CAPÍTULO 1

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—Vale, esta es la última

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—Vale, esta es la última.

Ida dejó la maleta roja en el suelo y miró a su alrededor.

—Leire, yo sé que tus padres nos quieren mucho y que quieren lo mejor para nosotras...—murmuré, mirando a mi amiga, que también observaba todo estupefacta.

—Y que tienen mucho dinero... pero...—siguió Ida.

—¡Nos han alquilado un puto apartamento delante de Central Park! —gritó Catrina mirando por el gran ventanal— Que ni metiéndonos a putas de lujo podríamos costearnos este apartamento. Ni en tres vidas.

—No, si no lo han alquilado. Lo han comprado —Leire se dejó caer en uno de los dos sofás de cuero negro, con sus ojos castaños brillando de la emoción—. Madre mía... ¡Vivimos en Central Park!

Cuando tenías una amiga rica te terminabas por acostumbrar a la ostentosidad de estar a su lado. Aunque eso significase llevar una vida completamente diferente a la que estabas destinada en realidad.

—Alucinante —me tiré a su lado, con la mandíbula colgando y las lágrimas saltadas. A quién iba a engañar, llevaba llorando desde que me había montado en el avión en Barajas.

—Deja de llorar, por Dios, que vas a inundar el piso.

Le tiré amistosamente de su rubia y ondulada melena por encima de los hombros, haciendo que me sacase la lengua. Todavía no me acostumbraba a que tuviese el pelo tan corto, sobre todo si teníamos en cuenta que siempre había llevado una melena casi por la cintura, llena de suaves rizos. A Cat casi le dio algo cuando se cortó el pelo antes de cruzar el Atlántico.

Vida nueva, pelo nuevo.

¿Qué que hacíamos en Nueva York? Diría que labrarnos un futuro, pero eso estaba por verse. Así que más bien, podríamos empezar con un 'disfrutar de la vida'.

—Quizás vosotras dos queráis quedaros ahí sentadas, pero yo quiero ver mi habitación— Cat fue la primera en salir corriendo escaleras arriba.

—¡Oye! —grité— ¡Espéranos, guarra!

Me levanté de un bote del sofá y corrí detrás de ella, al igual que las demás. Y tropecé al tercer escalón. Bien. Encima mi habitación estaba en la segunda planta.

—¡Madre mía! ¡Me encanta! —no nos había dado tiempo a llegar al primer piso del ático cuando Cat ya estaba gritando desde el segundo.

—¿De dónde saca tanta vitalidad? Menos mal que yo me quedo en el primer rellano—Leire se apoyó contra la barandilla mirando las escaleras que subían un piso más.

Y es que esta casa era enorme. Estaba situada en un gran edificio en los alrededores de Central Park y nuestro ático estaba en el último piso. En la planta baja se encontraba la cocina (¡con isla incluida!), el cuarto de la plancha, el salón, el comedor, un baño y una sala con un piano que hacía las veces de biblioteca. Subiendo por las escaleras había dos habitaciones con vestidor, además de un baño, un aseo y un cuarto de invitados. Y en la última planta otras dos habitaciones con vestidor, un baño y una terraza. Vamos, ni el ático del mismísimo Grey superaba nuestra nueva casa. Y a mí, mientras que no me tocase pagarla, me parecía perfecto.

FRESIGAMBAS: Manhattan [TERMINADA]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant