yo lo disfrutara, me sostengo de la repisa pero es demasiado dura, mis manos viajan hasta su cabeza y de alguna manera suelto su cabello, levanta la cabeza y sus ojos oscuros y entrecerrados se encuentran con los míos.
- Apóyate en tus codos, amor… - obedezco de inmediato, nos sostenemos la mirada, con su cabello suelto parece totalmente salvaje y peligroso, justo lo que es – agárrate fuerte, estoy tan enojado que necesito comer de lo que más me gusta para calmarme.
Otra vez se inclina y la tortura empieza de nuevo pero ahora es peor porque mientras lo hace sostiene mi mirada, como si quisiera castigarme; ahora sé porque dicen que el amor es tan cálido y adictivo, un rio de lava está pasando por debajo de mi piel y mi corazón amenaza con salirse de mi pecho mientras Can está dentro de mí, siento como las lágrimas salen de mis ojos, jamás me sentí tan feliz cediendo el control de mi cuerpo, sensaciones y necesidades a alguien más, era mejor y peor que una droga.
No sé en qué momento ya no pude sostenerme y mis manos regresaron a su cabello, mis sollozos y mis suplicas me parecen ajenos, de verdad estaba castigándome por hacerlo enojar y lo peor es que lo estaba disfrutando, suplicándole que continúe, una eternidad si fuera posible. Mi espalda se arquea otra vez y mis piernas están tan tensas que creo que mi cuerpo explotara en mil pedazos; siento como una de sus manos sube por mi abdomen hasta llegar a mi boca, uno de sus dedos pasa por mis labios y no sé porque pero empiezo a chuparlo, hace un sonido de satisfacción en mi piel que se siente como la gloria y empieza a mover su lengua llegando a un punto terriblemente sensible que está escondido, rápidamente entiendo la pauta, el movimiento que yo hago con mi lengua él lo repite con la suya dentro mi… iba a morir de placer.
- Eso es bebe… - susurra soplando ligeramente – dime que hacer…
Nos mantenemos así un rato hasta que siento que ya no puedo más, saca su dedo de mi boca y vuelve a bajar.
- ¿Alguien te ha dicho lo sensual que eres? – pregunta ante mi respiración agitada cuando nuestras miradas se encuentran otra vez – eres tan perfecta que he soñado con esto desde que te bese, desde ese día en el balcón supe que eras para mi… te amo tanto que duele…
Sus palabras enternecen mi corazón, siento ganas de llorar otra vez, sonríe y cuando sonrió mi sonrisa cae de inmediato ante la nueva y placentera sensación. Se ríe ligeramente y su boca vuelve a bajar, la combinación de ambas sensaciones iba a matarme, ya podía sentir mi corazón entrar en combustión; chupa, besa y lame sin descanso mientras mueve su dedo, primero ligeramente y luego un poco más rápido, en algún momento me pregunta si duele pero no puedo contestarle porque si dolía, pero no era un dolor malo, era el dolor que viene de la frustración de no obtener lo que quieres, necesitaba arrancarme la piel y gritar hasta hacer trizas mis pulmones, expulsar mi alma porque no sé qué hacer con ella pero él sí, controla todo lo que me pasa, ya no tengo ojos, oídos o manos, mi cuerpo, mi corazón ya le pertenecían y yo estaba feliz por eso. Que se los quede porque yo era de el para siempre.
Todo mi cuerpo tiembla con desesperación, sus movimientos se incrementan y los sonidos de deleite que hace me están volviendo loca, me llevan a ese lugar prometido lleno de sensaciones, colores y explosiones hasta que con ultimo movimiento de su boca justo en el lugar correcto, algo se desconecta y todo mi cuerpo estalla de un delicioso placer que me deja totalmente perdida...
Pasa mucho tiempo o quizá no tanto pero cuando mi alma vuelve a la realidad ya puedo escuchar la lluvia afuera, el frio en mi sobre calentada piel y frente a mí los ojos más cautivadores que jamás pude imaginar.
- Hola – susurra tocando la punta de mi nariz con un dedo.
- Hola – sonrío y él me sonríe también, su cabello está totalmente desarreglado. No sé porque no le gusta traerlo suelto, pero se ve demasiado bien, es tan guapo que duele mirarlo.
- ¿Estás bien? – pregunta un poco más serio tocando mi nariz otra vez. ¿Bien? Me siento más que bien, podría brincar de felicidad por toda la casa si no sintiera las piernas como de gelatina.
- Muy bien – respondo emocionada – ¿tu estas bien?
- Si – responde besando mis labios por un momento – bastante bien, ya sé con qué curar mis enojos.
Levanto una ceja y el baja la mirada a un punto entre ambos, no entiendo lo que me quiere decir y vuelve a bajar la mirada, pero ahora señalando con la cabeza, bajo la mirada y un sonrojo estalla por toda mi piel, siento como arde mi cara ¡estoy desnuda!
De inmediato me incorporo para taparme casi a punto de caerme, mi ropa esta por todos lados menos cerca de mí, Can se ríe y se saca la playera con una ligera mueca de dolor, me ayuda a ponérmela para cubrirme.
- ¿Te duele algo?  – pregunto cuando lleva su mano a su nuca.
- Olvide el aceite que me diste, pero es otra cosa, algo me ardió detrás de la cabeza, ¿puedes revisar? – se da la vuelta dejándome ver su musculosa y lastimada espalda, quiero llorar solo de verla, levanto su cabello y un rasguño se puede ver en su nuca. No alcanzó a callar mi sonido de sorpresa, voltea y levanta una ceja – ¿qué es?
No contesto, solo dejo mi boca tapada por mi mano y evito su mirada, cuando regreso mis ojos a los suyos sonríe con picardía así que vuelvo a desviar la mirada.
- Eres como un gatito salvaje – se burla pellizcando mi mejilla.
- ¿Te estas burlando de mí? – pregunto molesta cruzando mis brazos. Abre con suavidad mis piernas y se coloca entre ellas negando y mordiendo su labio acercando su frente a la mía – ¿ya no estas enojado?
- No – responde besando mis labios otra vez; sonrío emocionada, me siento muy feliz, lo abrazo y el a mi – ¿a ti te duele algo? ¿Fui muy brusco?
- No – respondo contenta – pero hay un problema…
- ¿Cual? – se aleja un poco para verme, su expresión está preocupada.
- No puedo caminar… - era algo un poco intimidante verlo a los ojos.
- ¿Que? – pregunta confundido. Ruedo los ojos, me acerco y susurro muy cerca de su boca.
- No puedo caminar, me siento muy… sensible… ya sabes… si me levanto me voy a caer, mis piernas tiemblan…
Me observa un par de segundos parpadeando como si le hablara en otro idioma, después sonríe ampliamente, se echa el cabello para atrás y besa mis labios otra vez.
- Eso se puede arreglar – susurra sosteniéndome de mi espalda y pasando su musculoso brazo por detrás de mis rodillas, rápidamente me agarro a su espalda con fuerza – y espero que no dure mucho porque no he acabado contigo…

Esto era lo mejor del mundo. Estamos acostados en una enorme cama con la colcha más mullida que pude haber sentido jamás, nadie nos molesta mientras solo descansamos, yo con la cabeza sobre la almohada y el apoyado en el sur codo con la cabeza descansando en el dorso de su mano. De vez en cuando se inclina para besarme, pero se entretiene haciendo dibujos en mi vientre o jugando con mi cabello, no me movería de aquí por nada del mundo, ojalá la realidad nos diera muchos momentos así.
- Tengo que irme… - susurro triste cuando traza con su dedo mis labios.
- Lo sé, pero tal vez debamos esperar un poco… - sonríe de nuevo. Estaba muy relajado, nada que ver con el Can de hace un rato, no parecían ser la misma persona.
- ¿Por qué? – pregunto sosteniendo su mano grande entre las mías. Es un poco áspera pero muy caliente.
- Mmm creo que tu mamá podría sospechar algo… - sonríe de medio lado y presiona mis labios con su dedo. Me incorporo casi golpeándolo y voy de rodillas a la orilla de la cama para alcanzar a verme en el espejo de cuerpo entero de la esquina, oh dios… quemadura de barba pasa por todo mi cuello como si fuera una bufanda, pero eso no era lo más abrumador, ¡MIS LABIOS ESTABAN ENORMES!
- ¡Oh por dios! – chillo llevando mis manos a mi boca roja. Una risa ronca interrumpe mi pánico.
- Lo siento, fui muy brusco – se disculpa atrayéndome para atrás con un brazo en mi cintura, terminamos sentados en el centro de la cama, yo entre sus piernas y sus manos en mi vientre.
- ¡Can me veo horrible! – me quejo volteándome un poco.
- Yo creo que ye ves muy bien – se ríe otra vez y besa la cima de mi cabeza.
- ¿Muy bien? Lo dices porqué fue tu culpa, ¡off Can! Mira mis labios… - me volteo un poco para que pueda verme – mi mama va a matarme…
Observa por varios segundos mis labios con expresión seria, pasa saliva y suspira cerrando los ojos con fuerza y apretándome contra él.
- Si vuelves a hacer ese puchero no saldremos de aquí jamás – susurra apretando sus labios con los míos. Me quito de inmediato, si segua besándome jamás se iban a deshinchar, si tengo labios gruesos, pero esto era una exageración.
- ¡No! Ya no me vas a besar… - me tapo la boca y sonríe de esa forma curiosa, entrecerrando los ojos y marcando sus hoyuelos.
- Puedo besar otros lados – me guiña un ojo y sonríe ante mi sonrojo. Le doy un manotazo y me giro, para colmo se ríe y besa mi cabeza. Este hombre no tenía remedio
- ¿Dónde estamos? – pregunto recargada en su pecho mientras juega con mi vientre.
- En mi casa – responde en un susurro – bienvenida.
- Gracias – respondo observando todo a mi alrededor. La habitación es bastante sobria, definitivamente parece de hombre, hay muchos libreros alrededor y una gran ventana a mi lado derecho, un gran espejo de cuerpo entero sin ninguna decoración extravagante, un pequeño sillón azul del otro lado y un escritorio con una lampara y objetos personales. Todo era muy simple y elegante a la vez.
- ¿Te gusta? – pregunta detrás de mí. Me encojo de hombros.
- Supongo, ¿compraste la casa? – pregunto intrigada por el enorme closet a mi lado.
- Es de Metin, me la presto. Hace unos años se la vendí y como esta deshabitada la ocupo yo por el momento, eres bienvenida cuando quieras – sonrío sosteniendo sus manos. Me gustaban, eran grandes y fuertes, pero perfectamente cuidadas, quien lo diría, un hombre que cuidaba sus manos.
- Can… - susurro temblando un poco - ¿lastimaste a Fabri?
- No – responde de inmediato – antes de que llegaras Ceycey lo dejo preparado para mí, él le rompió las manos no antes de obligarlo a golpearse la cara, no me preguntes porque, para cuando llegue ya estaba suspendido ahí. Supongo que Ceycey desahogo una frustración con él. Pero no voy a negarte que, si fantasee con hacerlo, estaba sentado frente a él disparando, pero no le di una sola vez, solo imaginaba como sería hacerlo sufrir de forma detallada, pensé en obligarlo a echar a la suerte su muerte por su propia mano… lo sentía y lo vivía Sanem, así de real era mi deseo, pero cuando llegaste volví a la realidad.
- Si no hubiera llegado lo habrías lastimado… – deduzco con voz triste. Me lo prometió y ahora admitía que estuvo a punto de hacerlo.
- Si hubieras visto lo que yo vi probablemente hubieras cambiado de opinión – razona conmigo con voz dura, sus manos se ponen tensas así que me apresuro a acariciarlo para que se calme.
- Vi algo, pero eso no es lo que importa, tú me lo prometiste – empezaba a sentirme herida y un poco enojada. ¿Si no podía cumplir lo que prometía qué sentido tiene estar juntos?
*Aaaahm no quiero ser inoportuna ya que estas en tu pequeña burbuja de felicidad, pero tú no eres precisamente un ejemplo que seguir, ¿Cuándo se lo vas a decir?
Suspiro tratando de ignorarla, aunque tuviera razón.
- Tienes razón, me alegro de que intervinieras, aunque no había ninguna necesidad de que vieras todo eso, no estaba tan descontrolado. ¿Quién te dijo dónde encontrarme? – se supone que no debo decirle, pero no quiero otro secreto entre nosotros.
- Mmm… - voltea mi cara de mi barbilla para que pueda verlo a los ojos.
- No vayas a mentirme, ¿Metin o Ceycey? – de inmediato siento mi cara arder de calor.
- El señor Metin me hablo muy preocupado – frunce el ceño y asiente, pero me suelta relajándose.
- ¿Estas enojado? – pregunto algo insegura.
- No contigo, pero él y yo tendremos unas palabras, no te preocupes – suspiro. Can tiene unos sube y baja tan raros en sus emociones que me asustaba que estuviera lejos e hiciera una locura, el señor Metin tiene razón, Can no puede hacer algo que lo arriesgue.
- El señor Fabir menciono algo de una mujer, ¿que era? – pregunto. Can suspira y siento como se recarga en las almohadas y me lleva con él para que me recueste en su pecho. Así de grave era…
- Al parecer una “misteriosa mujer” lo contrato para seguirte y convertirte en su próxima “chica”, tiene unas preferencias bastante específicas y unas tendencias que son demasiado a mi parecer, pero esas son cosa de él, la “misteriosa mujer” solo lo puso en tu radar…
- Espera, ¿preferencias especificas? No entiendo… - me observa con cuidado y hace una mueca. Ruedo los ojos. – no me voy a espantar…
- Quería convertirte en su sumisa – declara con voz dura – secuestra y obliga a las chicas hasta que las somete, escuche rumores sobre su pequeño hobby… Sanem no puedo hablar más de eso, me hace recordar las fotos y los videos…
- Está bien, olvídalo, sígueme contando – hasta a mí me daban ganas de vomitar solo de imaginarlo. Que hombre tan mas despreciable. Suspira y sostengo sus manos cerca de mi vientre mientras espero.
- Bueno el punto es ese. Mandare a Mete a investigar el teléfono de Fabri porque por lo que me dijo, esta mujer tiene demasiada información de nosotros y eso me hace pensar que es alguien cercano y tengo la corazonada de que también está involucrado con la empresa. Mis pensamientos son así, esa mujer de alguna manera está involucrada con el robo de los planos y del dinero, de alguna manera intervino para que Fabri llegara a la empresa porque estaba segura de que el imbécil se obsesionaría contigo, y hay otra cosa también… - susurra. La conversación se estaba poniendo demasiado seria así que me giro en sus brazos para sentarme en mis rodillas y poder prestarle toda mi atención.
- ¿Que? – pregunto curiosa.
- ¿Qué te dijo la policía el día del interrogatorio? Ya no hablamos de eso… - me sostiene de la cintura, nuestras miradas se encuentran. Teníamos que hablar de esto tarde o temprano.
- Me preguntaron si la fotografía era mía y si te vi… - paso el gran nudo por mi garganta – si te vi asesinar a ese hombre… no respondí nada…
- ¿Tuviste un episodio? – pregunta con voz dulce acomodando mi cabello.
- No, ¿por qué? – los episodios empezaban a ser cada vez más esporádicos.
- Te llame y no me contestaste… - sus ojos se ven dolidos.
- Ah… - ahora recordaba lo que paso y el no sabía – respecto a eso, estaba fingiendo…
- ¡¿Como?! – se ve tan sorprendido que me hace reir. Pelliza mis labios haciendo una mueca de enfado – ¡¿puedes fingir?!
- Realmente no sabía que podía, solo se me ocurrió y todo el mundo me creyó – me rio mientras asiente.
- así que fue tu pequeña broma, ¿no te importo que yo me estuviera muriendo de la preocupación? – pregunta con sarcasmo.
- Realmente no supe que hacer e improvisé – sonrío buscando su mirada cuando la aleja de la mía. Luego se ríe agitando la cabeza.
- Nunca dejas de sorprenderme – sonríe y revuelve mi cabello.
- ¡Ya Can! – grito quitando su mano, después de nuestro… momento en la cocina sentía un nido de pájaros en la cabeza y con lo que acababa de hacer no estaba ayudando. Se ríe, pero se detiene – dime todo lo que sepas, quiero saber…
- Antes de eso, la policía me enseño una fotografía, ¿es tu padre cierto? – una punzada de dolor me atraviesa, mi piel es cálida porque Can me está abrazando, pero un dolor frio hiela mis huesos. Tengo pesadillas de su muerte, pero no sé si son invención de mi imaginación o si son reales, y los únicos sonidos son un disparo y las palabras de una mujer que siempre se pierden en mi inconciencia.
- Si, mi padre trabajaba para tu empresa – declaro con firmeza. No quiero cargar con más secretos.
- ¿Como lo sabes? – pregunta sin inmutarse.
- El día que… - trago saliva, aun duele decir las palabras – que paso todo tuve una discusión con mi madre; hay una pesadilla recurrente que suele acosarme, alguien de ojos azules y me dio curiosidad de saber si es alguien real o no. Pensé que no había nadie en casa y fui a la recamara de mi madre a buscar entre sus cosas para verificar, lo que fuera que me ayudara a identificarlo, mientras buscaba encontré la foto… y muchos papeles que al leerlos me di cuenta de que mi padre ciertamente era abogado y trabajaba para la empresa de tu familia. Mama me descubrió y tuvimos una gran pelea así que me escape y en el proceso de correr llegue a un callejón… fue ahí donde paso todo y supongo que la fotografía se me perdió cuando me descubriste, la olvide por completo ya que estaba presa del episodio.
- Leyla me dijo que viste como asesinaron a tu padre, puedes contarme… si lo prefieres – me siento entre sus piernas para apoyarme en su pecho, de inmediato me abraza firmemente y besa mi cabello.
- No estoy segura de como paso, a veces mi mente distorsiona las cosas y sobre todo si he sido medicada o si fueron antes de que perdiera la razón. Pero tengo sueños muy nítidos, y en el sueño que respecta a mi padre todo está oscuro y yo soy solo una espectadora, estamos en un lugar húmedo, a veces el está mirándome y a veces esta de espalda, hay un disparo y el cae… en ocasiones grito y en otras solo estoy llorando y hay unas veces que puedo escuchar el susurro de una mujer, pero la verdad no me acuerdo de que dice. A pesar de tener memoria fotográfica, por el trauma, creo que mi mente ha destrozado ese recuerdo y lo hizo imposible de entender…
- Sanem, lo siento mucho – susurra besando mi frente. Sonrío acomodándome en su pecho girándome ligeramente para besar su tatuaje. Amaba ese tatuaje.
- Estoy bien - susurro como respuesta. No se me ocurre que más decir.
- No se me ocurre como decirte esto, pero creo que mi familia está involucrada… - me alejo un poco para observarlo, no hay nada más que verdad en sus ojos – pero quiero asegurarte de que hare lo imposible por saber quién fue…
Nos abrazamos un rato procesando la información. Mi padre murió hace demasiado años y había muchos secretos que mi madre guardaba al respecto, probablemente Can era apenas un niño cuando sucedió y era poco probable que pueda obtener información, pero eso me daba esperanza, un objetivo en común y lo más importante me hace sentir que no estoy sola.
- ¿Quieres contarme de tu otra pesadilla? – pregunta. Nunca le hable con detalle a alguien sobre ella, era demasiado espantoso poner en palabras los horrores que vivía cuando regresaba, lo llame “monstruo de los ojos azules” y solo con eso siento como se asoma de entre la oscuridad.
- Prefiero saber una cosa, - sonrío un poco pidiendo su comprensión, asiente y toma mi mano – la señora Remide me dijo que algo te sucedió cuando eras niño, que Huma te hizo algo que te cambio y que ella tuvo que intervenir para que tu padre viniera por ti. ¿Que fue? ¿Puedo saberlo?
Me observa por un largo tiempo, algo se suaviza en su mirada, pero no de una buena manera, como si dentro de él aun estuviera atrapado un niño desesperado por ayuda.
- Todo empezó cuando era un niño, después de mudarnos a la mansión Huma y mi padre tuvieron una gran pelea, no voy a mentirte, no eran una pareja amorosa y peleaban todo el tiempo, pero esta pelea era diferente, mi padre llego vuelto loco, se notaba totalmente inestable y corrió a todos los empleados fuera de la casa. Nuestra niñera nos encerró en la habitación y se fue, ahora comprendo que pudo ser ella la que llamo a la policía porque siempre era muy buena con nosotros, como fuera, los gritos resonaban en la enorme casa y Emre empezó a llorar. Es mi hermano pequeño así que el impulso protector siempre ha sido fuerte, lo tome de la mano y lo lleve al closet que compartíamos del tamaño de una pequeña habitación, le dije que me esperara ahí con mi peluche favorito y salí a buscar a mis padres. En mi mente de niño pensé que peleaban porque me subí a un árbol y me caí junto con uno de los gatos, quería decirles que me arrepentía para que ya no pelearan, cuando llegue a la sala donde ambos estaban mi padre abofeteo a Huma aventándola al sillón, pero en lugar de llorar o gritar ella se quedó ahí y empezó a reír… me asuste mucho y regrese al closet. Cuando llego la policía ya era demasiado tarde, mi padre se fue y no regreso. Enseguida Huma me llevo con la abuela Remide culpándola de que mi padre la abandonara con dos hijos, dijo que no podía cuidarme y que me quedaría con la abuela por un tiempo, pero ese tiempo se convirtió en años. La abuela Remide prácticamente me crio y Huma solo iba a visitarme de vez en cuando y se aseguraba de que recibiera una educación de calidad tanto académica como deportiva, a veces también iba a los eventos de la empresa donde era requerido para mostrar a su hijo mayor, pero gracias a esos encuentros poco frecuentes, Emre y yo nos distanciamos. Hice de todo para complacerla porque a pesar de todo era mi madre y quería volver con ella, no entendía porque Emre si podía estar a su lado y yo no si era más grande así que cumplía en todo lo que me pedía hacer y aprender; una vez la invite a uno de mis partidos de futbol, quería que estuviera orgullosa de mi porque era el capitán del equipo pero como siempre nunca llego, asumí que su excusa era que el trabajo era demasiado y no tenía tiempo como siempre me decía así que trate de pasarlo por alto, iba a saliendo de la cancha para encontrarme con la abuela cuando un lujoso auto negro llego y ella se bajó. La abuela me dejo ir, sabia lo mucho que me dolía que casi no nos veíamos, cuando me acerque entro en el auto otra vez y me pidió que entrara. Me pareció extraño que ella iba conduciendo y cuando le pregunte al respecto no dijo nada, solo siguió manejando hasta que llegamos cerca de un pequeño parque muy lejos de su casa y de la casa de la abuela. Ahí empezó a llorar… su cabello lacio y negro cubrió todas sus facciones, pero se quitó los lentes, con asombro vi como uno de sus ojos estaba hinchado y de un horrible color purpura, sus labios pintados de rojo luchaban por ocultar un corte en su labio, me asuste y le pedí que me explicara todo. Me dijo que un inversionista en la empresa la acorralo a la salida del trabajo e intento propasarse con ella, que ya le había hecho insinuaciones, pero ella las desestimaba porque a pesar de que mi padre se fue ella lo seguía esperando y era una mujer casada, el hombre no entendió y en un momento de oportunidad la golpeo hasta dejarla inconsciente y la violo… levanto la falda de su elegante vestido y me enseño los moretones…
- ¡Dios Can! – susurro impresionada – no lo puedo creer…
- Yo tampoco podía, aun no era un adulto, pero era alto para mi edad y definitivamente menos niño que cuando mi padre se fue, escuchar que alguien lastimo a mi madre y verla llorar así era mucho para manejar, le suplique que me dijera quien era, no sé qué quería hacer para ayudarla, pero estaba muy enojado. En ese momento limpio sus lágrimas y encendió el coche otra vez, me dijo que su gente ya lo había atrapado así que le dije que quería verlo y ella accedió. Fuimos a un lugar remoto, una especie de granero en un lugar alejado de la ciudad, el camino fue tan largo que cuando llegamos ya era de noche, bajamos y varios hombres vestidos de negro esperaban afuera. Cuando entramos al abandonado lugar había un hombre sentado que no dejaba de producir un extraño ruido, imagine que eran gritos ahogados, ella no me dejo acercarme tanto, estábamos como a 3 metros y empezó a decirme todo lo que le hizo sosteniéndome de los hombros tratando de controlar mi furia pero me susurraba al oído y eso solo aumentaba mi odio hacia el hombre; de pronto sentí algo frio en mi mano, era una pistola, llorando me suplico que acabara con su sufrimiento y vergüenza, que vengara su honor y le quitara la mancha que ese hombre le puso así que levante la mano tratando de ver la cara del hombre y dispare. La bala dio justo en su pecho.
En un impulso me arrojo a sus brazos abrazándolo, lo que hizo, lo que lo hicieron hacer era algo horrible. Su mente de niño y su alma seguro fueron profundamente lastimadas. Siento como sus brazos amoldan mi cuerpo al de él y apoya su cabeza en mi hombro.
- Nunca vi la cara del hombre, me sacaron de ahí enseguida y después de eso regresé a vivir con ella y con Emre porque ya estaba listo. Aprendí a hacer muchas cosas que su personal hacía para ella, cosas que no se enseñan en la escuela si me entiendes, en la mañana yo era un estudiante normal, pero en la tarde practicaba tiro y aprendía la lucha cuerpo a cuerpo u otras cosas que servirían en caso de que un enemigo atentara contra nosotros. Huma me convirtió en esto y me aseguraba que era para protegernos de los enemigos que papa dejo atrás con su desaparición. Paso mucho tiempo hasta que un día, cierto hombre italiano llego a la casa y empezó a quedarse ahí, le pregunté quién era y ella dijo que era un pariente lejano, no se trataban como tales, en mi curiosidad empecé a seguirlo, investigarlo y escuchar detrás de las puertas… una noche los encontré teniendo sexo en el laberinto. Estaba enojado, ya sospechaba que mi madre tenía amoríos, pero este hombre me incomodaba, parecía tener a Huma comiendo de la palma de su mano y el me veía con burla cada vez que nos encontrábamos, para no hacer largo el cuento cierto día me escabullí en la oficina de la empresa a la que tenía prohibido entrar y escuché lo que estaban hablando. El hombre se burlaba de ella y la golpeaba, susurraba en su oído como dejo que su hijo se convirtiera en un “pequeño mafioso” asesinando a un inocente y que gracias a eso ella pudo salvar mucho dinero que ahora era de él, después empezó a desvestirla…
- ¿Qué hiciste? – susurro alejándome para verlo a la cara. Su mirada es fría y dura.
- Lo mate, justo frente a ella – declara con indiferencia.
- ¿Quieres decir que lo que la señora Huma te conto era mentira? – pregunto con voz temblorosa.
- Si, ella me convirtió en el monstruo que soy – nos sostenemos la mirada unos segundos, sus manos en mi cintura y las mías en sus hombros; él quiere saber si soy lo suficientemente fuerte para manejarlo, si voy a alejarme o voy a quedarme aun cuando me arroje sus peores pecados a la cara y lo lógico sería que lo hiciera, hizo cosas horribles de las que no me ha hablado pero que ya no era necesario que lo hiciera, las entendía a la perfección y esa era la cuestión, lo ENTENDIA. Ahora conocía el trasfondo, comprendo porque a veces se ve reticente a firmar un acuerdo o ver a un cliente, porque no puede soportar a su madre y apenas maneja estar cerca de su hermano, porque no estaba de acuerdo con la boda de Leyla y porque odia las mentiras más que a nada en el mundo. Todo tiene sentido ahora, su madre destruyo su inocencia de la peor manera.
Furia nace en mi estomago imaginando al niño pequeño, asustado y deseoso de tener el cariño materno, ¿qué niño no se hubiera enojado si le hubieran hecho algo tan terrible a su madre? A los ojos de los niños, las madres lo son todo y Can no fue la excepción, más bien fue la victima porque el verdadero monstruo estaba encerrado en el alma de esa mujer cruel y repulsiva. Paso mi mano por su barba y cierra los ojos como si quisiera disfrutar de mi toque. Can está muy herido, sangra por dentro y nadie se da cuenta, esas heridas siguen abiertas y en lo único que puedo pensar es en encontrar una manera de curarlas, de llevar algo a su alma herida para que se sienta mejor pero no hay aceite o crema para eso. Con cuidado acaricio sus perfectas facciones, desde su frente a sus parpados y luego a sus mejillas acariciando su barba una y otra vez, le gusta, nuestras respiraciones aumentan, pero no puedo evitarlo como tampoco puedo evitar las lágrimas que caen por mis mejillas. El no derramo una sola, pero yo siento como un rio de dolor se desborda por mis ojos.
- No llores – susurra sin abrir los ojos.
- No puedo evitarlo… quiero arreglarlo… - sollozo bajando hasta sus labios que deja entreabiertos al sentir mi toque – quisiera curarte…
- Ya lo haces…
Abre los ojos con lentitud y se acerca a mí, tras una breve mirada acerca sus labios a los míos, me acomodo de tal forma que pueda abrazarlo y sentir su pecho rozar con el mío, esto es lo más correcto que puedo hacer por ahora para ayudarlo, dejarlo que me toque todo lo que quiera y tratar de que me deje consolarlo de la manera que él me ha enseñado. Can necesitaba atención y cuidados, pero no de la que viene con palabras y sonidos, más bien de la que viene con cuidados que solo las caricias pueden proporcionar, con besos que alimentan y refrescan un alma atormentada y con todo el calor que parece faltarle a su herido corazón.
Después de unos minutos todo se siente más exigente, sus besos son más abrumadores, sus fuertes brazos de acero me encierran en su cuerpo y me aprietan a su piel, nuestros cuerpos vibran en sintonía buscando satisfacción y calor. Se suelta del abrazo y baja su mano a su entre pierna.
- Las cosas están un poco apretadas aquí… - jadea con los ojos entre cerrados – necesito quitarme esto…
Rápidamente se deshace de su pantalón quedándose en bóxer, toma mis manos y me jala para que me siente a horcadas sobre él, cuando nuestros cuerpos se encuentran no podemos evitar el suspiro de placer que escapa de nuestros labios, sostiene mis caderas provocando que me mueva en pequeños círculos y el calor de su cuerpo se sienta como electricidad en el mío.
- Ya recordé de que quiero hablar… - jadea sin soltarme, apenas puedo entender lo que dice, se acerca a mi cuello y empieza a besarlo – lo diré hora antes de que lo olvide otra vez, cada vez que estas arriba algo cambia, ¿qué es?
- No entiendo – susurro acercando más su cabeza a mi cuello totalmente distraída por las placenteras sensaciones.
- No importa…
Y me besa otra vez. Se siente como si fuera a derretirme, mis piernas se olvidan de la tensión anterior y empiezan otra vez la lucha por llegar a ese lugar donde solo puedo llegar con él, lo necesito tanto como a mi siguiente respiración. Sigue besándome, sus manos entran debajo de la playera y sin reservas me acarician de arriba abajo, ¿cómo pudimos esperar tanto para esto? Me sentía de maravilla. Una de sus calientes manos no deja de apretar uno de mis pechos mientras la otra va bajando lentamente, no puedo cerrar las piernas esta vez, estoy totalmente expuesta… comienza a acariciarme y mi cuerpo entra en delirio, sus caricias son tan suaves y delicadas que penas puedo sentirlo. Un sonido de frustración que reconozco como mío escapa entre nuestro beso. Se separa para ver mi rostro enrojecido y saca su mano por debajo de mis piernas para llevarla a su boca… mi respiración se detiene cuando veo lo que hace…
- Lo que dije, deliciosa… - susurra con una sonrisa. No salgo de mi asombro.
- Tu… tu… - apenas puedo formular palabras porque lo que acaba de hacer me está explotando la mente, la moral y cualquier idea coherente – tu hiciste…
- Te ves muy linda cuando haces esa cara – me da un beso rápido, pero yo todavía no puedo procesar bien mis pensamientos.
- No te da…
- ¿Asco? – se empieza a reír y besa mi mejilla caliente. Con tantas veces que me ruborizaba con Can iba a entrar en combustión un día de estos – ¿cómo puedes ser tan linda?
Vuelve a besarme ante mi cara atónita, poco a poco voy olvidando de que estábamos hablando en un principio hasta que pasa a mi cuello y sus manos empiezan a empujarme hacia atrás, sigo sus órdenes sin prestar mucha atención a algo más allá de sus labios o como hace esos pequeños ruiditos de deleite, eran la mejor música. Cuando abro los ojos otra vez estamos más cerca del centro de la cama, Can se acuesta y me hace una seña para que me acerque, trato de apoyarme en su abdomen, pero niega con la cabeza haciendo presión en mis piernas. Un par de segundos después entiendo todo.
- ¿Quieres que…? – no me atrevo a decirlo en voz alta. Mis mejillas están tan rojas que podría convertirme en una masa en el suelo en cualquier momento.
- Quiero saborearte otra vez, no quiero olvidarlo nunca o no saldremos de aquí, si me van a forzar a dejarte ir al menos quiero un recuerdo de ti en mis labios…
Su mirada oscura y sus palabras susurradas con ese grave y bajo tono no me dan opción, hago lo que me dice con piernas temblorosas, con un “agárrate fuerte bebe” vuelve a hacer maravillas en mi sensible piel, no me deja pensar o actuar, él se encarga de todo mi placer y solo me deja disfrutarlo; entre cada estocada de su húmeda lengua parece llenar de brillo mi cuerpo, mi visión se altera mezclando colores y formas, no me importa, solo me importa el y lo que me hace sentir. Donde sea que este o que haga, ya sea en la cima del placer o en la cima del dolor, siempre gritaría su nombre.
- ¡CAAAAAAAAAAAAN!

Ya era muy tarde, con mucha suerte apenas alcanzaría a llegar a casa sin que mama se diera cuenta y me pidiera una buena explicación de porque llegaba con mi jefe cuando prometí no salir, porque mis labios estaban hinchados y mi cuello tenía una gran quemadura de barba además de que me costaba mantenerme en pie, parecía un cervatillo bebe cuando caminaba. Pero era muy curioso que no me importa, me siento tan feliz que subo a la música un poco más y dejo que recorra mi cuerpo. Definitivamente Can le hizo algo a mi cerebro.
Después de otro explosivo… momento, tuve que recuperarme por varios minutos, otra vez sentía las piernas como gelatina y ni hablar de otros lugares, cada centímetro de mi piel estaba hipersensible. Deje a Can en su habitación para que se cambiara, si no salía de ahí jamás saldría de la casa, y fui corriendo a la cocina a buscar mi ropa ignorando sus risas cuando casi me caigo al bajar de la cama, encontré mi sostén colgando de una de las puertas altas donde guarda los vasos, mi malla encima del refrigerador, tuve que brincar para alcanzarlo y mi blusón de punto en el suelo y…
- No puede ser… - susurre al levantar el pedazo de encaje roto – ¡CAN!
No debí decirle. Se volvió loco de risa y me las quito de la mano por lo que tuve que perseguirlo por toda la sala hasta que me detuvo con una mano en mi frente como si fuera una niña pequeña en una rabieta, solo por eso no le regrese su playera, ya era mía. Ahora andaba por ahí sin ropa interior y con un enorme hombre de 1.80 que no dejaba de verme de arriba abajo y que por nada del mundo permitió que soltara su mano, era lindo en realidad, me besaba, mordía o solo la apretaba en la de él más grande y caliente.
Cuando llegamos el clima sigue siendo frio, pero parece que la lluvia se dará un descanso, baja y abre mi puerta tomando mi mano otra vez, caminamos tranquilamente a las rocas donde me ayuda a brincar y atravesar sin caerme. Me siento débil. Me abraza y yo lo abrazo de vuelta.
- No quiero que te vayas… - susurra en mi cabello provocándome cosquillas.
- Yo tampoco, estoy muy feliz… - lo que era irónico tomando en cuenta como comenzó nuestro encuentro.
- ¿Vas a volver? – pregunta sin separarse.
- Mi mama está asustada, necesita un poco de tiempo y no quiero molestarla, no parece enojada conmigo, pero por lo de Leyla no puedo estirar mi suerte. – nos separamos un poco sin soltarnos y nuestras miradas se encuentran, algo en su mirada es diferente, como si no creyera lo que le digo, pero no dice nada.
- Tengo algo para ti – declara soltándome con una mano para buscar en la bolsa de su abrigo, coloca la mano en un puño frente a mí y yo estiro la mía para que caiga lo que sea que va a darme… es un collar.
- ¿Un collar? – es precioso. La cadena es de plata, pero el dije es un pequeño rectángulo de ámbar con una fina línea de plata en el centro con una frase grabada en lo que parece francés.
- Era de mi padre, - me explica tomándolo de mi mano, me volteo y recojo mi cabello para que lo pueda poner alrededor de mi cuello – no se la historia, solo me dijo que pertenecía a un amor perdido y que ella se lo regalo a él. Siempre que lo tuviera, ella volvería, pero mi padre ya no está y esta misteriosa mujer probablemente no volverá. La inscripción dice: “toujours dans mon coeur”. Ahora yo te lo regalo a ti, no importa donde estés, yo siempre estaré contigo.
Eso era tan lindo que quería llorar otra vez, lo abrazo muy fuerte y me sostiene. Suspiro y acaricio su espalda asustada de que se vaya, cuando estábamos lejos pasaban cosas malas, bajo mi mano y siento algo duro. De inmediato sus manos me sostienen de mis brazos evitando que tome la pistola.
- Tienes que deshacerte de ella… - susurro levantando la mirada.
- Sanem…
- Por favor, te lo suplico - le pido nerviosa de que se niegue – no puedo ver otra vez como sostienes un arma y apuntas a alguien para quitarle la vida, no me hagas eso…
Cierro los ojos con fuerza, las imágenes de las veces que lo he visto sostener un arma se revelan con todos sus colores y sonidos, eran nítidas y dolorosas.
- Si realmente me amas déjala… - suplico con voz temblorosa.
- Si realmente me amaras no me pedirías eso… - responde sin soltarme.
- Quiero ayudarte, déjame hacerlo… - las lágrimas ya están cayendo. Can suspira y me suelta para sacar la pistola detrás de él, algo en ella me llama la atención.
- Es la misma con la que disparaste… aquel día en el callejón, ¿no es cierto? – asiente con los labios apretados. Sin dejar de verme hace unos movimientos con ella y saca una especie de cajita alargada de la misma, se gira levemente hacia el mar y con un rápido movimiento la avienta, después hace lo mismo con la pequeña cajita.
- Tengo más… pero me desharé de ellas – asiento sonriendo y él sonríe de regreso. Besa mi frente. Ahora si tengo que irme.
- Te amo… y mucho…
Cuando me alejo no suelta mi mano hasta que ya no podemos tocarnos, me despido con la mano y el hace lo mismo, me cuesto voltear al frente y dejar de verlo, pero si no lo hacía iba a caerme. Cuando llego al camino volteo por última vez y me despido lanzándole un beso. Se despide agitando la mano y sonriendo cuando el aire sopla entre los dos tapando mi visión con mi cabello.
- ¡Sanem! – grita; me detengo de inmediato y me volteo – ¡linda ropa, te queda bien!
¡Uff ese hombre!

- “En otras noticias, después de más de una semana del altercado contra la vida del famoso empresario italiano Enzo Fabri, su empresa ha enviado un comunicado a la prensa informando sobre la salud mental y física del mismo, así como también informa sobre el futuro que a las empresas de este magnate les esperan ya que después de su milagrosa aparición fueron subidas a internet de manera anónima ciertas fotos y videos donde se le puede ver al empresario haciendo uso de prácticas referentes al BDSM. Estos videos llaman la atención por ser de esencia denigrante con señoritas que la policía aún está en investigaciones ya que no se sabe si eran consentidas o no. Recordemos que el señor Fabri fue encontrado a las afueras de la ciudad después de que su asistente avisara a las autoridades de su desaparición, el señor Fabri presentaba severas fracturas en sus costillas, clavícula y muñecas además de múltiples golpes por todo el cuerpo. La policía no pudo encontrar evidencia del o de los responsables ya que según nuestras fuentes el señor Fabri informo que jamás vio directamente a su atacante, este lo ataco en su pent-house en el centro de la ciudad y lo llevo a ese lugar apartado dejándolo solo. En el comunicado se informa que el señor Fabri sigue recuperándose de sus heridas sin embargo, las malas noticias no terminan ya que debido al desprestigio del empresario los inversionistas y asociados han empezado a desligarse de sus empresas por todo el escandaloso suceso; se cree que su secuestro está ligado a un hecho de justicia social, varias mujeres que han trabajado con él o se ha relacionado con el sentimentalmente empezaron a alzar la voz por las malas actitudes que ha tenido el empresario con ellas y esto ha llevado al gran imperio de negocios a derrumbarse. El oficio también informa los deseos del empresario de volver de inmediato a su país, lo que probablemente no sea posible por los cargos que han empezado a llegar contra él, no obstante, nuestras fuentes nos informan que posiblemente el atentado en su contra no llegue a resolverse ya que el señor Fabri se niega a declarar sobre este alegando que no presentara cargos y dejando a la policía completamente desarmada.”
Hago pausa en el video. La cara de Fabri, golpeada y maltratada, aparece cundo es trasladado en una camilla hasta la ambulancia, se ve peor a la luz que en la oscuridad de la bodega. No tenía idea de que su perversión llegara a ese grado o que Can haya guardado más de las fotos y videos que encontró Ceycey en su casa, al parecer era un plan de respaldo. Era increíble que detrás de un hombre tan “elegante” se escondiera semejante monstruo, me era difícil procesar que estuve en su mira, no tengo experiencia tratando con las personas más allá de mi familia y ahora el trabajo, pero ni en un millón de años hubiera supuesto que ese hombre hizo cosas tan atroces a otras mujeres y quería hacérmelas a mí.
Pero a pesar del peligro al que estuve expuesta extrañaba mi trabajo, se iban a cumplir casi dos semanas del “altercado” y yo seguía en casa, mama no se sentía segura de que saliera y eso que no se enteró de que me escapé por Can porque si no ya estuviera bajo llave en mi habitación. No. Mama solo estaba preocupada por mí, no volvería a encerrarme.
Suspiro enredando mi cabello húmedo en una toalla; hablaba con Can todo los días, pero cada vez me era más difícil esconder la tristeza en mi voz, después de que nos vimos, esa noche, pude dormir tranquila y en paz pero todas las siguientes noches las pesadillas volvieron gracias a la ansiedad, las sentía más vividas y horribles. También estaba el hecho de que por más que lo intentaba no podía ser totalmente sincera con él, me daba pánico decirle de lo que su hermano hacia porque el señor Emre tenía la seguridad de mi hermana en un puño y si yo hacía un mal movimiento iba a atraparlo hasta hacerla explotar. Uff… ya estaba exagerando otra vez.
Leyla no volvió a la casa, mama la visito un par de veces, pero a su regreso solo me decía que Leyla estaba con quien debe estar, su marido y su suegra. Temo que Leyla está sufriendo, pero por más que le mandaba mensajes o la llamaba ella no contestaba, incluso llegue a pedirle información a Gulliz o Ayhan pero ellas tampoco me decían mucho, solo que Leyla se volvió más taciturna y siempre estaba con el señor Emre. Mi celular suena en mis manos así que pongo pausa al video.
- Can…
- Bebe, ¿cómo estás?
- Bien, ¿tu estas bien?
- No, te extraño.
- Yo también te extraño…
- Tu voz se escucha diferente, ¿pasa algo?
- Mmmm no, solo veo las noticias…
- Fabri no podrá irse del país por la investigación legal que está en su contra, pero no va a volver a molestarte. Por favor, no te atormentes con eso.
- Está bien… ¿lastimo a muchas mujeres?
- Las suficientes para que le mortifiquen la vida por un tiempo. El muy idiota se merece algo mucho peor.
- ¿Tu mandaste la evidencia a la policía verdad?
- Si, cuando vi todo el material que tenía sobre ti asumimos que habría más y Ceycey se dedicó a investigar, su perversión va a más allá de perseguir jovencitas o acostarse con maduras necesitadas de atención.
- Gracias…
- No tienes que agradecerme nada…
- Si tengo, gracias por tomar el camino correcto…
- Solo por ti.
- ¿Has hablado con el señor Metin?
- No
- ¿Porque no?
- No es un buen momento, estoy ocupado…
- Can…
- No hablemos de eso, puedes regañarme cuando regreses a trabajar…
- Mi mama aún está nerviosa por esto, quizá me tarde más tiempo, no lo sé…
- Entiendo…
- ¿En serio?
- Si, ve a dormir, te escucho cansada y no quiero que sufras sin motivo…
¿Dormir? ¿Sufrir? Sus llamadas y mensajes eran lo único que me quedaba por esperar en los días grises en lo que me encontraba en este momento, hablar con mama y tía Melahat no era nada, que Ayhan o Gulliz me llamaran ya se sentía vano y sin sentido. Lo único que me emocionaba era hablar con Can, pero cada vez era peor, quiero gritarle que me saque de aquí pero no puedo hacerlo, también está pasando por muchos problemas en la empresa. No quiero molestarlo más de lo que ya lo hago.
- ¿Sanem?
- Te quiero, descansa…
- Yo más, descansa…
Cuelgo el teléfono tratando de contener las lágrimas, era una llorona sin remedio. Activo el video e imágenes de Fabri aparecen mientras la conductora del noticiero habla de la próxima bancarrota de sus empresas y las deudas millonarias que este ha acumulado, todo eso me lleva a pensar por qué este hombre querría aliarse con Can si estaba en bancarrota, ¿de dónde sacaría el dinero para invertir? ¿De “ella”?
Siento mucha curiosidad por esa “ella” que menciono, daba a entender que ella maquino todo con el único propósito de hundir la empresa de los Divit y llevarlos a la ruina, pero no se me ocurre quien pudo ser o que tiene esta mujer contra mi utilizándome como instrumento. El motor de una camioneta estacionándose me saca de mis cavilaciones, conozco ese ruido. Rápidamente me subo a la cama para asomarme a la ventana y casi me desmayo. Can.
¡¿Que hace aquí?! Toca el timbre, pero no me atrevo a asomarme, quizá estuviera viendo hacia mi ventana. El timbre suena otra vez, pero se ve interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose, unas palabras y luego se cierra. Oh no… ¡¿qué hace Can en mi casa?! Los nervios destrozan mi cuerpo, no le diría a mama sobre lo nuestro, ¿o sí? No, Can no haría eso sin consultarme, pero que querría hablar con mi mama o conmigo que era tan importante; pasan varios minutos y mi madre nunca me llama. Con mucho cuidado abro la puerta tratando de que no cruja, camino de puntas, pero las voces son ahogadas, necesitaba acercarme más. Con lentitud llego al primer escalón de la escalera y me siento a escuchar.
- Y dígame, ¿cómo le va a mi hija? ¿Usted la ha visto? – pregunta mama. Desde donde estoy solo puedo verla a ella, Can debe estar sentado al otro lado en el sillón individual de la entrada.
- Tengo el gusto de verla diario señora Mevkibe, a mi parecer, ella está bien, ambos están juntos todo el tiempo… - mama asiente y toma un sorbo de su taza.
- ¿Ha ido a su casa? – pregunta mama. Se le notaba bastante tranquila considerando que Can no caía en su gracia.
- No he tenido el placer, me dijo mi hermano que están remodelándola y quiere que vaya cuando esté terminada, ¿no lo sabía usted?
- No – niega mi madre con un brillo triste en sus ojos – la última vez que vi a mi hija no lo menciono, aunque solo la vi por unos minutos.
- Debe estar guardando la sorpresa – mi madre sonríe y ninguno dice nada por varios segundos. Un silencio incomodo se instala en la habitación, todo está absolutamente quieto, solo puedo escuchar el fuerte latido de mi corazón que retumba en mis oídos.
- Señor Can dígame, ¿a qué se debe su visita? Creo que le pedí que se mantuviera alejado de mi hija… - no sé cuál es la cara de Can, pero no debe ser muy diferente a la mía. Mama es muy directa.
- Me alegra que lo mencione, es precisamente a eso a lo que vine. Necesito a Sanem de vuelta, de inmediato – tapo mi boca impactada por la petición. Los rasgos de mama de inmediato se endurecen.
- Mi hija no volverá señor Can, ella está muy asustada y no permitiré que nadie la lastime. Su mente no podrá soportarlo – su declaración me congela. Yo no estaba asustada.
*¿Tú no tienes una sensación de deja vu? Porque yo si…
- Debería reconsiderar eso señora Mevikibe, le hare una oferta que no puede rechazar. Si usted le permite a Sanem volver, le doy mi palabra de que le ayudare a encontrar quien en mi circulo en su caso, mi familia, asesino a su esposo. – la cara de mama se pone pálida, un reflejo de la mía, Can no lo dijo de forma tan directa conmigo, pero bueno, mama se lo busco.
Mientras mamá lo observa analizo lo poco que me costó aceptar que la familia de Can se involucró en la muerte de mi padre, seguramente otra en mi posición se hubiera molestado pero después de lo que me conto sobre su madre, lo que vi que hizo el señor Fabri y lo que hacía su hermano dudaba de las intenciones de los demás, no podría confiar en nadie más que en Can porque siempre era sincero conmigo, así de enamorada y loca estoy. Otra razón bastante molesta que me costaba admitir era que a pesar de ser mi padre no recordaba nada del hombre, ¿cómo extrañar a alguien que no conozco? Era un sentimiento horrible, gracias a eso mi condición era esta, pero era tonto pensar que podría extrañar a alguien que no estaba en mi memoria. Siento una curiosidad enorme pero no dolor por su muerte.
- ¡¿Como se atreve?! – mama está apretando los dientes tan fuerte que sus palabras apenas son comprensibles.
- Señora no me ha dejado otra opción y aunque en este momento crea que lo hago para chantajearla lo hago por el bien de sus hijas y por el bien de la empresa. Si la empresa cae en quiebra mi hermano tendrá que vender le guste o no y eso desequilibrara su modo de vida y el de su esposa; Sanem ha demostrado tener muchas habilidades que yo considero esenciales para levantar el negocio, además, ella es feliz siendo útil, es mi mano derecha y no puedo continuar sin ella. Pero lo más importante, reconozco a una madre abusiva cuando la veo, yo mismo tuve la suerte de tener una así que si no deja volver a Sanem denunciare el maltrato al que la tiene sometida, no va a volver a lastimarla nunca y no me venga con excusas estúpidas porque se lo que le hace, he visto la heridas y además usted y yo sabemos que Sanem NO ESTA ENFERMA… - mama deja caer sus manos a su regazo y esconde su mirada de Can. Bajo la mirada a mis manos temblorosas, Can dijo eso con tanta convicción que hasta yo quiero creerle, pero mis episodios, mis alucinaciones y las pesadillas eran prueba de que mi mente esta atrofiada. Silenciosas lagrimas resbalan por mis mejillas, ojalá yo fuera suficiente para las palabras que dice en mi defensa, pero la realidad es diferente – y no solo eso, me encargare de que se quede sin nada…
- ¡USTEDES SON UNA MALDICION! – grita mama levantándose con lágrimas en los ojos y las mejillas rojas de indignación – ¡así es como logran las cosas, amenazando y chantajeando!
- Tal vez es un mal hábito de familia, pero eso no cambia nada. Deje a Sanem volver y no solo aclarare el asunto de su esposo, antes de llevarlo a la justicia, lo traeré ante usted. Y como compensación me asegurare de que nunca le falte nada a su familia. Tiene mi palabra – mama se relaja un poco, pasa sus manos por su cara y se endereza.
- ¿Porque esta tan empeñado en tener a mi hija a su lado? – los segundos pasan, el retumbar de mi corazón se escucha más fuerte, aprieto la cinta de la bata entre mis manos esperando su respuesta – como le dije, la necesito… la empresa, la necesita…
Mama suspira y se sienta otra vez, da una larga mirada a Can y aprieta los puños en sus piernas.
- ¿Qué más quiere aparte de que mi hija regrese? – pregunta en una voz fría.
- Todo, todo lo que tenga referente a su esposo, cualquier cosa que me lleve a su asesino…
- Está bien… - susurra mi madre limpiándose una solitaria lagrima, está a punto de pararse, pero Can la detiene.
- No lo olvide, un moretón más y se dará cuenta de lo que soy capaz…

Suspiro recargando mi cabeza en la puerta cerrada. No tengo energía para volver a mi habitación, la policía me hizo menos preguntas aquella vez de las que me hizo mi madre después de que Can se fuera. Quería saberlo todo, pero para mí sorpresa no fue violenta, se mantuvo a una buena distancia y cuando no contestaba lo que ella quería o con suficientes detalles solo apretaba los puños, la mama cálida y tierna se fue y ahora era esta mujer fría e indiferente. No alcance a ver que le dio a Can porque ambos salieron y tuve que regresar corriendo para no ser vista, pero por la plática que tuvieron ambos hablaban en serio, Can iría hasta las últimas consecuencias.
Suspiro con la sensación de estar en medio de una tormenta, menos mal que mama pensaba que Can solo me buscaba por mi cabeza, quizá así fuera…
- Hola… - levanto la cabeza asustada. La enorme figura en mi cama se lleva un dedo a los labios, me quedo paralizada con la mano en el picaporte.
- Sanem, ¡¿estás bien?! – grita mama desde abajo.
- ¡Si! – contesto entrando rápidamente y cerrando la puerta con seguro – ¡¿qué haces aquí?!
- Vine a verte, pensé que era un poco obvio… - susurra sonriendo y acomodando una pierna sobre otra. Su figura es tan imponente que hace ver a mi cama muy pequeña – linda bata…
Bajo la mirada, aún estaba usando la bata, de hecho, la parte delantera la tengo un poco abierta. De inmediato la cierro sintiendo como mi piel se calienta, apago la luz y la habitación se ilumina solo por el faro en la calle.
- ¿Qué haces aquí? – pregunto otra vez sin saber que hacer. Can sonríe y abre los brazos, no lo dudo un instante y corro a refugiarme entre ellos, de inmediato me besa en la mejilla y en la frente provocando que la toalla en mi cabeza se caiga.
- Creo que no pude llegar en mejor momento… - inhala en mi cuello y lo besa – hueles demasiado bien, casi puedo saborearte…
- ¿Como entraste? – pregunto sintiendo las cosquillas de su barba en mi piel sensible.
- No te dije, soy Batman – me rio en silencio apoyada en su hombro mientras me estrecha en sus brazos y juega con mi cabello húmedo.
- ¿Porque viniste a hablar con mi mama? Te dije que necesitaba tiempo… - siento su nariz pasar por mi sien mientras sus manos me acarician, era reconfortante.
- Ya no tengo más tiempo, te quiero cerca, lo planee desde hace mucho pero cuando te llame te escuchabas tan triste que no pude soportarlo. Si vuelve a ponerte una mano encima va a tener que lidiar conmigo… - suspiro. Can desconocía muchas cosas y solo hasta ahora me daba cuenta de que probablemente mama no estaba tan equivocada por encerarme.
- No has visto todo lo que está mal… - susurro temblorosa.
- Muéstrame… - levanta mi barbilla para que lo mire, sus ojos iluminados por la fina luz de afuera ruegan por poder entender, pero si lo hacía había buenas posibilidades de que se alejara y yo no podría soportarlo, no estoy lista para que la única persona con quien he sentido alguna clase de apego se vaya. Creo que se da cuenta de que no voy a hablar porque en lugar de esperar una respuesta me da un fino beso.
- ¿Como has estado? – pregunta en un susurro apenas audible y chupando mi labio inferior.
- Bien, aburrida – mi cuerpo se empieza a sentir caliente cuando sigue chupando mi labio.
- Mañana volverás, pasare por ti… - susurra mordiendo ligeramente.
- No… no puedes… - susurro en sus labios – mi madre… se dará cuenta…
- Mandare a que alguien pase por ti entonces… - chupa mi labio inferior provocando electricidad en mi piel.
- Aaa… ja… - ya estaba perdiendo la capacidad de hablar.
- Hay algo que debes saber… - susurra antes de besarme otra vez, creo que contesto, no estoy segura porque sus besos están apagándome la capacidad de razonar – Polen va a trabajar con nosotros…
Me quedo estática al instante.
- ¿Que? – me alejo de, pero me sostiene de la cintura.
- Tiene problemas para regresar a Londres, necesita dinero mientras espera su traslado y fue a pedirme apoyo, ha estado ocupando tu lugar mientras no estas… - eso duele como si me clavara una daga en el pecho. Intercambiamos miradas, llega un momento que no puedo soportarlo y me deshago de su abrazo – ¿qué pasa?
- Nada – susurro sentándome y dándole la espalda. Quiero llorar, pero no sé por qué.
- Llego hace dos días y se ira pronto – declara con voz suave.
- No he dicho nada, no tienes que darme explicaciones, aunque no entiendo, ¿si ya la tienes a ella para que quieres que regrese? – siento como el colchón se mueve cuando se me acerca.
- Es una pregunta absurda Sanem – suspiro y aprieto los dientes. Paso de estar dolida a estar enojada.
- Lo vez, hago preguntas absurdas, no necesitas que vuelva… - suspira. No sé cómo lo hace, pero sus grandes manos me sostienen de la cintura y me sientan sobre el a horcadas. De inmediato tapo mi cuerpo con la bata, trato de zafarme, pero me lo impide buscándome la mirada con los ojos entrecerrados.
- Me ha llegado un pensamiento, quizá es mi imaginación… - quita mi cabello de mi cara, desvío la mirada, siento unas ganas enormes de darle un golpe y echarme a llorar – ¿no estarás celosa?
- ¡¿Porque iba a estar celosa?! – susurro de inmediato – es un trabajo y ya…
- Claro… - susurra buscando mi mirada. Vuelve a suspirar, siento como se acerca, pero no me atrevo a mirarlo a los ojos, si lo hacía lloraría. Sus manos me empujan contra él, nuestros pechos están tan juntos que su aliento hace cosquillas en mi hombro. Aprieto los labios en un intento de no verlo a los ojos, cuando me mira de esa forma solo quiero hacer lo que me pide, una locura – escúchame, no hay nadie en esta tierra que me haga tan feliz como tú, todo el día bailas en mi cabeza, estoy tan enamorado de que me va a explotar el corazón…
Regreso la mirada a la de él, sus ojos son tiernos pero sinceros, pasa su mano por mi mejilla y quita un mechón de cabello que no deja de enrularse, cierro los ojos y se acerca. Me besa una vez más como si le faltara el agua, duele y alivia de alguna forma cada herida y cada inseguridad, su otra mano se aleja de mi cintura y empieza a acariciar mi pierna. Paso mis manos por sus hombros en un intento de atraerlo más de cerca.
- Espera… - susurra en el beso, una electrizante frustración escapa en forma de jadeo de mis labios – tu mama sigue despierta, no debemos hacer ruido o te alejara de mi para siempre.
- Quiero dormir bien… – sollozo acariciándome a mí misma con su barba. El sigue mi juego y pasa sus labios por mi cuello otra vez – solo así duermo bien…
- Eres como un gatito – se ríe en mi cuello y deja húmedos besos por toda la línea de mi hombro y un poco más abajo – lo arreglaremos…
Me ayuda a incorporarme y me tiende una mano para ayudarme a acostarme en la cama. Se quita la chamarra y la playera y las deja en la silla de mi tocador, sus abdominales marcados me recuerdan a una tableta de chocolate, sin darme cuenta paso mi lengua por mis labios. Sonríe cuando se acerca a la cama, nos cobija a ambos y luego me enreda entre sus brazos y piernas. En un impulso beso su tatuaje.
- ¿Te gusta? – pregunta acariciando su nariz con la mía.
- Mucho – respondo feliz de inhalar su perfume. Mañana le daría su regalo.
- Qué bueno porque tu también le gustas, mucho en realidad… - me rio y cierro los ojos disfrutando de las caricias que hace por todo mi cuerpo, es relajante – cariño, tengo curiosidad…
- Mmm… - tengo la horrible necesidad de acariciar su espalda así que me acerco mucho más a su cuerpo caliente.
- Tienes… - suspira y raspa su garganta – ¿tienes algún grado académico?
- No lo sé, fui educada en casa, pero no sé si hay un papel que lo avale… - me acerco a su cuello mareada por sus caricias. Quiero besarlo.
- ¿Te gustaría que investigara también? Para que estudies algún título… - me detengo.
- Crees que se pueda, siempre he querido escribir… - en la oscuridad sonríe. Pasa un dedo por mi sonrisa y luego pellizca mi nariz. Quito mi cara con una risa ahogada.
- Quiero que lo tengas todo, lo que sea para que esta sonrisa no se apague… dime uno de tus sueños… - me pide acercando su frente a la mía – adoro como brillan tus ojos cuando esta emocionada…
- Me gustaría vivir en un lugar tranquilo, las Galapagos… y escribir y leer por siempre…
- Te llevare entonces… el albatros nos llevara…
Sonrío de nuevo y me acerco a su cuello, otra vez la sensación a libertad enchina mi piel. Sus manos siguen acariciando mi cuerpo de arriba abajo, primero sobre la bata y después bajo la bata, una de sus manos sube mi pierna por encima de la suya más grande para tener acceso a un lugar más íntimo, cuando siento que mi respiración se acelera me besa invadiendo mi boca. Solo con el puedo descansar, solo con él estoy bien.

Volver a la empresa no fue tan bueno como esperaba, si estaba con Can a veces, pero esta mujer me ponía de los nervios, Polen no se iba de la oficina por más de cinco minutos. Todo quería hacerlo ella, desde llevarle él te a Can hasta tenderle una pluma, siempre que él estaba en la computadora o leyendo algo, vamos que, si estaba en el celular, ella estaba pegada a no más de 20 centímetros de distancia. Era como un chicle.
Ya hay más gente, solo los esenciales que la señora Deren considero y Polen claro; cuando la señora Deren me vio llegar de inmediato me dio kilos de responsabilidad, literalmente, archivos enteros que tenía que grabarme y reuniones a las que tenía que asistir, afortunadamente Polen no estaba ahí. Poco a poco volvió la magia a la empresa. Me sentía otra vez satisfecha, hice todo lo que Can me pidió junto con la señora Deren que ya parecía tolerarme mucho más, bueno, más que a Polen que no se le despegaba a Can ni a sol ni a sombra, la ayudaba con las redacciones de los contratos y con el diseño de propuestas, al recordar cada valor o número importante le ahorraba mucho trabajo e incluso una vez me felicito por recordarle estadísticas y quedarme hasta tarde ayudándola en una propuesta. Ceycey y Gulliz también estaban ahí, el haciendo todo lo posible con molestar a Polen y Gulliz hablando de su “perfecto príncipe” con el que tenía “mucho sexo caliente” y que no le presentaría a nadie. Ceycey y yo empezábamos a pensar que era imaginario.
Pero no solo tenía que soportar a la bruja inglesa, también tenía que lidiar con el hecho de que Leyla no me hablaba y apenas me dirigía una mirada o los buenos días, siempre estaba enredada en la cintura de su esposo o pegada a su nueva mejor amiga; cual fue mi sorpresa cuando regrese que Polen y Leyla ya eran las mejores amigas, siempre estaban platicando o riendo y lo peor es que cuando me acercaba a mi hermana, esta me ignoraba o respondía cortante.
- Can, cariño, ¿podrías revisar esto? – Can se acomoda en su escritorio con verdadero interés mientras esa mujer de piernas largas se le acerca, ¿era necesario que usara esas faldas tan cortas?
- Esta demasiado largo Polen, necesito que sea más conciso, Sanem… - levanto la mirada cuando me llama y me acerco, pero del otro lado del escritorio – ¿podrías revisarlo?
Leo el papel con rapidez.
- Tiene muchas redundancias, es confuso… - susurro apretando los dientes. Ambos estaban demasiado cerca.
- ¡Claro que no! – grita Polen. Can se recarga en su mano con una mueca de fastidio. No puedo estar más de acuerdo con él, de todos los días siempre había una discusión por lo que ella hacia y yo tenía que corregir.
- Polen no grites, si Sanem dice que es redundante debes creerle… ella me ha ayudado con todos los escritos y la verdad es muy buena – Can me sonríe y yo a él.
- Me sorprende querida, ¿no tienes estudios y eres tan buena? ¿Acaso te aprendiste un diccionario? – el golpe bajo duele tanto o más que la indiferencia de mi hermana. Mi garganta se cierra con lágrimas acumuladas.
- Polen déjala en paz… - Polen aprieta los labios en una sonrisa forzada y ambas regresamos al enorme sillón. Siempre era así, se burlaba de mi constantemente o era en extremo cariñosa con Can. No sé si ella sabe de nuestra relación, pero su actitud estaba cansándome porque ella si podía ser cariñosa y yo no.
Se sienta dando la espalda al ventanal, cruza las largas piernas y saca su celular para revisarlo, ruedo los ojos apretando los papeles en mi mano, iba a volverme loca si seguía así. Me siento frente a ella observándola, es preciosa con su largo y lacio cabello luminoso en una cola alta, sus ojos almendrados brillan y su piel se ve glaseada y tersa. Un sentimiento de tristeza florece en mi corazón, era una bruja eso sí, ¿pero porque Can la dejo para estar conmigo? Al menos mentalmente ella estaba completa y yo… a un lado de ella no era nada. Bajo la mirada a los papeles que están en mis manos cuando alcanzo a ver lo que tiene en su celular, su fondo de pantalla es una foto de Can y de ella juntos… muerdo mi labio tratando de contener las lágrimas. Nuestras miradas se cruzan y ella sonríe ampliamente como si fuera el mejor día de su vida; se levanta otra vez y pasa por enfrente de mi con ese aroma cítrico y empalagoso, no puedo evitarlo, estiro mi pie entre la pequeña mesa y el sillón… solo un poco. Su grito rompe el silencio de la oficina.
- ¡¿Y ahora qué?! – grita Can. No me molesto en voltear. Solo tomo mis cosas del librero de enfrente en silencio – ¿Polen que haces en el piso? ¿Estás bien?
- ¡Ella me hizo tropezar Can! – grita apoyándose en la mano que le tiende.
- Polen, ¿cómo puede ser eso? Sanem está del otro lado… - Can me dirige una mirada, pero lo evito.
- Señor Can, - interrumpo su palabrería de ambos, no podía soportar ver como la sostiene del brazo y la cintura – ¿puedo trabajar abajo? aquí hay mucho ruido…
El asiente con una mirada mortificada así que me salgo con paso firme.
Lagrimas caen frente a la pantalla mientras trato ingenuamente de contener mi dolor, era tan evidente, el no iba a estar para siempre. Sostengo mi cabeza cuando un zumbido truena en mis oídos, no otra vez… necesito salir de aquí. Corro al baño y para mi sorpresa ella está ahí.
- Sanem, querida… - sonríe ampliamente y luego sigue aplicando de su labial – pensé que no volverías…
- ¿Porque pensó eso? – susurro deteniéndome antes de entrar a uno de los baños.
- Mmm… bueno, ya estoy ayudando mucho a Can y me dijo que no te sentías bien, aun te ves un poco distraída… - aprieto los puños. Algo me está pasando, siento la respiración acelerada y el zumbido es más fuerte.
- Estoy perfecta… - declaro sin moverme.
- La que se ve perfecta es tu hermana, tan hermosa… creo que el matrimonio le ha sentado bien – yo no pensaba lo mismo. Leyla estaba más ojerosa y delgada.
- ¿Usted cree? – susurro.
- Si, a las mujeres nos sienta bien el estar enamoradas, ¡mírame! – se ríe y acomoda su largo cabello.
- ¿Está usted enamorada?
- ¡Claro que sí! Vivo de sueños y recuerdos querida Sanem, Can y yo hemos pasado por mucho y hemos tenido muchas separaciones, el las necesita, pero al final siempre volvemos a estar juntos porque cualquier mujer que se interponga no es nada. Somos el uno para el otro… - se acerca a mí con paso lento y posa una de sus huesudas y frías manos en mi hombro – un día encontraras a alguien que te ame a pesar de tus… mmm “problemas” y serás al menos tan feliz como tu hermana y Emre o como Can y yo, no lo dudes…
Me guiña un ojo y sale.
Asustada, giro a ver mi reflejo, no hay sangre, sombras o figuras que bailen a mi alrededor, solo estoy yo o lo que queda de mí. A veces pensaba en mi dentro de otra vida, si yo sería más sonriente o más alegre si no hubiera perdido mi mente, tal vez hubiera estudiado una carrera y sería una abogada o una escritora, quizá me hubiera atrevido a tener un novio… no, a pesar de todo hubiera esperado a Can, pero quizá él no me esperaría a mí.

- Tienes razón, aquí hay mas silencio… - levanto la mirada de la computadora. Can esta recargado en uno de los muebles del archivo. Bajo la mirada ignorándolo - Wow… ¿qué es esta energía?
Percibo como se acerca, pero no me muevo de mi lugar. Se coloca detrás de mí y me abraza por la espalda. Eso solo me hace enojar más.
- ¿Ahora si me necesitas? – pregunto con tono acido.
- Yo siempre te necesito, fuiste tú la que me dejo… - se queja levantándose y dándome la vuelta en la silla. Me levanto incapaz de mirarlo.
- Me ignoras – reclamo incapaz de detener mis palabras. Me jala del brazo y me da una vuelta acercándome a su cuerpo.
- Voy a comerme esa dulzura… ¿qué debería hacer? Debería besarte frente a todos… - me encierra en su cuerpo y me besa chupando fuerte mi labio inferior – ¿o tal vez debería abrazarte así para que no me dejes? Tal vez debería inhalar toda tu esencia para mi…
- ¡Can! – trato de detenerlo, pero empieza a besar mi cuello repetidas veces, mi estomago se llena de mariposas.
- Dime que hago, estoy a tus pies… - susurra en mi oído y después besa mi mejilla repetidas veces y mordiendo suavemente mi piel.
- No puedo estar allá contigo… - susurro avergonzada apoyándome en su pecho – no quiero…
Suspira y sostiene mi cabeza acariciando mi cabello.
- Entiendo, es demasiado… - susurra con otro suspiro. Asiento, era una egoísta celosa.
- Está bien, pero antes quiero que entiendas algo… - levanta mi barbilla para mirarme a los ojos - ayer, mañana y siempre estás en mi corazón y en mi mente, y siempre serás tú, ¿lo entiendes? Eres única para mi… - me besa repetidas veces en la comisura de mis labios – siempre quiero que estés junto a mi…
- Yo también… - susurro algo mareada.
- Bueno, me desharé de Polen si eso es lo que quieres…
- No, - lo detengo avergonzada – si necesita el trabajo…
- Prefiero que tu estés contenta – me besa otra vez – le diré que termine la semana y se vaya…

- ¡Ah ah… hay demasiadas moscas aquí! – grita Ceycey recargándose en la pared mientras espera su café. Polen rueda los ojos y se acerca con el vaso de té de Can.
- Tú y tus bromas… ¿no tienes nada que hacer? – se queja colocando el agua. Hasta eso dolía, pero estaba decidida a no torturarme más entrando a esa oficina.
- Ser alfombra del jefe debe ser una tarea muy complicada… - casi me atraganto, pero Ceycey se queda ahí, relajado esperando. Polen sonríe ampliamente, pero sus ojos destellan de furia.
- ¿Iras a la fiesta en casa de Leyla? ¡oh perdón! Es para pura familia… - Ceycey se quita de la pared y se acerca a ella para abrazarla.
- Lo siento mucho señorita Polen, no sabía que se quedó huérfana y la bruja mayor la adopto…
- ¡Uff suéltame! – lo avienta y este se ríe.
- Para que lo sepa señorita Polen yo si tengo trabajo real que hacer, no tan funcional como el de las moscas, pero si mucho más importante – Polen aprieta los labios, empieza a servir el pálido té y sonríe otra vez.
- ¿Y se puede saber cuál es? – pregunta girándose para mirarlo de frente.
- No… - responde Ceycey, frente a mí el salero llama mi atención, levanto la mirada y Ceycey sonríe ampliamente y le da palmadas en su cabeza – mejor vaya a zumbar a otro lado, los pies del jefe se pueden cansar…
Polen le da un manotazo, toma el vaso de té y se va. Ambos nos reímos cuando desaparece en la oficina, hasta que recuerdo que estará con Can todo el día y mi sonrisa cae.
- No te sientas mal amiga, yo vigilare a la bruja… - susurra muy cerca de mi oído.
- ¿Porque no se va? – susurro jugando con el salero en mis manos.
- Porque es una mosca que solo sabe molestar, pero no te preocupes, me encargare de que vaya a otro lugar antes de lo esperado…
- No solo está sobre Can, también con mi hermana, ¿acaso yo no soy…? – me detengo. Mi inseguridad está cada vez peor. Desde que nos encontramos en el baño ese día sus palabras no dejaban de repetirse en mi mente.
- Eres mucho mejor a un lado de ella, un soplo de aire fresco… esa mujer es veneno igual que Huma – susurra tomando su taza de café. Estoy segura de que lleva mas de cinco.
- ¿No vas a ir la fiesta del señor Emre y Leyla? – pregunto angustiada. Sin Ceycey ahí iba a sentirme muy sola.
- No, tengo algo que hacer… - responde apartando la mirada. Sospechaba que era algo como lo que le paso al señor Fabri.
- ¿Es algo… malo? – pregunto tímida.
- No – declara cortante con una sonrisa. Cuando le pude preguntar si él tuvo algo que ver con lo que le paso al señor Fabri se rio a carcajadas y me dijo que no tenía idea de que hablaba, pero yo sé que fue el. Decidí no insistir, era demasiado macabro para hablarlo.
- No quiero ir sola… - susurro. Se para a mi lado sin tocarme y avienta mi cabeza con un dedo de forma juguetona.
- Te estoy preparando algo, pronto será el cumpleaños del señor Can y quiero darle una gran sorpresa contigo… - sorprendida lo volteo a ver.
- ¿En serio, que es? - pregunto emocionada.
- Una salida… - asegura con los ojos emocionados.
- No entiendo – se empieza a reír y se va caminando, despidiéndose con la mano.
Jamás entendería a ese hombre; desde mi posición puedo ver como Can prueba él té y su cara palidece, Polen se acerca a él pegándole en la espalda mientras tose y se aclara la garganta, cuando se recompone empieza a reclamarle y se zafa de su agarre caminando de un lado al otro. Era muy divertido, cuando se gira nuestras miradas se encuentran a pesar de la distancia, levanto mi vaso de té a forma de saludo, el sacude la cabeza y me observa con los ojos entrecerrados.
Sonrío divertida, casi puedo escuchar lo que está pensando.

Las luces brillan rodeando de color a los invitados, abajo todos bailan, ríen y celebran el gran acontecimiento rodeados de la hermosa vista de la ciudad y las alegres flores recién plantadas. ¿Era mucho pedir un momento de paz? Lagrimas caen en mis manos que se sostienen de la baranda del balcón, son incontrolables, me siento débil y perdida.
- Tienes que dejar a mi hermano – susurra a un lado de mi con una sonrisa fingida. Siempre está mintiendo, era la persona más engañosa y mentirosa que conocí y me tenía en su puño. A lo lejos mi hermana ríe sacudiendo la falda de su alegre vestido floreado de mangas largas, alcance a ver los moretones, pero todos los que la rodean solo piensan que tiene frio. Es doloroso, pareciera que doy un paso al frente pero siempre termino regresando al mismo lugar.
- Lo hare – susurro ahogándome de dolor. Los recuerdos de sus besos se sienten como astillas.
- ¿Qué le dirás? – pregunta en fría voz. No respondo por un tiempo, no se me ocurre nada que pueda ocultar todo lo que siento por él, mi piel grita por sus caricias y cada centímetro esta tatuado con su nombre. Con él era feliz pero ya no estaba para protegerme.
- Yo… - susurro observando como mi hermana se deja abrazar y sostiene su vientre, todo por ella – le diré que jugué con él, que no siento nada y que todo fue mentira. El malinterpreto mis sentimientos y no quiero verlo jamás, nunca fue real… todo fue mentira…
- ¿Sanem? – mi espalda se siente fría y mis huesos se tensan. Lentamente volteo, Can sostiene unas hojas en su mano, su expresión es dura y fría. Can lo sabe.

Hola chicas!!! Nos acercamos al final, aviso que el próximo capítulo será muy romántico ❤❤❤❤❤❤

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Hola chicas!!! Nos acercamos al final, aviso que el próximo capítulo será muy romántico ❤❤❤❤❤❤

Besos! 😘

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