VI

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-Está durmiendo. Le dije que pasaste la noche en la casa de Bambam, un nuevo amigo. Puedes estar tranquilo -tragó saliva.

Había mentido. En realidad, no lo había cubierto.

Se encerró en el baño del primer piso, para que no se oyeran los gritos histéricos de sus padres de fondo. No podía decir que era completamente su culpa, pero tampoco podía decir que no lo era; cuando sus padres lo interrogaron por la ausencia de Yugyeom, se quedó en blanco. Balbuceó unas vagas excusas, pero lo hicieron confesar. Quizás se habría sentido más inspirado para mentir si no hubiera sucedido lo de la fiesta.

Su corazón se sintió pesado al recordar la mirada llena de decepción de Jinyoung.

Sin embargo, había una parte de él que quería que Yugyeom se metiera en problemas. Fue eso, también, lo que hizo que no se esforzara en crear una excusa; sabía que no estaba bien, pero no podía negar sus propios sentimientos. Y él tenía sus propios motivos para sentirse así.

Apretó el teléfono con fuerza.

-Muchas gracias, de verdad. No tenías por qué hacerlo...

-No. La próxima no te pongas tan ebrio. Nos hiciste pasar un mal momento a todos -escupió las palabras con odio. No se molestó en esperar por una respuesta, y colgó.

Caminó hasta el espejo y observó su reflejo. Se vio las bolsas oscuras debajo de los ojos, y la piel que había sido arrancada de sus labios por sus propios dientes. No reconocía a la persona que estaba delante de él.

¿En quién se había convertido?

***

-Yugyeom, tenemos que hablar contigo.

Se adentró en la casa con los hombros caídos. Sus ojos estaban fijos en Jaebum, que ni siquiera alzó la cabeza para mirarlo cuando se sentó a su lado en la silla. Sus padres solo lo veían a él, y no le habían sonreído ni una vez, lo que se le hacía sospechoso; era obvio que algo había pasado, pero nada cruzaba por su mente. ¿Acaso se habían enterado de que no entregó su tarea de matemática a tiempo? No era su culpa que la alarma no hubiera sonado a tiempo para su clase.

-Sabemos lo que hiciste, Kim Yugyeom -amenazó su padre, sentándose derecho en la silla. Su corazón comenzó a latir rápido, jamás lo llamaban por su nombre completo a menos que estuviera en graves problemas. Flaqueó, pasando los ojos de su progenitora a su progenitor con la desesperación de un cachorro que se ha perdido en el parque y no puede encontrar a sus dueños.

-¡Lo siento mucho! ¡Prometo que entregaré mi tarea de matemática a tiempo...! -farfulló, nervioso. Sus padres se miraron entre ellos con el ceño fruncido, y luego volvieron a él.

-No estamos para juegos. Sabemos que te emborrachaste en la fiesta.

-¿Eh?

Se giró hacia Jaebum, más confundido que nunca. Él seguía sin mirarlo. ¿Cómo sabían que...?

Tardó unos segundos en darse cuenta. Cuando lo hizo, él también bajó la cabeza. ¿Cómo había sido tan ingenuo?

-Lo siento -susurró. Su corazón dolía, no tanto por lo que había hecho, sino por Jaebum.

-Sabemos que lo haces. Pero tienes que entender que no puedes hacer lo que se te dé la gana. No solo lo del alcohol, también el que no hayas aparecido por casa hasta esta hora...

El sermón fue bastante largo. Se limitó a asentir con la cabeza ante cada cosa que le decían, aunque no estuviera escuchando realmente; se sentía herido, por no decir traicionado, porque Jaebum y él jamás habían sido un team en primer lugar. Se sentía tan estúpido por haber creído algo así. Había sido tan lindo con él sobre la fiesta la última vez, que se dejó llevar por el pensamiento de que los dos finalmente podrían ser amigos.

Heterocromía [Jingyeom]Where stories live. Discover now