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"Encontramos un dulce envuelto por la palma de tu mano.", recordó Xue Yang, "Tu cuerpo ya estaba rígido, pero tu puño al rededor de la golosina se mantenía suave. Parecías querer que lo encontráramos." El joven sombrío sonrió ante el recuerdo de, efectivamente, haber pensado en eso segundos antes de morir.

Recordó la punzada en el pecho siendo atravesado por el frío metal y cómo se las ingenió para contener su último aliento y así poder pensar en su última intención.

Si algo había desarrollado en sus años, era a oscilar cuánto quisiera entre el poderoso camino recto de la cultivación alta y el retorcido, injusto y letal camino del cultivo demoníaco. Ambos métodos exigían la elasticidad en cuanto al perfecto manejo de la cognición espiritual, es decir, debía saber controlar su espíritu con tanta destreza como a su físico. Así que, Xue Yang, al sentir su cuerpo apagándose, simplemente dirigió toda su energía espiritual al dulce, transformándolo así en un arma espiritual de primera clase.

La nueva condición del dulce, le permitía utilizarlo de elemento de invocación para su propia alma, ya que dicho trozo de caramelo era ahora oficialmente un elemento de importancia afectiva y les obligaba a los conocedores de esas artes a devolverselo a su cognición, ya que de no hacerlo, estaban violando un principio básico de la cultivación.

Al realizar tal proceso sobre el objeto, no sólo consiguió retrasar su arrivo a los Túmulos Funerarios -dónde sabía perfectamente que terminaría- sino que dotó al trozo de dulce de un poder interceptable por otros cultivadores y así podría llevar a cabo su verdadero último deseo, aquel sin el que su alma seguía agitándose dolorosamente y amenazando con transformarse para siempre en un ánima errante con la cual, cualquier hechicero de segunda podría experimentar.

En aquella fatídica ocasión y aún con la sangre tibia brotando en el suelo, Wei Wuxian captó rápidamente su energía resentida moviéndose en el aire, como si de comida en mal estado se tratase, haciéndole fruncir el ceño asqueado. Pese al denso aroma a la muerte, no dudó un segundo antes de abrir de un sólo movimiento la incompleta mano para tomar el brillante envoltorio cuidadosamente cerrado de una torzada.

"¡Lan Zhan!" recordó Xue Yang la voz del maestro Wei con la claridad que le erizaba la piel. "Esta cosa está cargada con un alma que está reclamando algo, ¿Puedes preguntarle?"

"Mnn."

Por lo general, ambos Lan y Wei, no arriesgaban un segundo en la espera para invocar e interrogar a un alma. Pero ésta vez, quizás por el dolor y las circunstancias de muerte, tal vez por que debían salir de inmediato de esa ciudad, decidieron esperar a encontrarse de vuelta en un lugar seguro, alejados todo lo que se les permitiese de la posibilidad de un peligro inminente. Ya habían sufrido la emboscada de cadáveres caminantes y luego el ataque del mismo Xue Yang. Así ya se hubiera acabado con él, ese lugar no era seguro en absoluto.

Al llegar a Gusu, Wei Wuxian desató las cuerditas de su bolsa atrapa-espíritus y notó que estaba más liviana. El caramelo aún se encontraba allí, pero no había rastros de una cognición.

-Qué extraño...- murmuró, con las uñas de una mano siendo enredadas por los cabellos de su nuca.

Lan Wangji, que preparaba todo meticulosamente para la invocación, volteó la vista y parpadeó algunas veces. Aquello significaba que estaba escuchando con atención, aunque no había soltado el quemador de incienso que tenía en una mano y la varilla de sándalo que llevaba en la otra.

-Ya no logro sentir la energía resentida aquí, ¿Crees que se haya calmado?- sacudió la pequeña bolsa de tela frente a la cara del otro que la siguió con la vista un momento antes de responder.

Caramelo ▪  [XueXiao/ Xue Yang x Xiao Xingchen]Where stories live. Discover now