Un gran día

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Era mediodía cuando Miles salió de su casa caminando apurado. Si no hubiera tardado dos minutos peinándose, ahora ya estaría en la parada del colectivo y probablemente estaría subiendo a él. Pero no, su cabello estaba alterado por la humedad y hoy quería verse bien. Debía verse bien. De lo contrario, las personas que lo vieran en su audición sólo moverían la cabeza, desaprobando, y él regresaría a su casa otra vez siendo un fracasado.

A lo lejos vio al colectivo doblando en la avenida y comenzó a correr. Había muchas personas en la fila, llegaría justo si lograba correr un poco más rápido, si los cordones de uno de sus zapatos no se hubieran desatado, y si su guitarra no pesara tanto en su hombro.

Corrió, y corrió, el colectivo ya cargaba la mitad de las personas en la fila, y todas eran jóvenes, así que subirían rápido. Corrió más, hasta que dejó de hacerlo. Su cuerpo chocó con alguien que lanzó un grito y un montón de papeles cayeron como una lluvia. Vio cómo el colectivo cerraba la puerta y se iba.

–¡Ey! –gritó, en vano, pero el colectivo aceleró.

–¡Ey! –alguien gritó a su lado. Se giró, una chica morena lo miraba con odio. Tenía las manos apoyadas en la cintura, en el suelo había un reguero de papeles, carpetas, y una mochila roja.

–Uy, perdón. –dijo Miles, reaccionando–Perdón, perdón, no te vi.

La chica dijo algo por lo bajo, y se inclinó para juntar sus cosas.

–De verdad no te vi, sólo iba mirando al colectivo y ya se fue. –levantó la mochila roja.

–¡No! –ella gritó–¡No te atrevas a robarme!

Le quitó la mochila de las manos y comenzó a meter los papeles adentro, empujándolos con fuerza.

–¿Dónde está mi tarjeta? ¿Dónde está? –decía revolviendo la mochila y mirando el suelo.

–¿Cuál tarjeta?

–¡La Sube! La tenia en la mano hasta que me chocaste.

–Acá. –Miles vio la tarjeta, tirada junto a unas flores de la plaza. Se la devolvió y la chica se la arrancó de la mano–De verdad te pido perdón.

–No pasa nada. –murmuró en respuesta. Cuando terminó de guardar sus cosas y se puso la mochila, miró hacia la esquina–¡Ay no! Ya pasó mi colectivo.

–Perdón, te pido mil disculpas. –Miles rogó, pero ella sólo miraba su teléfono.

–Falta media hora, sólo pasa a las y veinte y a las menos veinte. ¡Llegaré tarde a la entrevista!

–¿Puedo ayudarte de alguna manera?

Caminando entre ellos pasó un vendedor ambulante de medias.

–¿Quizás me perdonarías si te compro un par de medias?

La chica soltó una risa.

–Me gustan las medias.

Miles paró al vendedor. Deduciendo que a la chica le gustaba el rojo por el color de su mochila, compró un par así, con dibujos de ositos en rosa. Parecían un poco infantiles, pero jamás le había comprado un par de medias a una chica.

Ella seguía mirando su teléfono, enviando mensajes, cuando levantó la vista y lo vio a Miles con el par de medias rojas en la mano.

–¿Las compraste de verdad? ¡Gracias!

–Claro. Perdón. No quise chocarte y que perdieras tu colectivo. El mío también tarda media hora, llegaré tarde a una audición. –señaló su guitarra–Toco esto, y hay audiciones para un reality que saldrá en unos meses en la tele.

–Ah. Yo sólo iba a una entrevista en un colegio. Soy profesora de historia y de inglés.

–¿De verdad? Seguro sos muy inteligente. Dos carreras...eso es mucho.

Ella se rió otra vez, mientras guardaba las medias en la mochila.

–Ninguna de las dos cosas me da para comer. Son muy lindas las medias.

Se quedaron en silencio, mirando la gente pasar, de vez en cuando consultando la hora.

–Y...¿cómo te llamás? –preguntó Miles. Se sentía un poco nervioso, estando parado en una plaza con una desconocida. Pensaba estar ya bajando en el teatro, comenzando a practicar con la guitarra, y no viendo personas caminar apuradas junto a una chica de la que no sabía el nombre pero que le parecía muy linda.

–Diana. Me dicen Kitty.

–¿Kitty?

–Sí, ¿pasa algo con eso?

–No, nada. Es un lindo apodo. Yo me llamo Miles. Miles Kane.

–Me voy a acordar cuando te vea ganando el reality.

Se rió, negando con la cabeza.

–He ido a tres, en todos me fue mal. Todos me dicen que canto bien, que mis canciones son buenas pero...siempre quedan otros. A este estaba yendo sólo porque un amigo insistió mucho. Pero ahora perdí el colectivo, debe ser una señal.

–No lo creo. Tenés que intentar.

–Gracias por el apoyo. Sino me ves en el reality, me verás en esta plaza, cantando por monedas.

–Te daré algunos billetes entonces. Bueno, siempre y cuando me tomen en este colegio, cosa que dudo porque estoy llegando tarde.

–Con dos carreras, yo te perdonaría que llegues tarde a todas partes. Los grandes genios no tienen cabeza para los horarios.

Ella se rió más esta vez.

–Gracias por eso. Creo que ya está por llegar mi colectivo. –dijo mirando la hora.

–El mío también. Gracias por la charla y por perdonarme.

Se separaron, caminaron unos metros. Miles vio que su colectivo se acercaba, a la vez que Kitty se alejaba. Miró al colectivo, miró a Kitty, y miró la hora. Luego corrió hacia ella.

–¡Ey! ¡Ey, Kitty!

Ella se giró, un poco asustada.

–¿Me das tu número? Para...para saber si te fue bien.

Ella miró a la calle, luego lo miró a él. Le dictó el número rápidamente y se fue.

–¡Gracias por las medias! ¡Son un lindo regalo de cumpleaños!

La vio correr hasta la fila de personas, luego la vio subir. El colectivo cerró la puerta y se fue.

Miles miró hacia su parada, otra vez vacía. Llegaría tardísimo, pero tenía el número de ella.

****

Eran más de las nueve de la noche cuando salió del teatro. La calle estaba vacía, se sentía agotado, moría de hambre.

Sin embargo, tenía una sonrisa en su cara.

Agarró el celular, y vio que sólo tenía un tres por ciento de batería. Suficiente para lo que quería hacer.

"Hola Kitty, soy Miles. ¿Cómo te fue? Yo quedé, me eligieron para el reality."

Rogando que su teléfono aguantara un poco más, comenzó a caminar. Enseguida llegó la respuesta: muchos emojis de aplausos seguidos por un "felicitaciones".

"A mi también me fue bien, me contrataron como profesora de inglés."

"Eso es genial. No quiero ser impertinente pero puedo invitarte a tomar algo mañana? Para celebrar"

"Si, claro"

"Perfecto. Feliz cumpleaños!"

Cuando iba a escribir el lugar y la hora, el teléfono se apagó. Lo guardó, ya tenía lo que quería, ni bien llegara a su casa la invitaría a la cafetería en la plaza donde se encontraron por la mañana.

Caminando por las calles desiertas, sonrió. Había sido un gran día. 


Feliz cumple Kitty! Espero que te guste mi regalo virtual

Disparos en la noche (One Shots Varios)Where stories live. Discover now